De lo que no suele hablarse
?No habr¨¢ en la asociaci¨®n de ¨¦xito y felicidad un malentendido del que se han aprovechado ciertos explotadores de los escritores?
De vez en cuando me acuerdo de quienes se han quejado de que, cuando irrumpi¨® el estado de alarma en marzo, vieron frustradas las expectativas de promoci¨®n y de inminente ruido medi¨¢tico que pensaban que llegar¨ªan con la aparici¨®n de su nuevo libro. Son lamentos que crean incluso la impresi¨®n de que la pandemia ha actuado como una hoz despiadada, seg¨¢ndolo todo a su paso. Son peque?as tragedias modernas un tanto inquietantes, porque detr¨¢s de ellas sospecho que se agazapa la idea de que para los escritores el ¨¦xito literario es sin¨®nimo de felicidad.
Pero, ?es as¨ª? ?Y no habr¨¢ en realidad en esa asociaci¨®n de ¨¦xito y felicidad un malentendido del que se han aprovechado ciertos explotadores de los escritores? Recuerdo que Juan Mars¨¦ cont¨® que haber confundido el ¨¦xito con la felicidad fue, en un pasado ya remoto, un error suyo: ¡°Ahora me gusta pensar que, para el verdadero escritor, cada novela que consigue terminar encierra para ¨¦l un ¨ªntimo fracaso: solo ¨¦l sabe la distancia que media entre el ideal que se propuso al empezar a escribirla y el resultado final obtenido. Incluso cuando consigue una obra que se considera lograda¡±.
No se puede hablar m¨¢s claro de la existencia de fracasos internos de escritura, de un tipo de contratiempos con el que chocan los escritores cuando se enredan en la aventura de escribir un libro; un tipo de contratiempos ¡ªen efecto, s¨®lo el escritor conoce la distancia que media entre lo planeado y el resultado final¡ª que queda fuera del alcance de hasta los m¨¢s perspicaces cr¨ªticos. Se trata de unas derrotas invisibles, calladas, las mismas que un buen d¨ªa llevaron a Zadie Smith a escribir cartas a algunos amigos escritores y, tras jurarles mantener ocultos sus nombres, preguntarles c¨®mo juzgaban su propio trabajo. Uno de ellos convirti¨® aquella pregunta en una ristra de cuestiones m¨¢s interesantes: ¡°Querida, siempre he pensado en lo bueno que ser¨ªa preguntarle a los escritores vivos: sin pensar en los cr¨ªticos, ?d¨®nde crees que no llega tu escritura?, ?c¨®mo pensabas que ser¨ªa tu ¨²ltimo libro antes de que fuera escrito?, ?no crees que un libro que reuniera el conjunto de vuestras decepciones ser¨ªa toda una revelaci¨®n?¡±.
Creo que ese desfile de decepciones acabar¨ªa siendo un material de trabajo de gran utilidad para los creadores literarios porque estos tendr¨ªan acceso a informaci¨®n muy reservada sobre los fiascos ajenos y qui¨¦n sabe si no acabar¨ªan recibiendo interesantes lecciones de algunas de las experiencias confesadas. Uno piensa que, como m¨ªnimo, esa franqueza en el intercambio de suicidios ¨ªntimos relajar¨ªa el ambiente, ridiculizar¨ªa cualquier esperanza puesta en el ruido medi¨¢tico que pueda envolver a una novela y, aunque pueda parecer un tanto ut¨®pico, permitir¨ªa que apareciera un libro ins¨®lito: una antolog¨ªa de textos que por fin entrar¨ªa en una zona de sombras verdaderamente in¨¦dita al tratar nada menos que de aquello que en el medio literario no suele hablarse p¨²blicamente.
Babelia
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