¡°La vigilancia de las fronteras es algo aterrador¡±
El escritor y ceramista Edmund de Waal reflexiona desde su confinamiento en Londres sobre el insomnio, el miedo o la gesti¨®n de Boris Johnson
El insomnio marca sus noches. Lo alivia leer a Beckett, a Berger, a Celan, a Mandelstam, a Dickinson¡ En sus m¨²ltiples mensajes de Instagram subi¨® este mi¨¦rcoles versos de la poeta norteamericana: ¡°Las hermosas nadas que componen la tierra¡±¡ Hace dos a?os, en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Ibiza, escribi¨® con letra a?il: ¡°Es una isla, ve despacio¡±. Ahora Edmund de Waal (Nottingham, 1964), uno de los grandes ceramistas del mundo, capaz de apoderarse de la luz natural para iluminar el alma de sus objetos, est¨¢ confinado en Londres, y tiene miedo. Es el autor de La liebre con ojos de ¨¢mbar (Acantilado), la historia de la Europa de las guerras a trav¨¦s de su b¨²squeda del origen de los netsuke, un tesoro de miniaturas japonesas que hered¨® de sus antepasados. A ese libro podr¨ªa seguirle en alg¨²n momento una historia del miedo, basada en Viena. Del miedo empezamos a hablar.
Pregunta. Todos los dramas del siglo XX nos visitan: las fronteras, el odio, el miedo¡ ?C¨®mo podemos hacer frente a estos fantasmas?
Respuesta. No duermo, as¨ª que me he dedicado a recordar una imagen, la de una pesadilla pintada por Durero. Se despert¨® en medio de la noche y vio el fin del mundo, el apocalipsis. Est¨¢ completamente solo, no puede hacer nada y dibuja ese horror. Esa imagen se encuentra en Viena, es la que us¨¦ para una exposici¨®n sobre el miedo y la ansiedad hace unos a?os. Y yo mismo he estado recordando, en medio de la noche, esa imagen extraordinaria, el hecho de que careces de poder sobre el mundo, eres impotente. Esa es la met¨¢fora recurrente en los ¨²ltimos meses. Es algo extra?o: buscas en tus recuerdos, entre los libros de historia o poes¨ªa, y las cosas que surgen, una y otra vez, tienen que ver con estar solo durante la noche y la incapacidad de hacer nada. Puede ser Dante, Durero, Karl Kraus o Canetti y su miedo a la soledad en medio de la muchedumbre¡ Pero una y otra vez vuelves a esa incapacidad de hacer algo en el mundo¡ Tal vez no sea la respuesta que querr¨ªa o¨ªr¡
P. En La liebre¡ usted menciona a Kraus diciendo que un preciso caf¨¦ vien¨¦s ¡°es una especie de estaci¨®n experimental del fin del mundo¡±.
R. Es una frase incre¨ªble. Porque entonces para Viena s¨ª que era el fin del mundo. Todo sale a chorros, ya sea el arte o la literatura, y tambi¨¦n, ?que Dios nos proteja!, la pol¨ªtica. Llega Adolf Eichmann y decide que va a usar Viena como la estaci¨®n de prueba para el Holocausto. As¨ª pues, Viena encarna los miedos y las ansiedades del fin del mundo¡ y de Freud, claro. Freud dice que cada uno de los miedos que ha encontrado en diferentes personas los ha experimentado ¨¦l mismo. Tambi¨¦n Freud vive esa sensaci¨®n experimental del fin del mundo.
P. Y por ah¨ª ronda tambi¨¦n El grito de Munch.
R. S¨ª, interesante y poderoso. Munch expresa de modo ic¨®nico ese modo de representar el miedo en el arte y en la literatura y que padecen personas que han experimentado las mismas cosas que estamos viviendo.
P. Usted vive en un pa¨ªs que opt¨® por hacerse una frontera con Europa. Ahora vuelve el Reino Unido a tener su frontera y surgen otra vez barreras por todas partes.
R. Esta vigilancia de las fronteras es algo realmente aterrador. Comenz¨® hace unos a?os aqu¨ª con el Brexit, en Hungr¨ªa con Orban, en Estados Unidos con Trump¡ Y ahora, con este virus, la gente est¨¢ sufriendo una ansiedad tan profunda que corremos el riesgo de atomizar todas estas relaciones transfronterizas. La exposici¨®n que prepar¨¦ en Jap¨®n el a?o pasado, Biblioteca del exilio, la mont¨¦ como un acto de elevada carga pol¨ªtica con el que trataba de expresar nuestra necesidad de conversar atravesando las fronteras, la necesidad de valorar y dar la bienvenida a los migrantes, y ahora con este virus lo que veo es que hay una creciente vigilancia policial de las fronteras. Da mucho miedo.
