Black Sabbath: c¨®mo cuatro parias de Birmingham crearon una nueva religi¨®n, el ¡®heavy metal¡¯
Hace 50 a?os una serie de accidentes y locas decisiones llev¨® a unos chavales a fundar un g¨¦nero que todav¨ªa hoy sigue convocando a miles de personas
Ten¨ªa 18 a?os y un empleo en una f¨¢brica de montaje de su ciudad, la oscura e industrial Birmingham (Inglaterra). Su trabajo consist¨ªa en soldar piezas. Lo hac¨ªa sin ninguna motivaci¨®n, esperando a que llegase el viernes para salir a tocar la guitarra con su banda. Aquel d¨ªa un compa?ero que manejaba una soldadora el¨¦ctrica no apareci¨®. ¡°Tony, t¨² ocupar¨¢s su sitio¡±, le dijeron. La m¨¢quina ten¨ªa una peque?a guillotina, afilada, para cortar piezas de metal. A los pocos minutos de iniciar su turno, Tony puso su mano derecha cerca del filo y ?zas! Un dolor espantoso. ¡°Me qued¨¦ sin los dedos. Se quedaron colgando y yo mismo me los quit¨¦¡±, ha recordado en alguna ocasi¨®n. Cuando lleg¨® al hospital le quitaron los huesos da?ados y le dieron la noticia: ¡°Olv¨ªdate de tocar la guitarra. Para ti se ha acabado¡±.
Tony cay¨® en una depresi¨®n. Se encerr¨® en su casa, acumulando latas de cerveza. Un d¨ªa recibi¨® la visita del capataz de la f¨¢brica, que le regal¨® un disco de Django Reinhardt, el talentoso guitarrista belga de jazz. Reinhardt perdi¨® dos dedos en un incendio, tragedia que no le impidi¨® tocar el instrumento. Animado por este ejemplo, Tony busc¨® un remedio casero para contradecir a los m¨¦dicos. La mano da?ada era la derecha. ?l era zurdo, as¨ª que aquellas yemas de los dedos que le faltaban cumpl¨ªan una funci¨®n b¨¢sica: moverse por el m¨¢stil de la guitarra, entre trastes y cuerdas. Con el pl¨¢stico de una botella de lej¨ªa se fabric¨® unos dedales para los dedos mutilados. Por encima les peg¨® unos trozos de cuero, para afianzar el agarre. Tuvo que aflojar la tensi¨®n de las cuerdas de la guitarra para poder tocar con comodidad. Y lo consigui¨®. Cincuenta a?os despu¨¦s las revistas de guitarra todav¨ªa desarrollan acalorados debates sobre esos riffs pesados y profundos. Su nombre es Tony Iommi, el guitarrista que cre¨® el heavy metal al frente de Black Sabbath.
¡°Eran escoria y lo sab¨ªan. Tipos sin futuro de las sucias calles de un Aston de postguerra. Pero cambiaron el mundo de la m¨²sica", dijo el escritor de rock Mick Wall
¡°Black Sabbath es el primer grupo en tocar heavy metal tal y como conocemos hoy el g¨¦nero. Las canciones son dram¨¢ticas, los riffs y las voces, poderosas, y hay mucha oscuridad en las letras, tem¨¢tica de la que fueron pioneros. Las bandas anteriores que inspiraron el metal (The Kinks, Steppenwolf o Blue Cheer) ten¨ªan algunas de esas cualidades, pero no eran tan pronunciadas como en Black Sabbath. Y no tocaban con la contundencia como lo hac¨ªan los Sabbath¡±, reflexiona el escritor estadounidense Kory Grow, de la revista Rolling Stone, especialista en Black Sabbath.
Todo ocurri¨® a finales de los sesenta en la sombr¨ªa, superpoblada e industrial Birmingham. El bater¨ªa de Black Sabbath, Bill Ward, defini¨® as¨ª lo que le esperaba a un joven all¨ª: "Si crec¨ªas en Aston [la zona de Birmingham donde naci¨® el grupo] ten¨ªas tres opciones: 'Trabajar en una f¨¢brica, unirte a una banda de rock o ir a la c¨¢rcel". Los miembros del grupo pasaron por los tres lugares. El futuro que ten¨ªan los j¨®venes trazado consist¨ªa en tres estaciones: colegio, f¨¢brica y cementerio. Ese era el camino en el mejor de los casos.
