Muere Antonio Bonet Correa, el hombre que se invent¨® la moderna historia del arte en Espa?a
Erudito luminoso e innovador, el exdirector de la Academia de San Fernando deja un profundo legado de estudios, libros, clases magistrales y disc¨ªpulos
La imagen que me viene hoy a la mente de Antonio Bonet Correa (La Coru?a 1925-Madrid 2020), una de las m¨¢s insignes figuras en la conformaci¨®n de la historia del arte en Espa?a si no su inventor, es la primera vez que entr¨® en mi clase de la Universidad Complutense. Era un hombre guapo, de aspecto distinguido, un poco franc¨¦s en gustos y formas; con un sentido del humor sagaz y una capacidad para el relato que cautivaba a aquellos dispuestos a ir m¨¢s all¨¢ de lo esperado en segundo de carrera. Nunca olvidar¨¦ nuestra lectura obligatoria ese a?o: Tres horas en el museo del Prado de Eugenio d¡¯Ors.
El profesor Bonet, don Antonio ¨Dcomo le llam¨¢bamos cari?osamente los profesores y profesoras de su seminario¨D, ten¨ªa la extra?a cualidad de contagiar su enorme entusiasmo por el conocimiento, una erudici¨®n tan profunda y tan vers¨¢til que no era necesario hacer gala de ella; cierto placer genuino hacia la vida que no perdi¨® jam¨¢s, que mantuvo vivo a lo largo de su larga y prol¨ªfera carrera que comenzar¨ªa en Francia, donde estudi¨® en el Institut d¡¯Historie de l¡¯Art de la Universidad de Par¨ªs y se diplom¨® en Museolog¨ªa por la Escuela del Louvre, siendo profesor ayudante en la Sorbona de Par¨ªs entre 1952 y 1957. All¨ª conocer¨ªa a su esposa Monique, con la cual tendr¨ªa tres hijos: Isabel, el flautista y music¨®logo Pierre Bonet y el escritor e investigador Juan Manuel Bonet.
Se doctor¨® en Espa?a en 1959 y tras un breve paso por la Universidad Complutense y la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, obtuvo una c¨¢tedra primero en Murcia y luego en Sevilla ¨Den esta ¨²ltima ciudad fue nombrado Doctor Honoris Causa hace tres a?os. En 1973 ganaba la c¨¢tedra de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, en la cual asumi¨® el cargo de vicerrector entre 1981 y 1983. En esta ciudad pas¨® buena parte de su vida y de este modo la describe en el discurso con motivo del Premio Internacional Geocr¨ªtica en 2013: ¡°La ciudad moderna y la ciudad castiza conviv¨ªan sin encontrar la armon¨ªa que un urbanista hubiese deseado. M¨¢s tarde, pasados muchos a?os, conocer¨ªa la transformaci¨®n de una ciudad en la que he pasado la mayor parte de mi vida y en la cual, en la actualidad, habito en su parte central.¡±
As¨ª era su forma de acercarse a las cosas: generosa pero inquisitiva, innovadora pero erudita; curiosa hasta el final
As¨ª era su forma de acercarse a las cosas: generosa pero inquisitiva, innovadora pero erudita; curiosa hasta el final, perdiendo la paciencia estos ¨²ltimos meses por no tener a mano todo el material para su gran libro sobre Vitrubio, que alternaba con un proyecto del pintor P¨¦rez Villalta. Bonet Correa fue, de hecho, mucho m¨¢s que una de las m¨¢ximas autoridades en el periodo barroco con libros imprescindibles- Arquitectura en Galicia en el siglo XVII (su tesis doctoral), Andaluc¨ªa barroca o sus estudios sobre la Plaza Mayor. Fue un innovador con sus trabajos pioneros sobre las fiestas o sobre el barroco en Am¨¦rica Latina que le hizo viajar por ese continente cuando pocos lo ten¨ªan siquiera en cuenta. Fue m¨¢s que el Director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y miembro de otras tantas; m¨¢s que vocal insigne del Patronato de la Academia de Espa?a en Roma o del Museo del Prado desde 2002 y Medalla de Oro al M¨¦rito en las Bellas Artes en 2012.
Bonet Correa fue, sobre todo, un viajero incansable, un cosmopolita que aspiraba a conocer la realidad hasta al fondo; un escritor l¨²cido y extraordinario prosista: queda demostrado en uno de sus ¨²ltimos trabajos, el delicioso libro Los caf¨¦s hist¨®ricos (C¨¢tedra). En esta dirigi¨® en los a?os setenta y ochenta su colecci¨®n de arte, una de las m¨¢s rompedoras. Fue, adem¨¢s, un agitador cultural antes de que se codificara siquiera el t¨¦rmino en ese Madrid pazguato, pero ansioso de cambios en los primeros a?os ochenta. Desde sus ojos avispados, atento a lo que ocurr¨ªa, contribuy¨® al desarrollo del arte contempor¨¢neo en Espa?a antes de que el pa¨ªs supiera siquiera que tal cosa exist¨ªa. A menudo en la sombra ¨Dno por falsa modestia sino por apego a su libertad¨D apoy¨® ARCO, los balbuceos de la cr¨ªtica en EL PA?S o los cursos en la Universidad Men¨¦ndez Pelayo. En uno de los m¨¢s m¨ªticos sobre Surrealismo, Bonet, con su capacidad asombrosa para el ars combinatoria mezcl¨® la vanguardia ¨DMaruja Mallo y Pepe Caballero¨D con algunos de sus disc¨ªpulos m¨¢s notables: Juan Antonio Ram¨ªrez, ?ngel Gonz¨¢lez y Francisco Calvo Serraller. Luego, llegado el momento, cuando los tres ¨²ltimos nos dejaron prematuramente, los despidi¨® con esa sobriedad suya de patricio romano. Como maestro fue entusiasta y desprendido, capaz de apoyar, contra las opiniones de otros, temas a veces considerados poco acad¨¦micos, listo para correr el riesgo con los j¨®venes investigadores. Va a dejar un hueco inmenso en el coraz¨®n de tantos. La historia del arte ¨Del mundo¨D se quedan mucho m¨¢s oscuros sin ¨¦l.
Babelia
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