P. Usted iba a abrir esta exposici¨®n en Londres y el virus lo impidi¨®.
R. S¨ª, se ha quedado confinada en el Museo Brit¨¢nico, cerrado a cal y canto¡ Todo esto est¨¢ rodeado de una profunda iron¨ªa, cargado de un enorme simbolismo en este momento concreto de la historia: la propia Biblioteca del exilio se ha quedado en el exilio.
P. ?C¨®mo est¨¢ viviendo usted, como ciudadano individual, la situaci¨®n de Gran Breta?a en este momento? ?C¨®mo juzga la actitud del primer ministro, Boris Johnson?
R. Se ha portado como un criminal, se ha ausentado. Ha sacado su peor cara, al no prestar atenci¨®n, al actuar como un buf¨®n. Al tratar de complacer a la masa populista ha desplegado los peores rasgos de su car¨¢cter. No se lo tom¨® en serio, no escuch¨® a sus asesores, pens¨® que pod¨ªa escurrirse de tomar decisiones responsables. La consecuencia es que Gran Breta?a va a tener la mayor tasa de mortalidad de Europa. Pienso que son tiempos espantosos para estar en este pa¨ªs con este Gobierno tan incompetente al mando. Estoy furioso. Mis padres son muy mayores, mis hijos son universitarios y todos sufrimos por tener un Gobierno tan negligente. Podr¨ªa seguir y seguir del cabreo que tengo.
P. ?Qu¨¦ consecuencias puede tener para Gran Breta?a este momento concreto en el que, adem¨¢s, el pa¨ªs ya est¨¢ sin Europa?
R. Es un tiempo de caos absoluto. La gente est¨¢ tan preocupada cuidando a sus seres queridos que pienso que el crimen horrendo de marcharse de Europa no recibe la atenci¨®n que merece, es algo que est¨¢ por ocurrir. Creo que de momento la gente est¨¢ tratando de sobrevivir. Pienso que este a?o habr¨¢ una revelaci¨®n de lo mal que se ha portado el Gobierno y del componente tan t¨®xico que la creencia en el Brexit aporta a sus decisiones. A¨²n se afanan en salirse de Europa en medio de la pandemia, ?esto clama al cielo! Lo interesantes es que la BBC, a la que atacaba el Gobierno, est¨¢ demostrando que tiene cintura, y todo el mundo est¨¢ escuch¨¢ndola. La administraci¨®n p¨²blica, que sufr¨ªa los ataques de Boris Johnson, ha demostrado ser muy s¨®lida y el¨¢stica. As¨ª pues, alguna de las cosas que este Gobierno pretend¨ªa destruir podr¨ªan salir de esto habi¨¦ndose ganado el respeto.
P. Su principal met¨¢fora como artista es el tacto, el poder de tocar las cosas. Y ese es el s¨ªmbolo mayor del que nos ha privado el virus.
R. S¨ª, es algo extraordinario. Lo que he hecho, en mi estudio, yo solo, es fabricar objetos para poder tenerlos en las manos, tiestos, vasijas, de una manera que llevaba 25 a?os sin hacer¡ Sent¨ª la necesidad absoluta de volver a fabricar objetos que se pueden sostener en las manos, que tienen que ver con esa cualidad principal que es el tacto. No podemos tocar a nuestros seres queridos, tenemos que desinfectar nuestras manos, libros, objetos¡ Toda mi vida me he dedicado a fabricar objetos para pas¨¢rselos a otros. Les pasaba el calor, el movimiento, la inteligencia, la humanidad que ese objeto conten¨ªa. Por tanto, para mi es un tiempo en el que se me ha puesto a prueba. Le prometo que cuando salgamos de esta habr¨¢ un corpus nuevo sobre el que he estado trabajando en secreto y todo gira en torno al sentido del tacto.
P. En La liebre con ojos de ¨¢mbar usted va siempre con un netsuke en el bolsillo, para tocarlo como un trozo de historia, y ahora no tocar es el mandato.
