Karen Armstrong: ¡°Cuando arrinconamos a la religi¨®n, surge el fundamentalismo¡±
La escritora sostiene que los libros sagrados nunca fueron le¨ªdos de forma literal, sino ¡°inventiva y m¨ªstica¡±. Al menos hasta que apareci¨® una reacci¨®n integrista a la modernidad
En su caser¨®n en el norte de Londres, entre altas estanter¨ªas rebosantes de libros, Karen Armstrong vive con serenidad el aislamiento social por la crisis del coronavirus. ¡°Mi vida no ha cambiado tanto porque vivo sola. Necesito la soledad que tanta gente no sabe disfrutar. No puedes ser escritora de otra manera¡±. Sus 75 a?os le permiten hacer la compra sin agobios en el horario reservado a los mayores en el supermercado de su barrio de Islington. Est¨¢ convencida de que esta crisis nos cambiar¨¢. ¡°Deber¨ªamos aprovechar est...
En su caser¨®n en el norte de Londres, entre altas estanter¨ªas rebosantes de libros, Karen Armstrong vive con serenidad el aislamiento social por la crisis del coronavirus. ¡°Mi vida no ha cambiado tanto porque vivo sola. Necesito la soledad que tanta gente no sabe disfrutar. No puedes ser escritora de otra manera¡±. Sus 75 a?os le permiten hacer la compra sin agobios en el horario reservado a los mayores en el supermercado de su barrio de Islington. Est¨¢ convencida de que esta crisis nos cambiar¨¢. ¡°Deber¨ªamos aprovechar este confinamiento para pensar en serio sobre el futuro: no solo el nuestro, sino el de la naturaleza y la humanidad¡±.
En la misma casa en que recibi¨® al periodista en 2015 ha empezado a trabajar en un libro sobre religi¨®n y naturaleza, otro para la casi treintena que ha escrito sobre la espiritualidad humana. A Armstrong (Worcestershire, Inglaterra, 1944) le interesan todas las creencias y se guarda las suyas desde que colg¨® los h¨¢bitos tras ser monja cat¨®lica entre 1962 y 1969. Es una autoridad mundial en el estudio de la religi¨®n, que le vali¨® el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2017, el TED o el t¨ªtulo de Oficial de la Orden del Imperio Brit¨¢nico.
Su ¨²ltimo libro, El arte perdido de las Escrituras (Paid¨®s), es un recorrido apabullante por las religiones desde sus antiqu¨ªsimas ra¨ªces hasta la actualidad. El lector se dar¨¢ cuenta de que los libros sagrados ¡ªla Biblia, la Tor¨¢, el Cor¨¢n, los Vedas indios, los Cl¨¢sicos confucionistas...¡ª estaban vivos, ven¨ªan de tradiciones orales, se recitaban m¨¢s que se le¨ªan, eran parte de rituales, fueron reescritos una y otra vez, ampliados y corregidos, reinterpretados en cada ¨¦poca. Y, lo m¨¢s importante, serv¨ªan para la experiencia trascendente, pero no fueron entendidos literalmente, como palabra inmutable ni como verdades cient¨ªficas o hist¨®ricas. No fue as¨ª, al menos, hasta la modernidad.
¡°Queremos tener raz¨®n en vez de ser compasivos, que nuestra religi¨®n sea la mejor, lo que implica que todas las dem¨¢s est¨¢n equivocadas. Olvidamos que cuando hablamos de Dios, Brahman o el Tao, hablamos de lo trascendente y nadie tiene la ¨²ltima palabra¡±
¡°Demasiados creyentes y no creyentes leen los textos sagrados de forma obstinadamente literal y muy alejada del enfoque m¨¢s inventivo y m¨ªstico de la espiritualidad premoderna¡±, escribe. Los autores de esas escrituras no ocultaban las contradicciones y agregaban creencias distintas (por ejemplo, los cultos a Yahv¨¦ y a Elohim, previos al juda¨ªsmo), porque antes que el monote¨ªsmo existi¨® la monolatr¨ªa: adorar al dios local sin pretender que fuera el ¨²nico. Luego el cristianismo se empap¨® de helenismo, que era la primera filosof¨ªa secular. En Oriente, se influ¨ªan entre s¨ª lo que llamamos hinduismo, budismo, confucionismo o tao¨ªsmo, dando lugar a sincretismos. Ning¨²n credo es puro.
