?Qu¨¦ libros compraban Simone de Beauvoir, Joyce, Hemingway o Lacan en Par¨ªs?
Un equipo de investigaci¨®n de la Universidad de Princeton vuelca ¡®online¡¯ los registros de la hist¨®rica librer¨ªa ¡®Shakespeare and Company¡¯ y detalla el perfil lector de sus clientes m¨¢s ilustres
Durante la primera parte del siglo XX, Par¨ªs representaba m¨¢s que nunca la ciudad de los intelectuales, un punto de encuentro en el que conflu¨ªan algunos de los autores s¨ªmbolo de esa ¨¦poca. Gertrude Stein la llamaba Generaci¨®n perdida, una expresi¨®n que se volvi¨® famosa gracias a la novela Fiesta (1948), de Ernest Hemingway, y que describ¨ªa a los j¨®venes que tuvieron la mala suerte de madurar durante el contexto del primer conflicto mundial. La capital francesa ofrec¨ªa rincones que parec¨ªan refugios seguros, como la hist¨®rica librer¨ªa Shakespeare and Company. Fundada en 1919 por Sylvia Beach, se dedicaba, y todav¨ªa se dedica, a la venta de libros en lengua inglesa, en ese momento dif¨ªciles de conseguir a un precio razonable.
De hecho, en Brentano costaban cinco veces m¨¢s que los libros en franc¨¦s y el cat¨¢logo de la Librer¨ªa Americana no era tan extenso para resultar atractivo. En cambio, el servicio de la Shakespeare and Company se presentaba como algo ¨²nico. Por ocho francos y otros siete de dep¨®sito se pod¨ªa solicitar un libro en pr¨¦stamo, dos si se aumentaba la cifra hasta 12. El tiempo m¨¢ximo de lectura permitido era dos semanas para las publicaciones m¨¢s antiguas y una para las m¨¢s recientes. Todos estos detalles se conocen gracias al trabajo del Shakespeare and Company Project, un equipo de la Universidad de Princeton, guiado por el profesor Joshua Kotin, que ha volcado el registro de la librer¨ªa parisina online. A trav¨¦s de esos datos se descubren los gustos literarios de algunos de los grandes escritores que a menudo frecuentaban la tienda, como Gertrude Stein, James Joyce, Ernest Hemingway, Aim¨¦ C¨¦saire, Simone de Beauvoir, Jacque Lacan y Walter Benjamin.
Los papeles escritos a mano muestran los nombres de los clientes y los libros pedidos en pr¨¦stamo. As¨ª se descubre que Hemingway se llev¨®, entre las 90 publicaciones anotadas en su documento, las memorias de Joshua Slocum, Sailing Alone Around the Word (Navegando solo alrededor del mundo, 1900), o incluso una copia de uno de sus libros, Adi¨®s a las armas (1929). Por su parte, Stein ley¨® la novela rom¨¢ntica de Truda H. Crosfield A love in ancient day (Un amor en la antig¨¹edad, 1908) y el fantasy de Andrew Soutar Equality Island (Isla de la Igualdad, 1919), mientras Benjamin tom¨® un diccionario alem¨¢n-ingl¨¦s y The Physical and Metaphysical Works of Lord Bacon (Las obras f¨ªsicas y metaf¨ªsicas de Francis Bacon, 1853), este ¨²ltimo justo antes de su suicidio en septiembre de 1940, cuando la polic¨ªa espa?ola le comunic¨® que le entregar¨ªan a la Gestapo. Lacan aprovech¨® el servicio para pedir un oscuro libro sobre la historia de Irlanda durante su lectura de Joyce y Claude Cahun, bajo el nombre de Mlle Lucie Schwob, se dedic¨® a las obras de Henry James. Si tardaban en la devoluci¨®n, la pol¨ªtica era siempre la misma: se le entregaba un dibujo que retrataba a Shakespeare arranc¨¢ndose el pelo.
¡°Muchas cosas me sorprendieron¡±, asegura Kotin. ¡°Me sorprendi¨® que Lacan leyera sobre Irlanda o que Stein leyera novelas de fantas¨ªa. Pero tambi¨¦n por la diversidad de las personas que eran miembros de la librer¨ªa. Y, por ¨²ltimo, por la diversidad de los libros. Esperaba que Joyce, Woolf y Mansfield fueran los autores m¨¢s populares, no pensaba que lo fueran Norman Douglas, Charles Morgan y Rosamond Lehmann¡±, a?ade.
Hoy, el historial de pr¨¦stamos de esos escritores se puede consultar libremente en la p¨¢gina del proyecto, por miembro o por libro. Para Kotin, la gran cantidad de material consultado demuestra una similaridad con nuestros h¨¢bitos actuales: ¡°Comparo sus lecturas con nuestro tipo de consumici¨®n: podemos leer novelas y poemas sofisticados, pero todav¨ªa vemos cosas en Netflix¡±.
Beach public¨® en 1922 la legendaria novela de James Joyce, Ulises, y mantuvo abierta Shakespeare and Company hasta 1941, cuando rechaz¨® vender la ¨²ltima copia de Finnegans Wake (1939) a un oficial nazi. George Whitman consigui¨® reabrir la tienda diez a?os despu¨¦s y don¨® los archivos a Princeton en 1964. El equipo de Kotin trabaja desde hace seis a?os en el almacenamiento de ese infinito material y, pese a esto, el profesor sostiene que se encuentran todav¨ªa en un punto inicial: ¡°Ahora que tenemos el sitio web, no veo la hora de descubrir cl¨¢sicos olvidados o comunidad de escritores unidos en sus gustos. Y tambi¨¦n informaciones sobre los americanos expatriados a Par¨ªs. Tengo much¨ªsimas preguntas. El proyecto es una herramienta para contestar a ellas¡±. En los pr¨®ximos meses, el plan es el de incluir un mapa que mostrar¨¢ donde los autores resid¨ªan y un listado de los libros m¨¢s populares.
Sylvia Beach no quiso cumplir con la regla de la American Library Association que requiere que las bibliotecas destruyan los registros de los usuarios para proteger su privacidad. El resultado fue un archivo de inestimable valor. ¡°Era un obsesiva colectora de informaciones. En los a?os veinte, la tienda y la biblioteca ya eran muy famosas. Ella sab¨ªa que las personas se habr¨ªan interesado en los archivos en futuro. Incluso cuando cerr¨®, sigui¨® prestando libros¡±, afirma Kotin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.