Manuel Carrasco: relato de un confinamiento con un reci¨¦n nacido, el abatimiento y 200.000 entradas vendidas
Al cantante andaluz le sorprendi¨® el periodo de aislamiento en el hospital, con su hijo en brazos. Ya en casa, ha tenido que tomar medidas para no verse afectado psicol¨®gicamente y ha compuesto una canci¨®n
A Manuel Carrasco le pill¨® el virus en un quir¨®fano, ataviado con una bata y un gorrito verdes y con un beb¨¦ en los brazos. Su hijo Manuel acababa de nacer. Le ocurri¨® lo mismo a algunos espa?oles. Fue el d¨ªa antes del confinamiento, mediados de marzo. El peque?o vino al mundo por ces¨¢rea. A su pareja, la periodista Almudena Naval¨®n, le recomendaron que acortase los d¨ªas preceptivos de reposo en el hospital para estar aislada en casa cuanto antes, a salvo del virus con su beb¨¦. Salieron de all¨ª, ella con dolores, Carrasco con estr¨¦s y el cr¨ªo llorando.
Carrasco (Huelva, 39 a?os) dice que no duerme bien desde hace un mes. Le pasa a mucha gente en estos d¨ªas de t¨²neles negros sin luz que divisar. 200.000 personas tienen hoy en sus casas una entrada para asistir a un concierto de Manuel Carrasco en las pr¨®ximas semanas, aunque es muy posible que esos recitales se tengan que posponer (Bilbao, Barcelona, Sevilla, M¨¢laga, Madrid...). Eso no le pasa a casi nadie en nuestro pa¨ªs: llenar estadios. El andaluz es el cantante espa?ol que m¨¢s gente convoca en la actualidad. Pero ¨¦l est¨¢ abatido y agotado. ¡°Llevo un mes sin dormir. Entre el beb¨¦ y todo lo que tenemos encima creo que no he dormido tan poco en mi vida. Cada vez me duele m¨¢s todo, estoy reventado. No he tenido menos tiempo en mi vida, aun estando en casa. Tengo la sensaci¨®n de tener una nube negra encima¡±, dice.
¡°Llevo un mes sin dormir. Entre el beb¨¦ y todo lo que tenemos encima creo que no he dormido tan poco en mi vida. Cada vez me duele m¨¢s todo, estoy reventado. No he tenido menos tiempo en mi vida, aun estando en casa. Tengo la sensaci¨®n de tener una nube negra encima¡±
Est¨¢ en Madrid, donde vive. Se le escucha y se le ve bien en la videollamada, en la habitaci¨®n de su hija mayor, Chloe, de dos a?os y medio. Ha elegido ese espacio porque ¡°es el m¨¢s luminoso¡± de la vivienda. Hace solo unos meses el cantante reun¨ªa a 55.000 personas en el estadio Metropolitano de Madrid. Ha pasado poco tiempo, pero aquellas im¨¢genes de gente apretada, intercambiando su olor corporal, abraz¨¢ndose, bes¨¢ndose, restreg¨¢ndose¡ esas im¨¢genes parecen de otra vida. ¡°S¨ª, s¨ª, ahora cuesta creer que eso vuelva a pasar. Pero espero que s¨ª. De hecho me llegan muchos mensajes de gente que ve estos d¨ªas ese concierto en internet. No s¨¦ cu¨¢ndo vamos a poder hacer un concierto como ese. Pero, bueno, hay gente con problemas mucho m¨¢s grandes que el que yo pueda tener como m¨²sico".
Es verdad. La pandemia est¨¢ dejando un turbio camino zigzagueante que nadie sabe explicarnos c¨®mo salir de ¨¦l. "Creo que en este momento se nos est¨¢ bajando esa sensaci¨®n de poder que ten¨ªamos. Nos cre¨ªamos poderosos. Y de un plumazo ya no es as¨ª. La vida nos ha dado una lecci¨®n y tenemos que aprender. Vamos a perder muchas cosas que ten¨ªamos, aparte del drama que estamos viviendo en muertes. Y no sabemos d¨®nde vamos ni d¨®nde estamos. No lo sab¨ªan los que ten¨ªan que saberlo, imag¨ªnate nosotros¡±, reflexiona.
