Rebecca Solnit: ¡°La pandemia es anticapitalista, nos ense?a otras maneras de vivir¡±
La autora de ¡®Los hombres me explican cosas¡¯ y ¡®Wanderlust¡¯ presenta un nuevo ensayo sobre las ventajas de salirse del camino, en sentido real y metaf¨®rico
Pese a haber sido una de las firmas m¨¢s destacadas de la revista Harper¡¯s, Rebecca Solnit (Bridgeport, Connecticut, Estados Unidos, 59 a?os) prefiri¨® no firmar el pol¨¦mico manifiesto contra la ¡°intolerancia¡± del activismo progresista publicado en la cabecera estadounidense. ¡°Es un c¨²mulo de declaraciones vagas que parecen defender la libertad de expresi¨®n. ?Y qui¨¦n no est¨¢ a favor de la libertad de expresi¨®n? En realidad, lo que defienden es una expresi¨®n sin consecuencias para aquellos que hace tiempo que gozan de esa libertad¡±, responde desde su casa en San Francisco. La ensayista, convertida en referente del feminismo desde que public¨® Los hombres me explican cosas en 2014, regresa ahora con Una gu¨ªa sobre el arte de perderse (Capit¨¢n Swing), donde recuerda las ventajas de salirse del camino y deambular por territorios que no aparecen en los mapas, tanto en el sentido literal como en el figurado.
As¨ª es como procede Solnit en su trabajo intelectual. Para la escritora, el debate p¨²blico no se ha vuelto irrespirable, como pretende el texto de Harper¡¯s cuando afirma que ¡°el libre intercambio de informaci¨®n e ideas, la savia de una sociedad liberal, est¨¢ volvi¨¦ndose cada d¨ªa m¨¢s limitado¡±. ¡°En mi experiencia, es al rev¨¦s: se est¨¢ volviendo cada vez menos restringido, porque hoy escuchamos a m¨¢s mujeres, gente de color y personas queer, adem¨¢s de otras voces que no hab¨ªan formado parte de la conversaci¨®n¡±. El problema del texto, para Solnit, es que victimice a quienes generan una violencia simb¨®lica y, en cambio, se olvide de quienes la padecen en sus carnes. ¡°La carta no defiende a los trans, las feministas y otros que han sufrido amenazas contra sus voces y sus vidas. A quienes parece defender es a aquellos que han tenido una plataforma de expresi¨®n y han vivido una mala experiencia cuando a alguien no le gust¨® lo que dec¨ªan¡±, puntualiza la escritora. ¡°Parte de lo que se percibe como represivo es la hostilidad respecto a posiciones que la merecen. Por ejemplo, como activista clim¨¢tica tengo tolerancia cero con los negacionistas: en ese tema, no hay dos versiones. Y lo mismo sucede con el resto de asuntos clave de nuestro tiempo¡±, remata Solnit.
La ensayista se puso a escribir este nuevo libro, publicado en 2005 en ingl¨¦s, al terminar Wanderlust. Una historia del caminar, volumen que logr¨® abrir un nicho editorial. ¡°Sent¨ª que hab¨ªa temas que no hab¨ªa explorado. Uno de ellos era el hecho de deambular y perderse, y por qu¨¦ eso era importante en una sociedad cada vez m¨¢s controlada. ?Qu¨¦ significa zambullirse en lo desconocido?¡±, se pregunta su autora, cr¨ªtica precoz de ¡°las nuevas formas de vida basadas en el silicio¡±, que l¨®gicamente se reafirma en su diagn¨®stico 15 a?os m¨¢s tarde. Supondr¨ªa tambi¨¦n su primera experiencia con una escritura ¡°menos acad¨¦mica¡±, que luego convertir¨ªa en su marca de f¨¢brica. ¡°Quise perderme tambi¨¦n al escribir. Empec¨¦ a hacerlo de una manera m¨¢s po¨¦tica, a partir de asociaciones m¨¢s personales¡±, explica la autora, que cita a Eduardo Galeano o Ariel Dorfman como ejemplos a seguir, por su manera de ¡°mezclar la vida y el arte¡±.
En el libro, Solnit describe el hecho de perderse como un gesto pol¨ªtico, ya que permite desarrollar la independencia, el instinto de supervivencia, el sentido de la orientaci¨®n y el potencial de la imaginaci¨®n. ¡°No nos encontramos a nosotros mismos hasta que no estamos perdidos¡±, escribi¨® su admirado H. D. Thoreau. ¡°Perdernos nos da una capacidad de desenvolvernos que sol¨ªamos usar m¨¢s cuando no ten¨ªamos tel¨¦fonos m¨®viles. Hoy la gente ya no sabe orientarse sin un m¨®vil y me parece una pena¡±, suscribe Solnit. ¡°No perderte nunca es no vivir¡±, dice en el libro, mientras deambula por asuntos como su incierta genealog¨ªa familiar, el significado cultural de las ruinas o el ¡°azul de la distancia¡±, el color de los horizontes y las cordilleras remotas, el de la melancol¨ªa y el anhelo.
