Aleix Sal¨®: ¡°El virus que no va a dejar de extenderse es el de la extrema derecha¡±
El humorista gr¨¢fico vuelve a la carga, tras siete a?os de silencio, con ¡®Todos nazis¡¯, un certero an¨¢lisis del momento de crispaci¨®n pol¨ªtica que atraviesa Espa?a y el resto del planeta
El humorista gr¨¢fico Aleix Sal¨® (Ripollet, 37 a?os) retrat¨® con una epatante lucidez a su generaci¨®n, la de los nacidos en los ochenta, la Generaci¨®n Burbuja, en los inicios de una carrera mete¨®rica (all¨¢ por 2009) que se detuvo s¨²bitamente hace siete a?os. Antes de que lo hiciera, public¨® otros tres an¨¢lisis, a¨²n m¨¢s dolorosamente certeros, en forma de hilarantes y puntillosos dardos gr¨¢ficos: Espa?ist¨¢n Este pa¨ªs se va a la mierda (2011); Simiocracia: Cr¨®nica de la Gran Resaca Econ¨®mica (2012) y Euro Pesadilla: Alguien se ha comido a la clase media (2013). Luego, el silencio. Su regreso iba a ser sonado. En las cercan¨ªas de Sant Jordi y nada menos que con un disparo al epicentro del hurac¨¢n de la crispaci¨®n pol¨ªtica: un ataque frontal a la extrema derecha que, en todo el mundo, y tambi¨¦n en Espa?a, ha aprovechado el uso abusivo de t¨¦rminos como facha y nazi para legimitar su discurso, o como bien dice ¨¦l mismo en los proleg¨®menos de Todos nazis (Reservoir Books), ¡°c¨®mo Espa?a se llen¨® de fascistas hasta que llegaron los fascistas¡±.
La pandemia ha aplazado la publicaci¨®n f¨ªsica del libro que, sin embargo, ya est¨¢ disponible en ebook. Sal¨®, que pasa estos d¨ªas en casa de sus padres, en Ripollet ¨C ¡°iba a mudarme a un apartamento justo cuando se instaur¨® la cuarentena¡±, dice ¨C, le resta importancia al formato en que el libro puede llegar a sus lectores. ¡°Mi trabajo se asienta principalmente en Internet, as¨ª que no me importa que de momento los lectores solo puedan leer el libro en ebook. A mis lectores tampoco creo que les importe. Los libros digitales tienen cada vez precios m¨¢s asequibles por fortuna. Ya era hora. Siempre me negu¨¦ a vender mis ebooks por m¨¢s de cinco euros¡±, asegura. ?Y el silencio, a qu¨¦ se ha debido? ¡°He estado enfocado en encargos y otros proyectos. Me han ido rondado ideas de libros o videos en la cabeza, pero nada que me convenciera lo suficiente o que me viera capaz de acabar¡±, contesta. Hasta ahora. La sensaci¨®n, en su caso, es siempre la de que algo acaba cabre¨¢ndole tanto que no tiene otro remedio que diseccionarlo.
Tras repasar el uso y sobreuso que la izquierda ha hecho del ep¨ªteto ¡°facha¡± me pregunto si no hemos ayudado a allanar el terreno para que la extrema derecha irrumpiera y se aposentara sin un rasgu?oAleix Sal¨®
¡°?Eso parece? Vaya, espero no resultar cargante. Mi intenci¨®n no es otra que la del resto de humoristas gr¨¢ficos: hacer s¨¢tira de la actualidad. Y eso te lleva inevitablemente a hablar de lo peor de la actualidad para hacerla m¨¢s digerible o comprensible al lector¡±, dice. En este caso, las protagonistas son dos palabras: nazi y facha. Y, claro, la crispaci¨®n pol¨ªtica, la b¨²squeda sistem¨¢tica de culpables que paraliza, todo el tiempo y en todas partes, la pol¨ªtica, y el vodevil en el que vive inmersa la ciudadan¨ªa, espectadora y a la vez parte activa, desde sus cuentas de Twitter, pero tambi¨¦n, cada vez m¨¢s, desde la calle, a tan repetitiva representaci¨®n. Se ha instaurado, se apunta en el libro, un ¡®opino, luego existo¡¯ que no pretende contrastar ideas sino derrotar al adversario, algo que se ha trasladado a la clase pol¨ªtica desde el ciudadano de a pie. ¡°Los pol¨ªticos son, al fin y al cabo, un reflejo nuestro¡±, dice Sal¨® que, sin embargo, no cree que sean negativas las confrontaciones dial¨¦cticas en el Congreso ¡°siempre que no degenere en un bloqueo permanente de todo¡±.
