Siete d¨ªas que explican un siglo de Espa?a
Siete historiadores recrean en sendos libros jornadas clave de la historia reciente. Los dos primeros tratan el 23-F y la reuni¨®n de poetas con la que naci¨® el grupo del 27
Hay d¨ªas que marcan la historia de un pa¨ªs, en los que todo cambia y quedan fijados en la memoria colectiva porque ya nada vuelve a ser igual. Repasar la historia de los ¨²ltimos cien a?os en Espa?a a partir de siete momentos clave es el reto que Jordi Canal propuso a siete historiadores para la colecci¨®n La Espa?a del siglo XX en 7 d¨ªas, de la editorial Taurus. Los dos primeros vol¨²menes llegan este jueves a las librer¨ªas. El triunfo de la literatura, de Jos¨¦-Carlos Mainer, se centra en el 17 de diciembre de 1927, el homenaje a G¨®ngora en Sevilla que represent¨® algo m¨¢s que la eclosi¨®n de una deslumbrante generaci¨®n literaria. En El golpe que acab¨® con todos los golpes, Juan Francisco Fuentes radiograf¨ªa los precedentes, los hechos y las consecuencias de la intentona de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
Jordi Canal dirige la nueva colecci¨®n cuyos primeros dos t¨ªtulos, a cargo de Jos¨¦-Carlos Mainer y Juan Francisco Fuentes, llegan esta semana a las librer¨ªas
El resto de libros tratar¨¢ El fin del imperio espa?ol (Tom¨¢s P¨¦rez Viejo), a partir de la ¨²ltima gran batalla en Cuba contra la Armada de Estados Unidos, el 3 de julio de 1898, opci¨®n seleccionada a costa de la asunci¨®n efectiva del trono por parte de Alfonso XIII. Pilar Mera se ocupar¨¢ de El d¨ªa que empez¨® la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936. El momento clave del fin del franquismo no es, para Jordi Canal, la muerte de Franco, sino el 20 de diciembre de 1973, El d¨ªa en que ETA puso en jaque al r¨¦gimen franquista con la voladura del coche que ocupaba el presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, narrado por Antonio Rivera. El propio Canal se ha reservado el 25 de julio de 1992, la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, porque signific¨® La vuelta al mundo de Espa?a. La serie se cerrar¨¢ con El d¨ªa del mayor atentado de la historia de Espa?a, el 11 de marzo de 2004, con documentaci¨®n in¨¦dita aportada por Mercedes Cabrera, que fue ministra de Educaci¨®n en el primer Gobierno Zapatero, surgido tras la masacre yihadista en Atocha y la derrota de Mariano Rajoy.
Canal dice que no ha pretendido seguir el modelo de Stefan Zweig, cuando sintetiz¨® en 14 narraciones los Momentos estelares de la Humanidad, pues ¡°el proyecto pretende divulgar la historia para un p¨²blico culto amplio y de una manera diferente de la Escuela de los Annales o la historiograf¨ªa marxista, pero sin negarlas. Reivindicar no las estructuras sino el acontecimiento y el relato¡±. Otros subtemas, como el debate territorial o el feminismo, quedar¨¢n subsumidos en los eventos de cada per¨ªodo.
Mainer: ¡°Espa?a no tuvo hasta 1927 sociedad literaria¡±
La primera condici¨®n que puso Jos¨¦-Carlos Mainer para aceptar escribir un texto sobre el 27 fue que no apareciese en ning¨²n lugar la conflictiva palabra ¡°generaci¨®n¡±, pues se trataba de dar cuenta de una eclosi¨®n cultural m¨¢s amplia. A medida que el autor va aplicando la intensidad del zoom sobre el d¨ªa concreto, el 17 de diciembre, Sevilla, Ateneo, homenaje al tricentenario de G¨®ngora, se hacen visibles infinidad de detalles que la visi¨®n a¨¦rea dejaba fuera de foco. ¡°Hasta 1927¡å, dice Mainer, ¡°los centenarios culturales hab¨ªan sido celebraciones patri¨®ticas que ten¨ªan un persistente olor a naftalina y nunca dejaban de patentizar las mostrencas intenciones ideol¨®gicas y pol¨ªticas que las sustentaban. A partir de entonces, la reinvenci¨®n est¨¦tica de Espa?a ya no se construy¨® en funci¨®n de las efem¨¦rides oficiales, sino por los hallazgos y los gustos personales de artistas e investigadores¡±.