Ozzy Osbourne lo describe a su manera en su biograf¨ªa, I¡¯m Ozzy: ¡°?ramos cuatro putos tontos de Birmingham¡±. El veterano periodista musical brit¨¢nico Mick Wall (autor de Black Sabbath. Symptom of the Universe) lo explic¨® as¨ª: ¡°Eran escoria y lo sab¨ªan. Tipos sin futuro de las sucias calles de un Aston de posguerra. Pero cambiaron el mundo de la m¨²sica¡±. Tony Iommi (guitarra, 1948), Geezer Butler (bajo, 1949), Bill Ward (bater¨ªa, 1948), Ozzy Osbourne (voz, 1948). Los cuatro nacidos en la misma ¨¦poca, en id¨¦ntico agujero (Aston, un barrio de Birmingham) y de clase media baja.
Musicalmente estaban unidos por su fanatismo por el blues rock, con dos referentes, Cream y los Fleetwood Mac de Peter Green. A pesar de ser un desastre, el instinto de supervivencia (lo otro era la f¨¢brica) los llev¨® a tomar dos decisiones comerciales que, sorprendentemente, funcionaron. Una fue apostar su furgoneta en el local de la ciudad donde actuaban los grupos de primer orden. Su razonamiento era ilusorio: si no se presentaba a actuar la banda programada all¨ª estaban ellos preparados con sus instrumentos para ofrecerse. Y ocurri¨®.
Una noche estaban anunciados Jethro Tull, pero a la hora del concierto todav¨ªa no hab¨ªan llegado. El organizador, desesperado y con la sala llena, accedi¨® a que tocasen estos cuatro desconocidos, que por entonces se llamaban Earth. Triunfaron. Desde entonces empezaron a ser reclamados para tocar en otros locales. Su otro acierto tiene que ver con las letras. Ozzy Osbourne lo cuenta as¨ª en su biograf¨ªa: ¡°Tony [Iommi] sugiri¨® que hici¨¦semos algo que sonase maligno. Cerca de donde ensay¨¢bamos hab¨ªa un cine y siempre que echaban una pel¨ªcula de miedo la cola daba la vuelta a la esquina. ¡®?No es raro que la gente est¨¦ dispuesta a pagar para que la asusten? Quiz¨¢ deber¨ªamos dejar de tocar blues y escribir canciones que den miedo¡¯, recuerdo que dijo Tony. A Geezer y a m¨ª nos pareci¨® genial, y nos pusimos a escribir Black Sabbath. B¨¢sicamente trata de un t¨ªo que ve una figura vestida de negro venida para llevarle al lago del fuego¡±.
El t¨ªtulo de la canci¨®n lo copi¨® Geezer de una pel¨ªcula protagonizada por Boris Karloff y dirigida por el italiano Mario Bava, I tre volti della paura (1963). En Espa?a se titul¨® Las tres caras del miedo y en el Reino Unido Black Sabbath. Como el nombre de Earth ya estaba registrado por otra banda, decidieron llamarse tambi¨¦n Black Sabbath, como su canci¨®n. La letra dice as¨ª: ¡°Una gran sombra negra con ojos de fuego, revelando a la gente sus deseos./ Satan¨¢s est¨¢ ah¨ª sentado, sonriendo./ Mirando c¨®mo las llamas se elevan m¨¢s y m¨¢s./ Oh, no, no. Por favor, Dios, ay¨²dame¡±. Ya ten¨ªan interiorizado el concepto maligno.