Se remonta Sal¨®, para explicar la obsesi¨®n con llamar ¡°fascista¡± o ¡°nazi¡± al otro ¨Cy se?ala de qu¨¦ manera la palabra que eliges te distingue como votante de la izquierda o de la derecha; el votante de derecha llama ¡°nazis¡± a los l¨ªderes de izquierda y al rev¨¦s¨C a la ¨²ltima ¨¦poca del Gobierno de Aznar para documentar el inicio de la crispaci¨®n que ha permitido, por un lado, que esas dos palabras dejen de significar lo que significaban, y que los ¡°aut¨¦nticos fachas¡± hayan entrado en el Congreso. ¡°Tras repasar el uso y sobreuso que la izquierda ha hecho del ep¨ªteto ¡°facha¡± me pregunto si no hemos ayudado a allanar el terreno para que la extrema derecha irrumpiera y se aposentara sin un rasgu?o. Si yo me sit¨²o en la izquierda ideol¨®gica y tacho de facha a todo aquel que se encuentra a mi derecha, sea centrista o moderado, cualquier conservador podr¨ªa afirmar, con cierta raz¨®n, que entonces ese adjetivo ya no tiene ninguna fuerza contra la extrema derecha real¡±, dice Sal¨®, y as¨ª ha sido.
Ocurri¨® una cosa curiosa en el momento en el que Vox entr¨® en el Congreso, a?ade, y es que ¡°tras a?os de una historia de amor de la derecha espa?ola con el insulto ¡®nazi¡¯, la palabra desapareci¨® del vocabulario¡±. ¡®Nazi¡¯ hab¨ªa sido el ¡®facha¡¯ de la derecha hasta entonces, asegura. Pero entonces desapareci¨®. ?Por qu¨¦? ¡°Para la derecha establecida dej¨® de ser oportuno sacar a pasear el fantasma del nazismo cuando se dieron cuenta de que tendr¨ªan que pactar gobiernos con Vox¡±, contesta. Otra cosa es el papel de los medios, que a menudo act¨²an como ¡°hooligans¡± de uno u otro bando. Algo que no le va nada mal a aquellos partidos que viven de la crispaci¨®n, dice Sal¨®. ¡°A Vox, como el resto de la nueva extrema derecha occidental, le va como anillo al dedo la alta demanda actual de contenidos crispados por parte de los telediarios. Es por eso que se quedan tan descolocados cuando el foco se aleja de ellos para tratar algo m¨¢s urgente, como la actual pandemia. Pero la atenci¨®n hacia ellos volver¨¢¡±, sentencia el artista gr¨¢fico.
Y lo har¨¢ porque, ya que estamos en tiempos de virus que asolan el mundo, la extrema derecha hasta hac¨ªa no demasiado tiempo marginal que pretende acabar con el statu quo ¨C y que en alguna partes, como Estados Unidos, ya ha alcanzado el poder ¨C, ¡°es el virus que no va a dejar de extenderse por el mundo¡±. El porqu¨¦ est¨¢ contenido en Todos nazis. Y nadie est¨¢ a salvo, dice Sal¨®. ¡°Es ciertamente un fen¨®meno que abarca todo Occidente y ya se extiende a Latinoam¨¦rica¡±, dice. Respecto a Vox, hay algo de esperanza en que la cosa no llegue a tanto porque ¡°como son, por encima de todo, un partido de patanes a la captura de la poltrona, m¨¢s pronto que tarde limar¨¢n su conflictividad con tal de no perder ingresos¡±, asegura, y a?ade que ¡°en nuestra clase pol¨ªtica hay de todo¡±. Los que ¡°hacen mucho bien con poco ruido¡± y los que ¡°montan el circo porque saben que hay una gran industria period¨ªstica que les espera para llenar de contenido sus programas ?y sus libros! En ese sentido, me incluyo entre los responsables de maleducar a nuestros pol¨ªticos¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.