Los platos rotos despu¨¦s de la fiesta
Alex de la Iglesia iene una imaginaci¨®n adscrita a la est¨¦tica de un c¨®mic crispado
Imagino a Alex de la Iglesia inmensamente feliz, rompiendo los platos al final de una fiesta griega. Despu¨¦s de una gran comilona, bajo un emparrado de El Pireo suena m¨²sica de sirtaki y los comensales se ponen a bailar en un corro trenzado con los brazos. Si Alex rodara esa escena, no le bastar¨ªa para rematarla con estrellar los platos contra el suelo. Los danzantes tendr¨ªan que romper jarras, vasos, soperas, manteles, cubiertos, sillas y mesas hasta dejarlo todo patas arriba. ¡°?Ha visto usted un desastre m¨¢s esplendoroso?¡±, exclama Anthony Quinn al final de la pel¨ªcula Zorba el Griego, cuando todos sus sue?os se han venido abajo.
Tal vez Alex de la Iglesia (Bilbao, de 54 a?os) piensa que si esta vida siempre acaba mal, e incluso en la realidad Gary Cooper muere de forma humillante, por qu¨¦ no buscar en esa destrucci¨®n un instante de belleza, de ¨¦xtasis, de delirio, de esplendor. Este director vasco lleva un Zorba convulso dentro, con una imaginaci¨®n adscrita a la est¨¦tica de un c¨®mic crispado. Para trabajar en una pel¨ªcula de Alex de la Iglesia los actores y las actrices tienen que estar en plena forma f¨ªsica porque a la m¨ªnima se ver¨¢n colgados de un alero sobre el vac¨ªo o tendr¨¢n que soportar que en la ¨²ltima escena del rodaje todo el escenario se les venga encima.
La pel¨ªcula El d¨ªa de la bestia lo consagr¨® como cineasta de prestigio y en ella demuestra su genio para la anticipaci¨®n. He aqu¨ª la cosa. El 25 de diciembre, d¨ªa de Navidad de 1995, iba a nacer el anticristo, seg¨²n el mensaje secreto que un cura vasco del santuario de Ar¨¢nzazu hab¨ªa cre¨ªdo encontrar en el Apocalipsis de san Juan. Era de suponer que el alumbramiento del maligno se producir¨ªa en Madrid, aunque se ignoraba el lugar exacto de semejante hecho escatol¨®gico. La violencia se hab¨ªa apoderado de la ciudad, en las calles se suced¨ªan actos vand¨¢licos a cargo de tribus urbanas extremistas y xen¨®fobas. Despu¨¦s de una ceremonia de invocaci¨®n, se present¨® el maligno bajo la forma de un macho cabr¨ªo y el enigma fue revelado. El anticristo iba a nacer en las torres inclinadas KIO de la plaza de Castilla. ?lex de la Iglesia en esta pel¨ªcula de ¨¦xito demuestra un gran sentido visionario.
En la plaza de Castilla naci¨® ciertamente el anticristo, pero no durante el rodaje, sino despu¨¦s, con los a?os, cuando de repente brot¨® del asfalto y tom¨® la figura de un enorme y detestable falo de oro falso, engendro de Calatrava, destinado a dar vueltas sobre s¨ª mismo como s¨ªmbolo de la corrupci¨®n y el desenfreno. ?Acaso ese v¨¢stago hortera, hoy roto y paralizado, no es la se?al inequ¨ªvoca que dej¨® el maligno? ?Por qu¨¦ quieres ser payaso? Porque si no ser¨ªa un asesino. Lecci¨®n de historia pol¨ªtica. La pel¨ªcula Balada triste de trompeta contiene una pelea sumamente violenta entre dos payasos, uno triste y otro cruel, ambos perturbados por el deseo de conquistar a una bell¨ªsima trapecista.
S¨ªmbolo de la lucha fratricida entre las dos Espa?as en permanente guerra civil, la acci¨®n de esta larga lucha a muerte se desarrolla en un circo entre griter¨ªo de monos y termina en la cruz del Valle de los Ca¨ªdos. Alex decide que la sangre corra en abundancia entre las figuras descomunales de granito mussoliniano de los evangelistas. Pose¨ªdos por el v¨¦rtigo de la altura, los actores se apu?alan all¨ª por esa mujer, que al final se despe?a en el vac¨ªo mientras un payaso bueno llora con el maquillaje convertido en expresi¨®n de una crueldad esperp¨¦ntica.
No sabr¨ªa decir por qu¨¦ imagino a Alex de la Iglesia inmensamente feliz pas¨¢ndolo en grande en el rodaje de esta secuencia en que Espa?a se despe?a desde lo alto de la cruz de los Ca¨ªdos. La mujer es esencial en las pel¨ªculas de ?lex de la Iglesia, maestro en el movimiento de actores en las escenas corales.
En La comunidad, unos vecinos se mueven amables y discretos por rellanos y escaleras del inmueble hasta que se descubre una maleta con 300 millones de pesetas de un anciano inquilino que acaba de fallecer. La voracidad se dispara, y esta vez los platos rotos de la fiesta colectiva se transforman en navajas de una avaricia brutal. En El bar, los clientes est¨¢n condenados a no poder salir a la calle, exactamente como sucede en el Congreso de los Diputados, donde los pol¨ªticos permanecen enredados en s¨ª mismos sin llegar a ninguna parte.
Si en estas cenas de Navidad se dejaran los m¨®viles sobre la mesa y se atendieran en voz alta las llamadas, ?no se demostrar¨ªa que todos los comensales son unos Perfectos desconocidos y la familia saltar¨ªa en pedazos junto con el besugo y la lombarda? Alex de la Iglesia no es de esos que se van al Himalaya a meditar. Unas veces gordo, otras delgado, unas veces riguroso, otras desencajado, lleno de humor y de sarcasmo, con una visi¨®n orgi¨¢stica de la vida piensa que si las cosas pueden ser complicadas por qu¨¦ hacerlas sencillas. Como dec¨ªa Cecil B. de Mille: para empezar, un terremoto, y despu¨¦s ya se ver¨¢.
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