Los j¨®venes ya no luc¨ªan las largas barbas de la generaci¨®n precedente que les daban aspecto severo y prestigio de madurez. Ahora reivindicaban la juventud, el jazz, la aviaci¨®n, el autom¨®vil, los c¨®cteles, creaban revistas, ten¨ªan m¨¢s conexiones internacionales (como Marichalar, con la revista The Criterion, de T. S. Eliot) y quer¨ªan arrebatar a los franceses la palabra de G¨®ngora y enarbolarla ante sus mayores: a P¨ªo Baroja ¡°le ol¨ªa a sem¨ªtico¡±; Valle-Incl¨¢n lo encontraba ¡°?inaguantable!¡±; Ortega, ¡°maravilloso e insoportable¡±; y Antonio Machado callaba.
En su viaje en tren a Sevilla, diciembre del 27, era un grupo alegre y ruidoso como un equipo de futbolistas, escribi¨® Jorge Guill¨¦n, el ¨²nico respetable y casado. Jos¨¦ Bergam¨ªn; Gerardo Diego, con boina; D¨¢maso Alonso, dispuesto a la juerga y el alcohol; Federico Garc¨ªa Lorca, reticente hasta ¨²ltima hora; Rafael Alberti, tranquilo; Juan Chab¨¢s durmiendo. Y a la una de la madrugada del d¨ªa 16 estaban ya en la finca del torero Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, oyendo al Ni?o de Huelva y a las cinco y las seis, al Ni?o de Jerez, borrachos de champ¨¢n. No estaban ni Luis Cernuda ni Vicente Aleixandre. Al d¨ªa siguiente se har¨ªan la c¨¦lebre foto que consagr¨® una nueva ¨¦poca literaria.
¡°Por primera vez¡±, dice Mainer, ¡°hab¨ªa en Espa?a una expectativa a favor de la literatura y se constitu¨ªa una sociedad literaria y de mercado. A principios de siglo tambi¨¦n hab¨ªa escritores profesionales, Gald¨®s o Clar¨ªn, pero les cost¨® m¨¢s. Guill¨¦n le cuenta en una carta a su mujer que lo que les ha ocurrido en Sevilla ha cambiado la retribuci¨®n de su trabajo y la percepci¨®n de la literatura, que escribir poemas deriva en cenas, brindis, excursiones, que ?les han metido en un buen hotel y han salido en la prensa! y adem¨¢s se han hecho un retrato colectivo. Esa nueva conciencia solidaria del autor se hace patente en una novela de Samuel Ros en la que hace aparecer en la boda de los personajes centrales a todos los escritores de Madrid¡±. Y, sobre todo, dice Mainer ¡°se logra su progresiva autonom¨ªa ¡ªcomo individualidades o como grupos¡ª en el control de su trabajo; algo que se afianza en un trato m¨¢s cercano con sus editores, en colaboraciones en prensa mucho mejor retribuidas, en el realce de su presencia p¨²blica (reportajes fotogr¨¢ficos, entrevistas...) y tambi¨¦n en la constituci¨®n de la cr¨ªtica de libros como un g¨¦nero period¨ªstico m¨¢s relevante, aunque es cierto que a¨²n en los a?os sesenta encontraba en librer¨ªas de viejo de Madrid libros intensos de Benjam¨ªn Jarn¨¦s¡±.
En su viaje a Sevilla aquel era un grupo alegre y ruidoso como un equipo de futbolistas, escribi¨® Jorge Guill¨¦n
Mainer rechaz¨® cualquier referencia a la ¡°generaci¨®n del 27¡±, porque en su libro recoge la inclusi¨®n de la mujer en el mundo laboral, el contexto internacional, m¨²sicos, artistas, ensayistas y autores de otras edades. Sobre todo a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, un gigante cuyo Diario de un poeta reci¨¦n casado ¡°cambi¨® por completo la poes¨ªa espa?ola¡± y que acogi¨® con recelo a la nueva hornada de poetas (¡°juventud asobrinadita casi toda ella, y desganada, tonta, pobre de esp¨ªritu, vana, inculta¡±, cuyos componentes est¨¢n ¡°dados al ol¨¦ y al ay del arbol¨¦, contra el acr¨®stico y la charada¡±).
