Versos y pantallas
Las definiciones de la poes¨ªa van desde el compromiso transformador de la realidad al misterio de la inasible belleza del mundo
1. Poetas
Algunas de las mejores definiciones de la poes¨ªa que conozco se encuentran en los papeles p¨®stumos de Wallace Stevens (1879-1955), una recopilaci¨®n de escritos dispersos y (mayormente) in¨¦ditos del gran poeta modernista estadounidense publicada en 1957 bajo el t¨ªtulo de Opus Posthumous. Tienen la ventaja, adem¨¢s, de que muchas son contradictorias: unas apuntan a lo que podr¨ªamos considerar compromiso transformador de la realidad (¡°la poes¨ªa es la respuesta cotidiana a la necesidad de poner en orden el mundo¡±) y otras a glosar el misterio de la inasible belleza del mundo (¡°la poes¨ªa es un fais¨¢n que desaparece en la espesura¡±).
Entre unas y otras se desarrolla la obra poli¨¦drica de Ernesto Cardenal, cuya Poes¨ªa completa acaba de publicar Trotta en un espl¨¦ndido volumen que permite una visi¨®n integral de la complejidad tem¨¢tica y estil¨ªstica del gran poeta, te¨®logo y pol¨ªtico nicarag¨¹ense. Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla son los editores de Tierra negra con alas (Vandalia, Fundaci¨®n J. M. Lara), desde ahora la m¨¢s completa (m¨¢s que las de Mihai Gr¨¹nfeld y Mirko Lauer) y representativa antolog¨ªa de la poes¨ªa de vanguardia latinoamericana disponible en el mercado.
Grafitis para neandertales (Eolas) es el nuevo artefacto po¨¦tico-agitador de Jorge Riechmann en el que, en versos, prosas, reflexiones y aforismos, se expresan las ansiedades de ¡°hombres y mujeres precipitados en una urgencia¡± ante el colapso ecol¨®gico del mundo ocasionado por el capitalismo. Por ¨²ltimo quiero resaltar, adem¨¢s de la nueva serie Rayo Azul de Huerga & Fierro (unos editores que llevan cuatro d¨¦cadas publicando poes¨ªa), cuyos primeros seis vol¨²menes acaban de aparecer, tres breves y muy diferentes libros de otras tantas excelentes poetas espa?olas: B de Boston, de Julia Piera (Papeles de Trasmoz);?No es el puente el deseo de cruzarlo?, de Antonia Casta?o (?rdora), y Muchacha de Castilla, de Mercedes Cebri¨¢n (La Bella Varsovia). En cuanto a Wallace Stevens, que como T. S. Eliot compagin¨® su trabajo como alto ejecutivo con su labor como poeta, recomiendo su Poes¨ªa reunida en edici¨®n de Andreu Jaume (DeBolsillo).
2. Pel¨ªculas
En un (para m¨ª, inolvidable) art¨ªculo publicado en Film Ideal a mediados de los sesenta, Terenci Moix (que entonces firmaba Ram¨®n, igual que Gimferrer se llamaba Pedro) escrib¨ªa: ¡°Hubo un estilo casi olvidado que requer¨ªa del amor. Comuni¨®n absoluta de unos hechos con unos receptores, de unas vidas repentinamente no-vidas con unas no-vidas repentinamente vidas¡±. Ese modo de caracterizar ciertas pel¨ªculas norteamericanas y a sus espectadores precisaba una idea del cine, muy influida por Cahiers du Cin¨¦ma y el cr¨ªtico Andr¨¦ Bazin, que compart¨ªa el grupo de brillant¨ªsimos j¨®venes cr¨ªticos progresistas que colaboraban en aquella revista absolutamente ins¨®lita en la m¨¢s bien gris¨¢cea vida cultural espa?ola.
La paradoja es que su fundador y director era F¨¦lix Martialay, un militar (e historiador del f¨²tbol) enamorado del cine que, tras la muerte del dictador, se destap¨® del todo escribiendo abundantes diatribas contra la democracia y acab¨® siendo el ¨²ltimo editor de El Alc¨¢zar, el diario de la derecha m¨¢s reaccionaria y golpista. Entre aquellos j¨®venes, verdaderos cineheridos cuya pasi¨®n por el s¨¦ptimo arte revest¨ªa caracter¨ªsticas de protesta cultural, se encontraba Augusto Mart¨ªnez Torres, que acaba de publicar (Huerga & Fierro) El cine de las s¨¢banas blancas, un memoir ¡ªes decir, algo m¨¢s limitado en tiempo y alcance que unas memorias¡ª en el que lo autobiogr¨¢fico (educaci¨®n sentimental, iniciaci¨®n sexual) se enlaza con las pel¨ªculas de su juventud y, de modo especial, con el recuerdo de los cines de Madrid, aquellos enormes palacios desaparecidos en los que transcurrieron algunos de los mejores momentos de su juventud y la de sus compa?eros.
Tambi¨¦n del cine y de sus m¨²sicas habla el estupendo trabajo de Andr¨¦s Amor¨®s, un erudito lleno de humilde y contagiosa pasi¨®n por el cine y la m¨²sica popular, T¨®cala otra vez, Sam (F¨®rcola), un recorrido a la vez sentimental y riguroso por algunas de las mejores m¨²sicas compuestas para y por el cine. C¨¢tedra, una editorial en cuyo cat¨¢logo ocupa un lugar especial el s¨¦ptimo arte y quienes lo hacen, ha publicado dos importantes obras ilustradas que pueden interesar a quienes busquen libros para regalar a los cin¨¦filos: el diccionario Flamenco y cine (de Carlos Aguilar y Anita Haas), el m¨¢s completo existente sobre dicha tem¨¢tica; y ¡®La Codorniz¡¯, de la revista a la pantalla (y viceversa), de Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, una amena y muy bien documentada historia de las relaciones e influencias entre el c¨¦lebre semanario c¨®mico y el cine a trav¨¦s de algunos de sus colaboradores y promotores m¨¢s conspicuos (Fern¨¢ndez Fl¨®rez, Edgar Neville, Conchita Montes, los hermanos Mihura, Tono, ?lvaro de Laiglesia, Azcona y tantos otros).
Por ¨²ltimo, dentro de la muy exigente colecci¨®n Luis Bu?uel de la editorial de la Universidad de Zaragoza, se ha publicado Man Ray: luces, c¨¢mara, revoluci¨®n, de Ana Puyol Loscertales, un recorrido por la vida y la obra de uno de los m¨¢s revolucionarios artistas del siglo XX.
3. Reconocimiento
Personalmente, no comulgo con el estilo period¨ªstico del se?or Garc¨ªa Ferreras. Me resultan dif¨ªcilmente soportables su histrionismo, su gestualidad, su unidimensional modo de conducir a sus colaboradores y a los televidentes a donde desea llevarlos. Pero tengo que reconocer que me encanta la idea de La Sexta de recomendar y comentar un libro cada d¨ªa durante los informativos (v¨¦ase ahoraqueleo.com), una estupenda iniciativa a la que no se hab¨ªa atrevido ninguna cadena. Solo espero que no todos los libros sean de la ¨®rbita de Planeta, la propietaria del medio. Y que Garc¨ªa Ferreras deje de emplear una y otra vez el adjetivo ¡°m¨¢gico¡± para hablar de los libros, un marbete muy t¨®pico que suelen usar los que no tienen mucho tiempo para perderlo ley¨¦ndolos.
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