La fe no es algo privado
?Acaso es el fundamentalismo de cualquier religi¨®n un fen¨®meno moderno? ¡°Es una respuesta a la modernidad. En todos los lugares donde se ha establecido un gobierno laicista que intenta arrinconar la religi¨®n en la esfera privada, surge una respuesta fundamentalista que trata de devolver la fe al centro del escenario¡±, responde en una conversaci¨®n a trav¨¦s del correo electr¨®nico.
La palabra fundamentalismo, de hecho, no aparece hasta principios del siglo XX en EE UU, ligada a movimientos cristianos. Ah¨ª surgi¨®, por ejemplo, el creacionismo. ¡°Pero el t¨¦rmino fundamentalista no sirve para otros movimientos. En el mundo isl¨¢mico, por ejemplo, hay muy poca preocupaci¨®n por la doctrina y la creencia; en vez de eso, los radicales islamistas se movilizan contra lo que perciben como injusticia social¡±.
La intervenci¨®n de los imperios o potencias de cada ¨¦poca modific¨® los mapas de la religiosidad. Por ejemplo, fue la colonizaci¨®n inglesa la que acu?¨® el concepto de hinduismo para agrupar una diversa colecci¨®n de creencias. ¡°Los brit¨¢nicos crearon el hinduismo a su propia imagen y semejanza, y dejaron de forma involuntaria un legado de sectarismo en el subcontinente¡±, explica. Incapaces de entender la complejidad local, los brit¨¢nicos dividieron a la poblaci¨®n en musulmanes, sijs, cristianos e hind¨²es. ¡°Jam¨¢s ha existido una religi¨®n organizada al estilo occidental llamada hinduismo¡±, sentencia. Cuando ese nuevo hinduismo se identific¨® con la naci¨®n india, musulmanes y sijs se vieron acosados y se radicalizaron a su vez.
¡°Europa es extremadamente laicista, pero en casi todo el resto del mundo, incluido EE UU, la religi¨®n est¨¢ en auge. La espiritualidad es innata en los humanos, todos buscamos experiencias trascendentes¡±
Armstrong rechaza la idea de que la religi¨®n ha hecho m¨¢s por separarnos que por unirnos. ¡°No es la religi¨®n, es la naturaleza humana. Somos una especie violenta¡±, explica. ¡°Queremos tener raz¨®n en vez de ser compasivos, que nuestra religi¨®n sea la mejor, lo que implica que todas las dem¨¢s est¨¢n equivocadas. Olvidamos que cuando hablamos de Dios, Brahman o el Tao, hablamos de lo trascendente y nadie tiene la ¨²ltima palabra. Nadie sabe qu¨¦ es Dios y qu¨¦ no es Dios¡±.
La pensadora analiza a fondo las derivas integristas, pero incluye ah¨ª el laicismo agresivo, porque la fe nunca fue un asunto privado. ¡°Todas las religiones, sin excepci¨®n, nos dicen que la espiritualidad no es un fin en s¨ª mismo; no tiene valor a menos que se exprese en la compasi¨®n, en la regla de oro: nunca trates a los dem¨¢s como no quieres que traten. Eso implica compromiso pol¨ªtico y p¨²blico. Confucio, Buda, los profetas de Israel, Jes¨²s y Mahoma insisten en esto¡±. Considera que ¡°Europa es extremadamente laicista, pero en casi todo el resto del mundo, incluido EE UU, la religi¨®n est¨¢ en auge. La espiritualidad es innata en los humanos, todos buscamos experiencias trascendentes¡±. Armstrong ubica el impulso religioso, al igual que el art¨ªstico, en el hemisferio derecho del cerebro, m¨¢s hol¨ªstico que anal¨ªtico.