Entre la multitud de personajes, adquiere relieve el primer Ernesto Gim¨¦nez Caballero, fascista que sin embargo incorporaba el republicanismo de Aza?a, fact¨®tum de La Gaceta Literaria, donde conviv¨ªa con comunistas como C¨¦sar Arconada y acog¨ªa en sus p¨¢ginas art¨ªculos en gallego y catal¨¢n. Mainer incluye las novedades del epistolario de Margarita Xirgu que le han hecho cambiar su visi¨®n del proceso judicial a Valle-Incl¨¢n o los manifiestos de los autores castellanos en solidaridad con Catalu?a tras la persecuci¨®n del catal¨¢n por parte del dictador Primo de Rivera y el homenaje que se celebr¨® en Barcelona como agradecimiento al apoyo castellano. ¡°Es curioso que a Barcelona fuera Ramiro Ledesma Ramos, fundador despu¨¦s de la Falange, o Pedro Sainz Rodr¨ªguez, que fue ministro de Franco¡±. ?Qu¨¦ poetas del 27 han resistido mejor el paso del tiempo? Mainer no vacila: ¡°Cernuda, en primer¨ªsimo plano. Y Lorca, por supuesto¡±. ?Y los injustamente olvidado? ¡°Vicente Aleixandre no merece la baja cotizaci¨®n actual. Tampoco Pedro Salinas¡±.
Fuentes: ¡°Sobre el 23-F, he tenido que restaurar los vestigios de verdad bajo el sensacionalismo¡±
En su libro sobre el 23-F, Juan Francisco Fuentes incorpora materiales de los que no dispon¨ªa cuando escribi¨® su biograf¨ªa de Adolfo Su¨¢rez, como el testimonio de Su¨¢rez seg¨²n lo recogi¨® Juan Linz en 1983 o el relato del general Gabeiras de lo ocurrido los d¨ªas 23 y 24 de febrero, sacado recientemente a la luz por el coronel Aguilar Olivencia. Fuentes ha ordenado en un relato ¨¢gil el gigantesco puzle generado por el alud de informaciones sobre el golpe de Estado. ¡°Hay que saber desechar elementos que pueden resultar muy tentadores por lo novedoso o lo estramb¨®tico, pero que son de muy dudosa veracidad, por no decir francamente t¨®xicos. Precisamente la toxicidad de algunos relatos recientes del 23-F, como el famoso falso documental de Jordi ?vole, obliga a recuperar aspectos de la versi¨®n oficial del Golpe que han quedado sepultados bajo las fabulaciones que se han contado en los ¨²ltimos a?os. Hay algo tambi¨¦n, por tanto, de trabajo arqueol¨®gico en esa reconstrucci¨®n del golpe de Estado, que consiste en restaurar los vestigios de verdad que han quedado sepultados bajo toneladas de sensacionalismo y mistificaci¨®n¡±. ¡°Pero que nadie se enga?e¡±, dice Fuentes, ¡°nunca habr¨¢ un relato cerrado y definitivo del 23-F. La historia sin cabos sueltos solo existe en la ficci¨®n y en las teor¨ªas conspirativas¡±.
Sobre el papel del Rey y si sobrepas¨® sus atribuciones constitucionales, el historiador cree que ¡°estaba haciendo su propio aprendizaje del oficio de monarca constitucional y hab¨ªa cosas que ten¨ªa que aprender sobre la marcha. Yo no creo que el Rey, en sus crecientes desencuentros con Su¨¢rez, traspasara ciertas l¨ªneas rojas. El problema no es ese. La cuesti¨®n de fondo tiene que ver con su particular relaci¨®n pol¨ªtica y personal con Su¨¢rez, que estaba acostumbrado a tener en Juan Carlos I un apoyo incondicional que se esfum¨® a lo largo de 1980. Aunque yo creo que esa no fue la raz¨®n fundamental de la dimisi¨®n de Su¨¢rez, es evidente que influy¨® en su decisi¨®n de dimitir¡±.
