La ¨²ltima lecci¨®n de Mars¨¦
'Viaje al sur' estuvo d¨¦cadas perdido. Ante su publicaci¨®n en septiembre, su editor cuenta c¨®mo fue el proceso para recuperarlo y el trabajo mano a mano con el autor
Todos los que hemos trabajado con Juan Mars¨¦ podemos dar fe de su extraordinario rigor intelectual y moral. Como dec¨ªa a menudo Jaime Gil de Biedma, su mejor amigo, Juan fue una de las personas m¨¢s nihilistas y descre¨ªdas del mundo, pero al mismo tiempo era due?o de una fenomenal capacidad de atenci¨®n, propia de los grandes novelistas.
La severidad de sus juicios, tanto est¨¦ticos como pol¨ªticos, era parecida a la inclemencia con que a menudo retrataba a sus personajes, a los que sin embargo tambi¨¦n sab¨ªa conceder de pronto una inesperada y luminosa dignidad. De la misma manera, en el trato cercano, si uno sab¨ªa ganarse su respeto, se mostraba c¨¢lido y c¨®mplice, humilde y modesto. O¨ªrle despotricar contra sus habituales bestias negras era tan divertido como escucharle contar esas an¨¦cdotas que iba perfeccionando una y otra vez y donde se pon¨ªa de manifiesto, sobre todo, la fabulosa paciencia de su imaginaci¨®n. Su inteligencia narrativa iba siempre por delante del discurso, anticip¨¢ndose a conclusiones e ideas y preocup¨¢ndose tan solo por retratar, captar detalles, gestos, los p¨¢lpitos de una historia en constante gestaci¨®n.
Igualmente fascinante era o¨ªrle comentar, con genuina perspicacia de artesano, escenas compuestas por novelistas que admiraba, como una vez, hace ya muchos a?os, cuando en una cena se dedic¨® a contar, como si lo estuviera escribiendo, el ¨²ltimo encuentro entre Lolita y Humbert Humbert. Es imposible volver a esas p¨¢ginas sin recordar su fruici¨®n.
Mars¨¦ era un corrector compulsivo y siempre insatisfecho. Aunque hubiera pasado mucho tiempo desde su publicaci¨®n, nunca dejaba de revisar sus novelas. En ese sentido, ha sido un verdadero privilegio trabajar con ¨¦l estos ¨²ltimos meses en un libro que escribi¨® en 1962 y que permanec¨ªa in¨¦dito y extraviado. Fruto de un encargo de Jos¨¦ Mart¨ªnez, el editor de Ruedo Ib¨¦rico, Viaje al sur, donde Mars¨¦ cuenta un viaje por Andaluc¨ªa en compa?¨ªa del fot¨®grafo Albert Guspi, ser¨¢ al fin publicado en septiembre por Lumen, con las fotograf¨ªas originales. Tras una serie de felices azares, entre ellos el s¨²bito fogonazo de la memoria de Mars¨¦, que record¨® de pronto el t¨ªtulo con que Jos¨¦ Mart¨ªnez hab¨ªa querido publicar el libro (Andaluc¨ªa, perdido amor), consegu¨ª localizar el manuscrito en el Instituto de Historia Social de ?msterdam, donde dorm¨ªa desde hac¨ªa casi sesenta a?os, bajo el seud¨®nimo de Manolo Reyes, el verdadero nombre del Pijoaparte. Mars¨¦ pudo as¨ª recuperar ¨ªntegro un texto en el que hab¨ªa trabajado al mismo tiempo que escrib¨ªa ?ltimas tardes con Teresa, justo a su regreso de su estancia en Par¨ªs, en unos a?os decisivos para su formaci¨®n.
A pesar de la edad y de las diversas patolog¨ªas que le hab¨ªan mermado f¨ªsicamente, Juan conservaba todav¨ªa una lucidez y una memoria impresionantes. Verle corregir y comentar esta obra de juventud, evocando aquellos a?os contra su propio declive, ha sido una fortuna para siempre. Antes de marcharse, revis¨® las galeradas y aprob¨® encantado la edici¨®n, cerrando un c¨ªrculo y dando una ¨²ltima lecci¨®n de exigencia e integridad.
Viaje al sur es una prueba m¨¢s, la ¨²ltima, del bien que la literatura de Mars¨¦ ha hecho a la democracia espa?ola, tan hu¨¦rfana de espacios dram¨¢ticos donde descubrir las mentiras del pasado, dinamitar mitos espurios o poner en duda consensos hist¨®ricos e ideol¨®gicos. El imaginario moral que nos ha legado es hoy m¨¢s necesario que nunca, casi subversivo, en este mundo de autoficciones y realidades huecas que tanto le exasperaba. Como dice David Bartra, el inolvidable protagonista de Rabos de lagartija, en una frase que es hoy para m¨ª su epitafio: ¡°Vale, de acuerdo, t¨² lo has vivido pero yo lo he imaginado; no creas que me llevas mucha ventaja en el camino de la verdad, hermano¡±.
Andreu Jaume es editor
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