R. Es algo que me resulta terriblemente doloroso, y s¨ª, es el meollo del libro. Un s¨ªmbolo de lo que significa ser humano; el otro s¨ªmbolo es el alma, que es poes¨ªa. Estoy totalmente convencido de que volveremos, y lo haremos con un hambre inmensa de tocar objetos otra vez. Tocaremos a otras personas, tocaremos historias, historias da?adas. Hay otra imagen de la t¨¦cnica japonesa llamada kintsugi. La reparaci¨®n de un objeto roto se hace recubri¨¦ndolo de otro, tocas con oro la parte da?ada. El mundo va a necesitar kintsugi, esas l¨ªneas visibles de reparaciones en el mundo. Por eso ahora estoy haciendo cosas, y adem¨¢s las estoy reparando.
P. Elena Ruiz Sastre, la directora del museo en el que usted expuso en Ibiza, dice que el arte ayuda a vivir contra la incertidumbre. ?Necesita usted el arte para atravesar este momento tan doloroso?
R. Absolutamente. ?A qui¨¦n buscas? Te refugias en los poemas de ?sip Mandelstam en medio de la noche, o piensas en las acuarelas de Durero, o en la poes¨ªa de Paul Celan¡ Echas mano de quienes han estado ah¨ª antes porque sabes que te puedes colocar a su lado, aunque solo sea durante un minuto, y en este momento tan incre¨ªblemente atomizado en el que nos encontramos solitarios tener ah¨ª a esas personas que nos precedieron tiene tant¨ªsimo significado¡ Los recordaremos cuando salgamos de este confinamiento.
P. Uno de los poemas que ha subido a Instagram es ese de Emily Dickinson sobre las ¡°hermosas nadas¡¡±. ?Qu¨¦ es lo que le cuentan sus insomnios?
R. Est¨¢s ah¨ª solo, buscas en el fondo de tu memoria, entre las cosas que has le¨ªdo y repetido, y son parte de lo que has vivido, de lo que has respirado, y das con esos versos, es la gente que llevamos en el coraz¨®n, ?c¨®mo no compartirlos?
P. En Ibiza usted escal¨® un muro blanco y, en a?il, escribi¨®: ¡°Esto es una isla, vayamos despacio¡±. Eso vale para ahora mismo. ?En qu¨¦ quedaron las prisas?
R. Nos vemos obligados a ir despacio. Nos viene impuesto desde fuera. Nos encontramos con silencios que desconoc¨ªamos que se pudieran dar en las ciudades. Hemos parado todo, el bullicio del mundo se ha tornado quietud. Es un tiempo formidable, muy, muy doloroso. Pero en esta despaciosidad, en esta quietud, aun puedes adentrarte en cosas muy concretas. Es muy interesante ver lo que la gente est¨¢ escuchando en su interior.
P. Un contempor¨¢neo suyo, el escritor israel¨ª David Grossman, dijo en EL PA?S que toda conversaci¨®n ahora mismo puede ser la ¨²ltima que tengamos¡
R. Me tomo muy en serio todo lo que escribe o dice David. Es cierto, podemos tratar toda conversaci¨®n como la ¨²ltima. Es una responsabilidad que nos incumbe a todos. Debemos tomar el peso de nuestras palabras, el silencio que rodea a nuestras palabras, con total seriedad. Sentimos el peso de las palabras en medio de la noche, tienen tanta importancia, un peso tan enorme¡
P. Cuando est¨¦ libre para volver a tocar, ?qu¨¦ es lo primero que querr¨ªa tocar?
R. ?Ay, Dios m¨ªo! Ser¨¢n mis padres, que est¨¢n muy mayores. La posibilidad de abrazar a mi madre y a mi padre despu¨¦s de tanto tiempo me importa mucho. Pero hay otra cosa: los objetos que he estado haciendo aqu¨ª en el estudio, quiero que sean tocados. Todo este trabajo que he estado haciendo, en este proceso de pensar con las manos... quiero que estos objetos sean sostenidos afuera, en el mundo.
Para tocar el mundo
Una de las im¨¢genes que Edmund de Waal ha subido a Instagram es la de sus manos sosteniendo una peque?a escultura de su paisano Henry Moore que parece un hueso blanco. Es una caricia casi musical, poderosa. "Mi vida entera me la he pasado recogiendo cosas y haciendo un recorrido manual y mental sobre quien las ha fabricado, qui¨¦n las ha tocado, qui¨¦n est¨¢ con esa cosa. Uso las manos como mi manera de estar en el mundo y, por tanto, el hecho de que nos limiten el tacto lleva a pensar y a escribir sobre ello en secreto. As¨ª que habr¨¢ objetos y escritos como consecuencia de todo esto. Todos nosotros encontramos una cualidad diferente en el silencio del mundo".
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