Catarsis en la Ant¨¢rtida

Lleg¨® julio. Tambi¨¦n el acceso a esa cosa tan rara que denominan nueva normalidad. Ser¨ªa m¨¢s exacto lo de renovada anormalidad. Y por supuesto, no existe nada normal en la presunta apertura de los cines y en su muy tibia programaci¨®n. Las grandes cadenas de la exhibici¨®n siguen cerradas y los opulentos estrenos de las majors permanecen recluidos, imagino que esperando tiempos mejores. Cuestiones econ¨®micas. Como siempre. Es improbable que los fuertes no acaben haciendo sabroso negocio despu¨¦s de este terremoto mundial.

Buceando en el gris¨¢ceo material que est¨¢ viendo la luz, me resulta muy complicado aconsejar a los espectadores sobre pel¨ªculas en posesi¨®n de inter¨¦s, espect¨¢culo, fascinaci¨®n. Se supone que D¨®nde est¨¢s, Bernadette contiene alguno de esos dones, si nos atenemos a la prestigiosa firma de su autor. Es Richard Linklater, cuya obra seg¨²n sus m¨²ltiples y cultivados fans es mod¨¦lica del inter¨¦s y la grandeza que pueden alcanzar el cine independiente. No comparto ese enamoramiento. Linklater se mueve en variados g¨¦neros, incluyendo alg¨²n w¨¦stern y cine de animaci¨®n, a los que imprime su sofisticado y reconocible sello. Y para aquellos espectadores que se identifican con su mundo ha realizado una trilog¨ªa que les apasiona. Se trata de Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer. En ella recorre a lo largo de mucho tiempo la historia amorosa de una pareja que se conoci¨® en Viena a lo largo de un d¨ªa y una noche, se reencontraron tiempo despu¨¦s en Par¨ªs, se liaron, han formado una familia y el desgaste amoroso les cerca en la isla griega donde pasan unas vacaciones. Supongo que volveremos a encontrarnos con ellos cuando sean ancianos. Este se?or estadounidense y la se?ora francesa no paran nunca de hablar, se aman, se enfrentan y se huyen. A m¨ª me resulta cargante casi todo lo que dicen y lo que hacen. Pero su poder de comunicaci¨®n y empat¨ªa con determinado p¨²blico son absolutos.

La ¨²nica pel¨ªcula de Linklater que me ha cautivado es Boyhood, un experimento tan audaz como apasionante, en el que Linklater filma la vida familiar y emocional de un ni?o de ocho a?os y va siguiendo su evoluci¨®n hasta los 18. Sin cambiar de actores. Y algo que entra?aba tanta dificultad le sali¨® primoroso. Es una pel¨ªcula inquietante, profunda, dura y tierna.

D¨®nde est¨¢s, Bernadette la protagoniza un matrimonio en crisis y su hija adolescente. El padre, virtuoso en las nuevas tecnolog¨ªas, soporta la eterna depresi¨®n de su desquiciada esposa, que fue la gran estrella juvenil de la arquitectura ecologista y minimalista, pero que un d¨ªa perdi¨® su creatividad y desde entonces vive un desmoronamiento ¨ªntimo y enganchada a todo el pastilleo imaginable. Y la inteligente hija de ambos, perpleja y dolorida, pretende ayudar a que la pareja no se disuelva. Un viaje en solitario de la madre a la liberadora Ant¨¢rtida provocar¨¢ la catarsis en el tr¨ªo, la posibilidad de alejar a la pegajosa desdicha, a la frustraci¨®n permanente.

Los di¨¢logos son pretendidamente brillantes y sofisticadas las situaciones an¨ªmicas, los personajes se expresan y act¨²an con ese estilo que algunos denominan cool. O guay al castellanizarlo. Y la protagoniza Cate Blanchett, esa elegante dama a la que le sienta tan bien la ropa de Armani y de Chanel, cuya presencia siempre desprende clase.

Mi problema con esta atormentada familia, que tambi¨¦n viven momentos de comedia y su b¨²squeda de soluciones es que asisto a su torturada vida con cierta indiferencia, que no me remueve lo que les ocurre. Y las conversaciones, los personajes, lo que anhelan y lo que padecen, est¨¢n muy trabajados por parte del director. Pero no me ocurre nada especial con ellos, ni bueno ni malo, en su intenso metraje. Lo que m¨¢s agradezco en estos d¨ªas de asqueroso calor en el renovado tumulto de Madrid es la posibilidad de contemplar los paisajes de la Ant¨¢rtida. Pero ese placer tambi¨¦n podr¨ªa encontrarlo en un documental sobre el hielo y el silencio.