C¨¢rceles sin ideolog¨ªa

Desde una clasificaci¨®n quiz¨¢ un tanto restrictiva, el subg¨¦nero de las pel¨ªculas de fugas carcelarias se podr¨ªa dividir en dos: las de presos comunes y las de presos pol¨ªticos. Las primeras tienen como esencia la amistad y la solidaridad en un entorno opresivo, la esperanza en la fuga, su metodolog¨ªa y preparaci¨®n, y finalmente su ejercicio. Las segundas poseen todo esto, pero deben a?adir primordiales matices ideol¨®gicos, hist¨®ricos y anal¨ªticos de cada una de las fuerzas enfrentadas: la de los carceleros, y no tanto los funcionarios como los ide¨®logos y poseedores del poder y del gobierno, y la de los prisioneros, sentenciados a la privaci¨®n de la libertad por oponerse a los primeros mediante acciones de lucha por la democracia m¨¢s o menos morales.

Fuga de Pretoria, pel¨ªcula brit¨¢nica dirigida por Francis Annan, basada en hechos reales acaecidos en la Sud¨¢frica del apartheid, deber¨ªa ser una obra de la segunda vertiente. Sin embargo, salvo apenas unos minutos en su inicio, de corte casi documental, solo se centra en las caracter¨ªsticas de la primera. Y eso tiene poco sentido.

Con independencia de la clamorosa ausencia de reflexi¨®n pol¨ªtica, el trabajo de Annan, basado en el libro escrito por su protagonista, el miembro del Congreso Nacional Africano Tim Jenkin, interpretado aqu¨ª por Daniel Radcliffe, aboga por el suspense continuo. Y, en eso s¨ª, hay un buen manejo del tiempo y del espacio, componiendo una suma de situaciones de tensi¨®n que, para los que solo busquen entretenimiento, puede resultar gozosa y suficiente pues, adem¨¢s, el debutante Annan juega bien con los silencios y no suma tensi¨®n con el subrayado de la banda sonora musical sino con su ausencia.

Sin embargo, para los que reclamen un examen hist¨®rico, un an¨¢lisis de comportamientos y de conciencias, sobre todo entre los carceleros de la minor¨ªa blanca del pa¨ªs, solo encontrar¨¢n personajes de brocha gorda. Frente a las reclamaciones de libertad y democracia, de igualdad de derechos entre negros y blancos, el contraplano es el de unos fantoches, y no el de unos seres humanos terribles. Y ni siquiera se aprovecha para alg¨²n di¨¢logo con enjundia el hecho de que los protagonistas sean activistas blancos en una sociedad de dominio de los suyos y de segregaci¨®n de la raza negra.