Le alarma el auge de la islamofobia. ¡°Despu¨¦s del holocausto nazi, dijimos: nunca m¨¢s. Pero en los noventa hab¨ªa campos de concentraci¨®n en Bosnia, a las afueras de Europa. Este prejuicio es una desgracia para todos¡±. Explica que la yihad, la lucha personal, no se entendi¨® en clave belicista hasta las cruzadas, y luego cuando las potencias occidentales se repartieron el mundo ¨¢rabe.
Sesgo masculino
Tampoco comparte que el islam sea particularmente machista. ¡°La religi¨®n no es diferente de cualquier otra esfera de la vida humana en su sesgo masculino. En Occidente estigmatizamos al islam por eso, pero cuando los cruzados se establecieron en Tierra Santa en el siglo XII, los musulmanes de Palestina y Siria se horrorizaron por c¨®mo trataban a sus mujeres. El Cor¨¢n otorga a las mujeres derechos legales de herencia y divorcio que las occidentales no disfrutar¨ªan hasta el siglo XIX¡±, cuenta. Tambi¨¦n Pablo hab¨ªa escrito que Cristo no distingue var¨®n y mujer, en contra de la realidad patriarcal de la Iglesia.
¡°Ahora estamos encerrados, y sabemos qu¨¦ son el miedo, la ansiedad y la p¨¦rdida de libertad. Las escrituras nos dicen que debemos sanar el dolor del mundo y que esta experiencia deber¨ªa cambiar nuestra cortedad de miras¡±
Su concienzudo estudio de las creencias incluye, claro, al agnosticismo, cuyas ra¨ªces echa m¨¢s atr¨¢s de la Ilustraci¨®n. ¡°Los primeros librepensadores y ateos no fueron los fil¨®sofos de la Ilustraci¨®n sino los jud¨ªos espa?oles obligados a convertirse al cristianismo por la Inquisici¨®n¡±. En los siglos XVI y XVII, los llamados marranos derivaron a una fe h¨ªbrida, impregnada de racionalismo, que les llev¨® al estudio cient¨ªfico. Su Dios, dice, ¡°era el Primer Motor aristot¨¦lico, que jam¨¢s interven¨ªa en los asuntos mundanos¡±.
Del libro se deduce que las religiones son creaciones humanas. Entonces, ?por qu¨¦ creer en sus dioses? ¡°El arte tambi¨¦n es una creaci¨®n humana, y la religi¨®n es una forma de arte. Se expresa mejor en los t¨¦rminos del arte, la poes¨ªa, la danza o la m¨²sica, y lo hace peor cuando trata de convertirse en algo cient¨ªfico o racional¡±. El problema surge, concluye, cuando las religiones organizadas ¡°se convierten en ¨ªdolos y se creen por encima de la realidad sagrada que tratan de promover¡±.
Esta escritora encuentra lecciones valiosas hoy en libros milenarios. ?Qu¨¦ nos dicen de los desaf¨ªos actuales, del cambio clim¨¢tico o de esta inesperada crisis del coronavirus? ¡°Las escrituras orientales, en especial las chinas, siempre han estado muy preocupadas por el entorno natural, que consideran fr¨¢gil. Pero, como indican las escrituras budistas, la naturaleza puede ser feroz y aterradora. Lo vemos con este virus que no podemos controlar a pesar de nuestros avances tecnol¨®gicos. Ahora estamos encerrados, y sabemos qu¨¦ son el miedo, la ansiedad y la p¨¦rdida de libertad. Las escrituras nos dicen que debemos sanar el dolor del mundo y que esta experiencia deber¨ªa cambiar nuestra cortedad de miras¡±.