Michaelina Wautier, la pintora surgida de unos almacenes
El Museo L¨¢zaro Galdiano cuelga un ¡°extraordinario¡± San Juan Bautista de la artista barroca, atribuido hasta ahora a Juan Mart¨ªn Cabezalero
Hace dos a?os, el reconocido galerista franc¨¦s Jacques Leegenhoek, especializado en pintura de los siglos XVII y XVIII, avis¨® a la profesora belga Katlijne Van der Stighelen de un cuadro que hab¨ªa visto trasteando en la web de un museo espa?ol. En el cat¨¢logo online se dec¨ªa que ese San Juan Bautista hab¨ªa sido pintado por Juan Mart¨ªn Cabezalero (1645-1673), autor vinculado a la escuela barroca madrile?a. El marchante galo ignor¨® la atribuci¨®n: estaba convencido de que era un cuadro de la pintora flamenca Michaelina Wautier (1617-1689), ¡°la dama principal del Barroco¡±. As¨ª titul¨® su exposici¨®n Van der Stighelen, inaugurada en el Museum Aan de Stroom de Amberes, en junio de 2018. En aquella primera retrospectiva particip¨® este excepcional lienzo, que el museo madrile?o acaba de colgar en sala, rescatado de los almacenes, con su nueva atribuci¨®n y fecha. La especialista en la historia de las mujeres artistas cree que data de 1655.
El cuadro tambi¨¦n ha multiplicado su valor. Carmen Espinosa, la conservadora jefe del Museo L¨¢zaro Galdiano, calcula que ahora rondar¨¢ los 400.000 euros. ¡°Antes, como pintura religiosa, no se habr¨ªa vendido si hubiera salido a subasta¡±, reconoce. Hay demasiada oferta y pocos compradores. El precio es una buena se?al del reconocimiento, dado que la pintora barroca apenas exist¨ªa antes de la retrospectiva de Amberes. Ahora su cat¨¢logo ¡°deber¨ªa crecer¡±, explica Espinosa, que muestra orgullosa el hallazgo de Van der Stighelen. ¡°Aqu¨ª somos tres personas y s¨®lo tenemos tiempo para conservar nuestro patrimonio¡±, lamenta.
La historiadora del arte belga viaj¨® a Madrid, cotej¨® los estudios de restauraci¨®n realizados por el Instituto del Patrimonio de Cultura de Espa?a (IPCE), contrast¨® los resultados con otros de pinturas atribuidas a la artista y determin¨®, sin duda, la nueva firma. El joven santo, se?ala Van der Stighelen en el cat¨¢logo, ¡°tiene un parecido sorprendente con el ni?o rubio que sopla burbujas¡± en la pintura de la artista que se conserva en el Museo de Seattle. La especialista cree que es un modelo real que la artista utiliz¨® para varias pinturas. ¡°Su mirada concentrada y muy acentuada le da una expresi¨®n seria e introvertida¡±, asegura.
El protagonista, con la cruz de ca?a y el cordero como atributos propios, gira su cabeza de manera inesperada y encuentra un fogonazo de luz directo al rostro y su pecho desnudo. A la historiadora del arte le parece una escena conmovedora. Y llama la atenci¨®n sobre la elecci¨®n de un ni?o vulnerable para representar a una figura capital del cristianismo. ¡°La t¨¦cnica de Wautier es suelta y el pincel audaz contribuye a la concepci¨®n dram¨¢tica de la escena¡±, sostiene Van der Stighelen. La destreza t¨¦cnica de Michaelina y sus composiciones ins¨®litas la convierten en un moderno referente de su tiempo.
La pintura lleg¨® a la colecci¨®n de Jos¨¦ L¨¢zaro en 1913 y fue le¨ªda por los grandes historiadores del arte de manera err¨®nea. No se imaginaron que pudiera ser obra de un artista extranjero y nunca se plantearon la hip¨®tesis de una mujer. Ni El¨ªas Tormo, ni el propio L¨¢zaro, ni Cam¨®n Aznar, ni Alfonso P¨¦rez S¨¢nchez atinaron. ¡°Ahora, las teor¨ªas de esos grandes nombres de historiadores ya no valen¡±, explica la conservadora del museo, que espera tener tiempo para investigar y redactar una nueva ficha sobre este lienzo, del que destaca la libertad con la que experiment¨® Wautier en plena madurez art¨ªstica.
El relato de la historia ha ignorado a la hija del taller de los Wautier -que abarc¨® todos los g¨¦neros pict¨®ricos-, sepultada por la presencia de su hermano. ¡°?l era el marchante y ella la pintora que ayudaba a su padre¡±, explica Carmen Espinosa ante la pintura. ¡°Nunca nadie se plante¨® que podr¨ªa ser una mujer, como sucede en la mayor¨ªa de los an¨®nimos que se conservan¡±, apunta. ¡°Debemos mirar la historia del arte desde un punto de vista m¨¢s abierto: hay que poner el acento en el contexto social, pol¨ªtico y econ¨®mico¡±, a?ade Espinosa.
La obra rescatada ahora se expuso hasta la reforma del museo, en 2001. ¡°Ahora tiene inter¨¦s porque demostramos su autor¨ªa, porque es de una calidad extraordinaria, porque hay que recuperar y mostrar a las mujeres pintoras y porque es la ¨²nica pintura atribuida, de momento, a Wautier en Espa?a¡±. Por eso y porque podr¨ªa estar en el Museo del Prado, reconoce Espinosa. Con este San Juan Bautista, el L¨¢zaro Galdiano suma tres obras, junto con un cuadro atribuido a Sofonisba Anguissola y una miniatura de Teresa Nicolau, de tres pintoras.
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