En su libro sobre el 23-F, Juan Francisco Fuentes incorpora materiales de los que no dispon¨ªa cuando escribi¨® su biograf¨ªa de Adolfo Su¨¢rez
El autor pone en duda el informe de los servicios de inteligencia de finales de 1980 que se refiere a tres ¡°operaciones en marcha¡±. ¡°En la descripci¨®n de esas tres conspiraciones es f¨¢cil reconocer lo que acab¨® ocurriendo el 23-F, hasta el punto de que un exministro de UCD me dijo que ¨¦l no se cre¨ªa ese informe, porque se parec¨ªa demasiado a lo que pas¨®. Y, efectivamente, yo planteo en mi libro la posibilidad no de que el informe fuera escrito despu¨¦s del 23-F, pero s¨ª de que hubiera sido retocado despu¨¦s de esa fecha¡±. En 1980, y antes, hab¨ªa diversos planes involucionistas que avanzaban en paralelo. ?Pod¨ªan converger? Seg¨²n Fuentes, la Operaci¨®n Armada y el golpe de los espont¨¢neos, como lo llama el documento del CESID ¨Cel golpe de Tejero, para entendernos¨C, dif¨ªcilmente pod¨ªan converger, ni siquiera con la ayuda de Milans del Bosch como casamentero golpista.
¡°Sobre los posibles apoyos parlamentarios al plan de Armada hay que aclarar primero que aquellos pol¨ªticos que se entrevistaron con ¨¦l y se dejaron tentar por su ¡®golpe de tim¨®n', seg¨²n la expresi¨®n que acu?¨® Tarradellas, ten¨ªan una imagen muy edulcorada del plan, que fue la que ¨¦l mismo les vendi¨®. No estaban al corriente de sus contactos con Milans y mucho menos de los que el propio Milans manten¨ªa con Tejero. Todos estos contactos formaban una cadena que en uno de sus extremos era una maniobra seudoconstitucional para derribar a Su¨¢rez y en el extremo opuesto un golpe militar ultra¡±, aclara Fuentes. La posibilidad de que el PCE como tal estuviera en la Operaci¨®n Armada es, seg¨²n el autor, ¡°un disparate¡±. Y a?ade: ¡°Pero es verdad que alguna personalidad relevante del partido la vio con inter¨¦s. Cuando en una reuni¨®n de la ejecutiva ese dirigente comunista plante¨® la posibilidad de que el PCE entrara en la operaci¨®n, Santiago Carrillo le cort¨® por lo sano: ¡®T¨² desvar¨ªas¡¯. Nadie en el PSOE tuvo una respuesta tan contundente cuando se plante¨® la misma cuesti¨®n¡±
Fuentes es firme en su rechazo a las interpretaciones presentistas que sostienen que en el fondo el golpe triunf¨®, porque provoc¨® un giro derechista a la pol¨ªtica auton¨®mica y econ¨®mica. ¡°A los militares proclives al golpismo¡±, dice el historiador, ¡°la pol¨ªtica econ¨®mica les daba igual, y por tanto no se les pod¨ªa comprar con dos puntos menos de d¨¦ficit p¨²blico, por decir algo. En 1981, la teor¨ªa catastrofista de un sector ¨Centonces minoritario¨C de la izquierda era que el juicio contra los golpistas nunca se celebrar¨ªa. Cuando se celebr¨®, dijeron que los golpistas no ser¨ªan condenados. Cuando fueron condenados, dijeron que s¨ª, pero que al principal cerebro y hombre del rey, Alfonso Armada, solo le hab¨ªan ca¨ªdo seis a?os de prisi¨®n. Cuando el Tribunal Supremo le conden¨® a 30 a?os tuvieron que inventarse otra cosa. Hay gente inasequible al desaliento, que no soporta la idea de que la historia, al menos esta, tenga una final feliz. El golpe fracas¨®. La democracia triunf¨®. Punto. A veces pienso que algunos, y no solo los golpistas, habr¨ªan preferido que el golpe triunfara para poder decir: ¡®?Veis como una transici¨®n pac¨ªfica era imposible?¡±.
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