Peligros para lo vern¨¢culo
Algunas dudas razonables sobre nuestra fascinaci¨®n actual hacia el arte de artistas sin formaci¨®n ni deseo de serlo
El popular ganchillo, y otras formas de artesan¨ªa con la aguja, territorio femenino ¡ªlo comentaba Parker en a. No es la primera vez que las ganchillistas toman las riendas y cubren pueblos como si de una obra de Christo se tratara. O mejor a¨²n y como se ha hecho en una poblaci¨®n extreme?a: usan bolsas de pl¨¢stico para convertirlas en sombrillas de ganchillo, un modo creativo para paliar los efectos del sol. Lo empez¨® un grupo de mujeres, pero se han unido algunos hombres.
El popular ganchillo, y otras formas de artesan¨ªa con la aguja, territorio femenino ¡ªlo comentaba Parker en The Subversive Stitch¡ª, ha ido entrando a los museos. O a las cafeter¨ªas al menos. Ha ocurrido en el CA2M de M¨®stoles, donde un grupo de amigas se reun¨ªan en el bar a hacer ganchillo y, al ver que la familia aumentaba, el museo decidi¨® instalar una mesa. All¨ª se da cita ahora un grupo amplio intergeneracional y ¨¦tnicamente hablando. Se han constituido en asociaci¨®n ¡ªTejiendo M¨®stoles¡ª y han tejido un toldo para librar el huerto urbano, que est¨¢ en la terraza, de los calores del verano madrile?o, colaborando con la asociaci¨®n ecologista, adem¨¢s.
Tambi¨¦n en el Muntref (Museo de la Universidad Tres de Febrero de Buenos Aires) pusieron en marcha un taller de intercambio de saberes: mujeres migrantes hac¨ªan talleres con estudiantes de Artes Electr¨®nicas de la universidad ¡ªmemorias textiles y pr¨¢cticas electr¨®nicas¡ª. Las tejedoras fueron invitadas despu¨¦s a participar en el proyecto de Martha Rosler dentro de la Bienal Sur, tambi¨¦n en Muntref.
Las tejedoras y quienes nunca aspiraron a ser artistas toman los museos y nos hacen reflexionar sobre esas otras formas de hacer
Nada m¨¢s excitante que constatar el modo en el cual se rompen las barreras, se mezclan las categor¨ªas, se hace visible lo invisible. Las tejedoras y el resto de artistas vern¨¢culos (los que nunca aspiraron a ser artistas) toman los museos y nos hacen reflexionar sobre esas otras formas de hacer. Ocurri¨® en algunas de las exposiciones que se presentaron con motivo del ARCO 2019 dedicado a Per¨², llenas de objetos que nunca aspiraron a ser arte, ni ser de artistas.
Sin embargo, despu¨¦s de mi primera emoci¨®n al constatar la rotura del concepto arte, se me plantea una serie de dudas razonables sobre nuestra fascinaci¨®n actual hacia lo vern¨¢culo (arte de artistas sin formaci¨®n ni deseo de serlo, arte de outsiders, ind¨ªgena¡) desde la alta cultura. Me preocupa que lo vern¨¢culo expuesto en las salas de los museos sea otro s¨ªntoma m¨¢s de ese discurso hegem¨®nico lleno de buenas intenciones, pero ¨¢vido de novedad y pureza. La pregunta que planteo, colectivamente, es si tenemos derecho a domesticar esas manifestaciones visuales, a convertirlas en art¨ªsticas en los lugares oficiales del arte. Si no ser¨¢ mejor dejar a las ganchillistas a su aire, proponiendo como en Muntref y M¨®stoles un mero intercambio de saberes, para evitar lo que ha pasado con el documento: se ha despolitizado, ha ca¨ªdo en las garras esnob del discurso culto que convierte todo en consumo.
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