Un reencuentro solitario

Fin de siglo no es una pel¨ªcula sobre una historia de amor sino sobre el recuerdo de una historia de amor. El largo paseo por Barcelona que abre la pel¨ªcula es un silencio de doce minutos que se trunca cuando despu¨¦s de un d¨ªa de sol y playa el solitario paseante que persigue la c¨¢mara se acaba cruzando con otro hombre. Una camiseta de Kiss como gancho y el sexo de una noche que resulta ser otra cosa, un reencuentro inesperado.

Ganadora como Mejor Pel¨ªcula Argentina del ¨²ltimo festival Bafici, Fin de siglo ocurre en el presente y veinte a?os antes, en los estertores del siglo. Un sutil juego con el tiempo que se revela poco a poco y que es el coraz¨®n de la pel¨ªcula. Un flashback envuelto en una bruma on¨ªrica porque ocurre en el presente, donde la soledad parece el ¨²nico asunto relevante y recurrente. De hecho, los dos amantes, en un rom¨¢ntico plano desde lo alto de Barcelona, hablan de eso, de la soledad. La ciudad en la que al parecer se conocieron dos d¨¦cadas antes, en la que so?aban con pel¨ªculas sobre el milenio o vivir como escritores, ahora solo es un piso tur¨ªstico vac¨ªo, con su nevera vac¨ªa y su vida vac¨ªa. El lugar adecuado para revivir lo que no pudo ser.

La ¨®pera prima del argentino Lucio Castro, un dise?ador de moda afincado en Nueva York, es una delicada historia sobre la juventud y sus miedos (el despertar sexual, el sida) y una dolorosa reflexi¨®n sobre la madurez condenada a la cruel compa?¨ªa de los recuerdos. Aferrado a un envolvente naturalismo, Castro ni rejuvenece ni envejece a sus dos interpretes porque en su audaz propuesta no hay pasado sino solo presente. La vigilia de un hombre que est¨¢ de paso en la ciudad que pudo haber cambiado su vida.