Fascinada por los asuntos m¨¢s variados, la ensayista detecta, pese a todo, algunos hilos conductores en su producci¨®n. Por ejemplo, su pasi¨®n por la naturaleza y por la exploraci¨®n del paisaje, digna de la californiana de pro que dice ser ¡ªnaci¨® en Nueva Inglaterra, pero ha vivido en la bah¨ªa de San Francisco desde que ten¨ªa cinco a?os¡ª, pero tambi¨¦n su pasi¨®n por contar historias desde ¨¢ngulos inversos a los habituales. Empez¨® a escribir sobre la lucha feminista en un lejano 1985, cuando se cre¨ªa que los trajes de chaqueta y las hombreras pronunciadas bastar¨ªan para resolver esta papeleta. ¡°A partir de 2012, empez¨® a ser posible mantener una conversaci¨®n m¨¢s profunda¡±, dice Solnit, que en el archiconocido ensayo que har¨ªa germinar el t¨¦rmino mansplaining, que ha hecho fortuna tambi¨¦n en espa?ol, se dec¨ªa convencida de que no ver¨ªa terminar esta guerra antes de morir. Ese socorrido neologismo le resulta ¡°tremendamente ¨²til¡±, aunque le moleste que ¡°a veces se use mal¡±. ¡°Me encanta que un hombre me explique cosas que no s¨¦. Lo que no me gusta es que un idiota que ha le¨ªdo un art¨ªculo no s¨¦ d¨®nde le explique la astronom¨ªa a una astr¨®noma, o la medicina a una m¨¦dica¡±.
Contragolpes mis¨®ginos
Una d¨¦cada despu¨¦s, Solnit se siente bastante m¨¢s optimista, pese a la violencia de los backlashes, esos contragolpes mis¨®ginos incentivados por ¡°supermachos como Trump, Putin o Bolsonaro¡±. ¡°La protesta civil no es un acto matem¨¢tico de causa y efecto. Sus resultados son dif¨ªciles de cuantificar, pero de repente puede surgir una Greta Thunberg de la nada, una Primavera ?rabe, un movimiento como Black Lives Matter¡±, asegura. Respecto a este ¨²ltimo, pronostica que tendr¨¢ ¡°las mismas consecuencias que el MeToo¡±: ser¨¢ un cambio cultural que se lo llevar¨¢ todo por delante. Aun as¨ª, le preocupa el desv¨ªo transexcluyente de parte del feminismo, que cuenta con portavoces tan escuchadas como J. K. Rowling. ¡°Desv¨ªa la atenci¨®n respecto a la amenaza real para las mujeres, que es el patriarcado. La amenaza no son las mujeres trans, sino que haya una violaci¨®n por minuto. Las mujeres trans son mujeres¡±. Ella cree en un feminismo interseccional, que tambi¨¦n hable de raza y de clase social, y aboga por los frentes comunes. ¡°Mis derechos no se ven perjudicados por los que puedan conquistar otros grupos. Al rev¨¦s, la cultura queer me ayud¨® a liberarme como mujer al flexibilizar la noci¨®n de g¨¦nero. Y al rev¨¦s: si hoy existe el matrimonio homosexual tambi¨¦n es gracias al feminismo, que redefini¨® esa uni¨®n como una relaci¨®n negociada entre iguales¡±, sostiene Solnit.
En su ensayo Un para¨ªso construido en el infierno, que public¨® tras el desastre del Katrina, la autora defend¨ªa las oportunidades que se abren en los momentos m¨¢s oscuros. La actualidad merecer¨ªa que escribiese un nuevo ep¨ªlogo. ¡°Los desastres abren posibilidades. No puedo celebrar la pandemia, porque mucha gente lo ha pasado muy mal, pero nos ha quitado la vieja excusa de que no se pueden cambiar las cosas. Estados Unidos se sac¨® tres billones [de d¨®lares] de la manga para reactivar la econom¨ªa y las emisiones globales han descendido un 17%¡±, recuerda Solnit. ¡°En mi pa¨ªs puede hacer aumentar la conciencia de que necesitamos una cobertura m¨¦dica universal y un ingreso m¨ªnimo vital. Por eso, la pandemia es anticapitalista, porque nos ense?a otras maneras de vivir¡±.
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