A Calder¨®n de la Barca le falta un dedo
El Institut del Teatre de Barcelona guarda desde 1929 un metacarpo extra¨ªdo de la tumba del escritor en 1840
Uno de los dedos de la mano derecha con los que Pedro Calder¨®n de la Barca cog¨ªa la pluma para escribir aquello de que ¡°toda la vida es sue?o, y los sue?os, sue?os son¡± no se encuentra en la madrile?a iglesia de Nuestra Se?ora de los Dolores, donde un equipo arqueol¨®gico de la Universidad CEU-San Pablo lo va a buscar en breve, sino en el Institut del Teatre de Barcelona. Y no porque Calder¨®n lo perdiese en alguna de las batallas en las que particip¨® en Catalu?a (Martorell, Tarragona, Barcelona y L¨¦rida) entre 1640 y 1642, sino porque alguien se lo llev¨® en torno a 1840 cuando el cuerpo del literato fue trasladado desde la madrile?a iglesia de El Salvador en la calle Mayor, que estaba a punto de derrumbarse, a la Sacramental de San Nicol¨¢s. Esta persona le entreg¨® la reliquia al cardenal Antol¨ªn Monescillo, que la guard¨® en su biblioteca hasta que en 1923 termin¨® en el Institut. Nadie sabe por qu¨¦.
Lo cuenta la investigadora Ana V¨¢zquez Est¨¦vez en un informe llamado Fetiches o reliquias teatrales: el dedo de Calder¨®n de la Barca conservado en el Centro de Documentaci¨®n Teatral del Institut del Teatre de Barcelona. ¡°La reliquia se recoge dentro de un marco de madera. En la parte superior contiene una peque?a vitrina en la que est¨¢ depositado el hueso; en el centro, un grabado en papel con el retrato de Calder¨®n de la Barca¡±, explica el estudio. Dado su mal estado, fue restaurado en 1999.
Los restos de Calder¨®n de la Barca, tras su fallecimiento en Madrid en 1681, fueron trasladados en siete ocasiones a distintas iglesias y cementerios de Madrid. Terminaron en 1902 en la iglesia de Nuestra Se?ora de los Dolores, en la calle de San Bernardo, donde fueron colocados sobre un pedestal y dentro de un sarc¨®fago de m¨¢rmol. En 1936, los milicianos prendieron fuego a la iglesia, asesinaron a nueve sacerdotes y el templo ardi¨® durante dos d¨ªas. Los restos del genio se dieron por perdidos desde entonces hasta que un testigo en su lecho de muerte confes¨® que la urna funeraria hab¨ªa sido escondida en una de las paredes del templo. Ahora el equipo interdisciplinario del CEU intentar¨¢ hallar en cu¨¢l, si es que a¨²n se conserva.
¡°Si lo encuentran¡±, bromea Anna Valls, directora del Centro de Documentaci¨® i Museu de les Arts Esc¨¨niques, ¡°le tiene que faltar un dedo, porque nuestro metacarpo es aut¨¦ntico¡±. Lo demuestra que se expone en un marco ¡°con la certificaci¨®n ante notario de su exhumaci¨®n en 1840¡±.
Y es que, termina el informe de V¨¢zquez, ¡°hubo ¨¦pocas en que exist¨ªa una gran afici¨®n por guardar estos restos de devoci¨®n popular. As¨ª podemos encontrar en el Museo del Teatro de Almagro la garganta del tenor navarro Juli¨¢n Gayarre, o el coraz¨®n del tenor italiano Giuseppe Anselmi¡±
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.