La pieza arranca con unos truenos, el sonido de la lluvia al golpear el pavimento y unas campanadas. A continuaci¨®n retumba la guitarra de Iommi, apocal¨ªptica y amenazante. ¡°Lo que hace el guitarrista es tocar tres notas progresivas, con un intervalo conocido como tritono, que estaba prohibido que se cantase durante la Inquisici¨®n porque cre¨ªan que invocaba al aquelarre, a la llamada de Sat¨¢n. Jimi Hendrix utiliz¨® el tritono en Purple Haze, pero solo unos segundos. En Black Sabbath es permanente, de forma siniestra. Estos riffs luego los han utilizado un mont¨®n de grupos. Son tremendamente influyentes¡±, dice Salvador Dom¨ªnguez, uno de los guitarristas del rock espa?ol m¨¢s respetados (ha tocado, entre otros, con Miguel R¨ªos, y form¨® Banzai o Tarzen; su ¨²ltima canci¨®n es Believers).
¡°Creo que hicieron de la necesidad una virtud. Ellos se dieron cuenta de que tocando blues rock iban a tener mucha competencia, as¨ª que buscaron su hueco. Con ese sonido denso y distorsionado de guitarra, probablemente por las dificultades que ten¨ªa Iommi por el accidente que tuvo y la forma de cantar de Ozzy, totalmente ¨¢crata. Tiene una forma de entonar extra?¨ªsima, pero encajaba con esas letras y las atm¨®sferas oscuras¡±, se?ala Armando de Castro, m¨ªtico guitarrista de Bar¨®n Rojo. Y a?ade: ¡°A m¨ª me cost¨® entrar en su m¨²sica, porque yo ven¨ªa del blues y el rock and roll, de Led Zeppelin, Deep Purple o Cream. Pero luego entend¨ª ese sonido tan fr¨ªo e industrial y me vol¨® la cabeza. Ese primer disco de Black Sabbath est¨¢ entre mis favoritos de la historia. De hecho, me met¨ª en el heavy por ese disco¡±.
Ese debut del grupo (de t¨ªtulo Black Sabbath, febrero de 1970) se grab¨® en un d¨ªa, 12 horas, con un equipo b¨¢sico y cost¨® 600 libras (lo que hoy ser¨ªa 700 euros). Kory Grow explica lo que siente todav¨ªa hoy al escucharlo: ¡°A veces me siento asustado, a veces emocionado, otras claustrof¨®bico, o intrigado. Hay mucha profundidad todav¨ªa en esa m¨²sica¡±. El sonido es perturbador, penetrante, la banda sonora que acompa?ar¨ªa a alguien arrastrando un cad¨¢ver por el fango.
Black Sabbath fulmin¨® lo que quedaba del movimiento hippy, alcanz¨® el n¨²mero ocho de ventas en el Reino Unido (23 en Estados Unidos) y fund¨® una nueva doctrina, el heavy metal. Sin que los protagonistas lo supieran. ¡°El t¨¦rmino heavy metal no exist¨ªa en aquella ¨¦poca. Pero fueron ellos los que crearon esa religi¨®n¡±, explica Grow. Ese mismo 1970, en septiembre, la banda publicar¨ªa su segundo disco, Paranoid, que ascendi¨® m¨¢s pelda?os: n¨²mero uno en el Reino Unido y Holanda, dos en Alemania y cinco en Noruega.
Todo a pesar de tener en contra a la cr¨ªtica especializada. Lester Bangs escribi¨® en 1970 en Rolling Stone: ¡°Todo el disco es una porquer¨ªa. A pesar de intentar poner t¨ªtulos de canciones de nombre turbio, las letras son absurdas, como si Vanilla Fudge rindieran tributo a Aleister Crowley. Existe discordancia entre los instrumentos, que parecen gritarse. Quiere ser supuestamente ocultista, pero es un desastre¡±. En 2004 la revista tuvo que rectificar. Otro cr¨ªtico, Scott Seward, lo calific¨® con cinco estrellas sobre cinco.
Durante cinco d¨¦cadas Black Sabbath ha sufrido muchos cambios, los miembros se han peleado con sa?a y han hecho las paces para discos y giras. Aquellos cuatro chavales desahuciados de Aston siguen entre nosotros, algunos con achaques serios. Han tenido una vida plena, han sobrevivido a las drogas duras y llevan siendo millonarios mucho tiempo gracias al heavy metal.
Iommi recuerda recurrentemente aquello que dijo el l¨ªder de Pink Floyd, Roger Waters, cuando los escuch¨®, en 1970: ¡°Son una mierda y desaparecer¨¢n r¨¢pidamente¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.