La esperanza de un padre
Ambientada en un inh¨®spito pueblo de la Am¨¦rica profunda, est¨¢ presidida por la fascinaci¨®n infantil por el extra?o
Charles Dickens, como suelen hacer los grandes escritores, estableci¨® el modelo: un ni?o necesitado de una figura paterna ideal la encuentra en el lugar m¨¢s insospechado, en la personalidad contradictoria pero noble de un convicto herido al que se encarga de cuidar y curar en soledad, mientras las fuerzas del orden lo buscan y el cr¨ªo comienza a adquirir ense?anzas del mundo real, pr¨¢cticas, moralmente ambiguas, de enorme concreci¨®n. Fue en Grandes esperanzas, influyente novela de 1860 que ha servido a otros escritores y cineastas para establecer exactos subtextos en una trama semejante: el fin de la inocencia, el encuentro con la lealtad y el apoyo efectivo e implacable. El ¨²ltimo de ellos, el canadiense Christopher Cantwell en Vidas en pedazos (en Filmin desde el 30 de marzo), ambientada en un inh¨®spito pueblo de la Am¨¦rica profunda y presidida por la fascinaci¨®n infantil por el extra?o.
Son unas cuantas las pel¨ªculas que han seguido el molde dickensiano para llevarlo a su propio terreno y en distintos g¨¦neros: Gloria, de John Cassavetes; Mud, de Jeff Nichols, quiz¨¢ la obra con la que mejor pueda emparentarse Vidas en pedazos, aunque sin llegar al alt¨ªsimo nivel del autor de Take shelter. Cantwell, debutante en cine, centra su mirada en la figura de un cr¨ªo sordo y retra¨ªdo al que maltratan incluso en su escuela para ni?os especiales. Su mirada y tambi¨¦n su o¨ªdo, porque en variadas secuencias el director aplica el punto de vista del chaval (punto de o¨ªdo, en este caso) para intentar introducir al espectador en sus singulares resonancias. Y se ayuda adem¨¢s de una interesante banda sonora de tono envolvente, desplegada en un doble sentido: una parte m¨¢s conceptual, notas repetidas y alargadas casi como pitidos de un aud¨ªfono; y otra m¨¢s mel¨®dica, entroncando con la americana y el country, notas desgarradas de cuerda en la Dakota del Norte donde se sit¨²a el relato.
Con situaciones que pueden recordar a El esp¨ªritu de la colmena, de V¨ªctor Erice, a esa ni?a cuidando a un miembro del maquis al que vincula con Frankenstein, Vidas en pedazos es escueta (no llega ni a la hora y media), honesta y sencilla. Aunque quiz¨¢ le falte algo para escapar del arquetipo del indie estadounidense de nieve por fuera y fuego por dentro, l¨²gubre y a veces un tanto convencional a causa de sus demasiado esperados pasos. Sus responsables han preferido la calidez de lo confortable a la angustia de lo imprevisible; incluso en su reparto, con tres excelentes int¨¦rpretes, Aaron Paul, Mary Elizabeth Winstead y Scoot McNairy, acompa?ando a un ni?o muy expresivo: Danny Murphy. Eso s¨ª, todos donde se les espera, con Paul una vez m¨¢s en una l¨ªnea poco distante de su Jesse de Breaking Bad. ?l es uno de los productores y parece c¨®modo en su encasillamiento, pero a la pel¨ªcula le hubiese venido fenomenal un cambio de roles: McNairy, en el de Paul, y viceversa. Misma historia, con m¨¢s recovecos emocionales.
Vidas en pedazos
Direcci¨®n: Christopher Cantwell.
Int¨¦rpretes: Danny Murphy, Aaron Paul, Scoot McNairy, Mary Elizabeth Winstead.
Plataforma: Filmin.
G¨¦nero: drama. Canad¨¢, 2019.
Duraci¨®n: 90 minutos.
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