Carrasco habla con el sentido com¨²n del perplejo, como todos en estos momentos. Pero ¨¦l soporta alguna responsabilidad extra por su condici¨®n de ¨ªdolo. Que su gira de los pr¨®ximos meses se clausure supone que unas 100 familias de trabajadores (t¨¦cnicos, transportistas, m¨²sicos, relaciones p¨²blicas, responsables de bares, obreros¡) se queden sin ingresos.
Cuando usted acuesta a los ni?os, se relaja y se pone una copa de vino, ?qu¨¦ se le pasa por la cabeza? Pienso en este sinsentido que estamos viviendo. Hay muchas cosas que no sabemos, como qu¨¦ hay detr¨¢s de todo esto. Y quiz¨¢ no lo sepamos nunca. Pero suena raro todo lo que est¨¢ pasando, suena raro.
Le noto abatido. Es que estamos en una gran cat¨¢strofe. Ya no veo ni las noticias desde hace diez d¨ªas. Estamos un poco mejor en casa sin verlas. Es que si no te vienes abajo. Leo de vez en cuando lo que pasa, para enterarme e intento estar lo mejor posible. En la familia no tenemos ning¨²n afectado, por eso no me quejo de nada. Siento que dentro de lo que cabe estoy en una buena situaci¨®n.
Usted da la sensaci¨®n de encarar los problemas de cara, de no venirse abajo f¨¢cilmente. Es que no vivo solo. Nos vinimos del hospital reci¨¦n nacido el beb¨¦. Fue una ces¨¢rea. Ella est¨¢ muy sensible. Hay ciertas cosas que no podemos ver en casa. Al final estamos hablando de lo mismo 24 horas, y necesitamos la energ¨ªa para dedicarnos a los dos ni?os.
A¨²n as¨ª ha escrito un canci¨®n de mensaje positivo, ¡®Prisi¨®n esperanza¡¯. No s¨¦ ni c¨®mo la he escrito. Lo digo de verdad. No hab¨ªa pensado en escribirla en ning¨²n momento. No ten¨ªa ganas. No estaba en situaci¨®n de escribir nada. Lo hice de madrugada. Y sali¨®. Durante estos d¨ªas me he sentido un poco m¨¢s feliz, porque he estado entretenido.
Hay una frase en la nueva canci¨®n (cuyos beneficios se donar¨¢n al Banco de Alimentos) de Carrasco que dice: ¡°La soberbia y la codicia, la ambici¨®n del ser humano, con licencia para todo, de lo bueno y de lo malo¡±. El m¨²sico la explica: ¡°El planeta nos ha dado un aviso. Vamos a un ritmo muy acelerado, empezando por los dirigentes, que son los que toman las grandes decisiones. Todo esto nos ha hecho ver que no somos nada, que cuando la situaci¨®n se pone grave no somos capaces de reaccionar. Esa ambici¨®n que tenemos, el creernos invencibles. Pues no lo somos¡±. Y pone ejemplos: ¡°Boris Johnson o Trump. Le quitaron hierro al asunto, incluso se rieron de ello. Y ahora est¨¢n viviendo el drama. ?Hasta d¨®nde va a llegar la ambici¨®n del ser humano que no escucha lo que ocurre?¡±.
Al final de la conversaci¨®n, quiere mostrarse optimista: ¡°Quiero pensar que algo positivo sacaremos de esto. Yo soy un so?ador. Por lo menos aprenderemos a valorar ciertas cosas. Pero ser¨¢ dif¨ªcil, porque somos as¨ª, no tenemos memoria. A¨²n as¨ª tenemos una oportunidad de oro ?eh? Si no aprovechamos para que la emoci¨®n sea compartida, vamos a perder una oportunidad de oro¡±.
Lo que m¨¢s le calma estos d¨ªas es una m¨²sica inesperada. ¡°Es la que pongo a mi beb¨¦ por las noches, que es la t¨ªpica de piano. Y pienso: ¡®Joer, no s¨¦ si le est¨¢ sentando mejor a ¨¦l o a m¨ª¡±. Y Carrasco acaba la charla con una sonrisa¡
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