Camila Sosa Villada: ¡°Si existe una revoluci¨®n travesti es en el campo del deseo¡±
La escritora, incipiente voz de la literatura trans, retrata con dureza la vida de un grupo de travestis en la sociedad argentina de principios de siglo
Como una fuerza de la naturaleza que desea contarse a s¨ª misma, Camila Sosa Villada (La Falda, 1982) escribe todo el tiempo. Cuando hace el amor con su amante, cuando corre por el parque, est¨¢ narrando en su cabeza. ¡°Por la palabra me he curado de muchas cosas¡±, dice. Atiende la llamada por zoom por miedo a la covid-19, el bicho al que le teme ahora. En otra ¨¦poca, ¡°el bicho¡± temido era el VIH. Ese miedo ha quedado plasmado en Las malas (Tusquets), un libro en el que la escritora argentina, voz de la literatura trans, somete su vida a la l¨®gica de la ficci¨®n. El resultado es un relato inc¨®modo e indecente que retrata con dureza la vida de un grupo de travestis en C¨®rdoba (Argentina) a principios de siglo que se ven forzadas a prostituirse para sobrevivir, y la violencia con la que responde una sociedad dispuesta a perseguirlas hasta la muerte.
¡°Ser travesti es una fiesta¡±, dec¨ªa uno de los personajes del libro de Sosa Villada. Su casa, decorada con papel picado mexicano y cuadros de Frida Kahlo, tambi¨¦n lo es por estos d¨ªas. Pasa el confinamiento haciendo el amor, tomando champ¨¢n y bailando. ¡°No hay nadie que ame m¨¢s la vida que las travestis de Las malas¡±, dice sobre sus personajes. Pero podr¨ªa estar hablando de ella misma o de las mujeres trans que se le acercaron para decirle que se hab¨ªan sentido contadas.
Las travestis tenemos que poder dejar de estar confinadas a la esquina, al departamento oscuro. ?Que nos amen a plena luz del d¨ªa! Que reconozcan que nos aman.
¡°Ellas son tan dignas, tan l¨²cidas, que van hasta el final y terminan todas muertas. Aman tanto la vida, que saben que si no es digna, es mejor perderla¡±. La persecuci¨®n que orquesta una ciudad sumamente conservadora -¡°tiene una iglesia en cada cuadra¡±- hacia ellas, las lleva a encerrarse, a ocultarse, a suicidarse. ¡°Eso ya no lo hacemos. Ya no nos escondemos, sabemos que si tenemos que perder la vida peleando, la perdemos¡±, asegura. ¡°La lucha de las travestis latinoamericanas no es solo por la vida, es por una vida que sea digna de ser vivida¡±.
La amenaza de la muerte -impuesta por ¡°la heterosexualidad como producci¨®n pol¨ªtica¡±- que recae sobre ellas es una constante en el libro. ¡°Un d¨ªa van a venir a golpear esa puerta para avisarme que te encontraron muerta, tirada en una zanja¡±, le dec¨ªa su padre. ¡°A¨²n persiste esa amenaza¡±, asegura. ¡°No asesinan as¨ª ni a las vacas que se comen¡±. Qu¨¦ curiosa es la transfobia, comenta. ¡°Dicen tener miedo de nosotras, cuando en realidad lo que tienen es un odio profundo. C¨®mo puede ser que terminen as¨ª mujeres tan importantes, yo las he visto morir bajo una excusa tan est¨²pida como la del miedo¡±. Por primera vez en la entrevista detiene su habla.
- ?En qui¨¦n pens¨¢s?
- Yo misma. Siendo ni?a, adolescente. Me hicieron much¨ªsimo da?o. Pero seguimos naciendo, seguimos dando batalla, seguimos resistiendo. Ya no somos m¨¢s esas v¨ªctimas que todo lo aceptaban.
Las malas presenta al cuerpo de las mujeres trans como el campo de batalla donde quedaban las marcas de todo eso que aceptaban. Pieles ara?adas por la violencia. Uno de sus personajes, una travesti de 178 a?os que funge de matrona del grupo, luc¨ªa moretones por el aceite de avi¨®n que se hab¨ªa inyectado para moldearse. ¡°Eso somos como pa¨ªs tambi¨¦n. El da?o sin tregua al cuerpo de las travestis. La huella del odio¡±, se lee en el libro. ¡°Yo me forj¨¦ en una ¨¦poca en la que solo se pod¨ªa ser mujer de una manera, que era la manera en la que te deseaban los hombres. Por eso hay travestis de cierta edad, todas gravemente operadas. Eso ya no sucede m¨¢s, las chicas trans ahora no se depilan, se visten como quieren, no les importan cosas que para nosotras eran de vida o muerte¡±.
En pleno apogeo de las escritoras argentinas, la literatura nacional se volte¨® a aplaudir a Las malas, que se publica este mes en Espa?a. Por primera vez un relato que ven¨ªa a contar de una forma tan cruda la realidad de las chicas trans ¡°que se tuvieron que ir de sus casas, que fueron castigadas f¨ªsicamente por la polic¨ªa, por los clientes [de la prostituci¨®n]¡±, entraba de lleno a los espacios ocupados por la literatura tradicional. Para Sosa Villada es un triunfo en un terreno ¡°eternamente negado¡± a las travestis. ¡°De repente se encuentran con una imaginaci¨®n, con un manejo de la palabra, con un estilo. Yo estoy dando una batalla en el territorio del lenguaje, de la ficci¨®n. De repente las travestis comenzamos a generar conocimiento, a producir ficciones, historias¡±.
A dos d¨¦cadas de las experiencias narradas en el libro, situado a principios de los 2000, Sosa Villada reconoce que algunas cosas en Argentina han cambiado. Pero queda mucho por hacer, reclama. ¡°Las travestis tenemos que poder dejar de estar confinadas a la esquina, al departamento oscuro. ?Que nos amen a plena luz del d¨ªa! Que reconozcan que nos aman. No queremos que nos eduquen, nos golpeen o nos maten, lo que queremos es que nos deseen, porque estamos privadas a la imaginaci¨®n de las personas. Si existiera una revoluci¨®n travesti ser¨ªa en el campo del deseo¡±.
En un pa¨ªs en el que se abre paso el lenguaje inclusivo, y hasta el presidente usa por momento expresiones como ¡°todes¡±, Sosa Villada incide en la necesidad de nombrar a las travestis por su nombre. ¡°Nos vemos en la obligaci¨®n de ver cualquier limosna como si fuera la gran cosa: ay, el presidente dijo ¡®todes', el presidente tiene un hijo drag queen o le dieron un contratito a una travesti para que recoja la basura, qu¨¦ bueno. Gracias por no matarme, gracias por no insultarme¡±, ironiza. ¡°Hay que romper con ese discurso porque seguimos teniendo un promedio de 35 a?os de vida, y es una muerte absolutamente evitable¡±.
Babelia
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