Theodore Zeldin: ¡°La libertad m¨¢s importante es la libertad del miedo¡±
El fil¨®sofo, nacido en Palestina, ha dedicado su vida a estudiar las relaciones humanas y a convencernos de que la conversaci¨®n puede, en efecto, hacernos menos vulnerables y mejores
Detr¨¢s de la figura de Theodore Zeldin, vista por Skype, est¨¢ la neblina de Oxford, que simboliza bien la actual neblina del mundo. Este hombre, nacido en Palestina en 1933, cuando era territorio bajo mandato brit¨¢nico, ha dedicado su vida a estudiar las relaciones humanas (Historia ¨ªntima de la humanidad, Plataforma editorial) y a convencernos de que la conversaci¨®n (Conversaci¨®n. C¨®mo el di¨¢logo puede transformar tu vida, tambi¨¦n en la editorial de Jordi Nadal) puede, en efecto, hacernos menos vulnerables y mejores. Ahora resulta que la pandemia lo ha cambiado todo y la conversaci¨®n se mantiene en torno a un miedo com¨²n, la desgracia de la enfermedad. ?l es fil¨®sofo, profesor em¨¦rito de la Universidad de Oxford, ha ense?ado en Harvard y ha recibido multitud de condecoraciones por contribuir a entender el mundo. Considera que ¡°el miedo ahora ha cambiado nuestra idea de la libertad¡± y que ¡°la conversaci¨®n puede generar coraje ante el fracaso¡± que siempre ronda al ser humano. A los tres a?os aprendi¨® a leer, a los 12 escribi¨® su primer libro. Y, dice, siempre est¨¢ aprendiendo, huyendo del fracaso, construyendo energ¨ªa para combartirlo.
Pregunta. ?C¨®mo afecta esta pandemia a su conversaci¨®n consigo mismo?
Respuesta. Estamos obsesionados por el miedo y, sin duda, nuestra idea de libertad ha cambiado. En el pasado cre¨ªamos que la libertad significaba tener un gobierno que le diese a todo el mundo un voto y aprobase leyes para todos. Pero ahora vemos que la libertad m¨¢s importante es la del miedo. Por tanto, es muy dif¨ªcil encontrar una respuesta que convenga a todos, porque el mundo ahora est¨¢ dividido en dos. Por un lado, est¨¢ la gente que desea vivir en una fortaleza, que se quiere proteger de los diferentes, de los pobres, de las enfermedades. Tienen miedo a la incertidumbre. Y, por otra parte, est¨¢n quienes viven en un porche abierto al mar y quieren viajar por el mundo, descubrir culturas, civilizaciones y personas. Para ellos, estar encerrados en su peque?a oficina, en su peque?o trabajo, es lo opuesto a la libertad.
P. ?Qu¨¦ hacer?
R. No podemos decir que vayamos a proponer una soluci¨®n que convenga a todo el mundo. Hemos de aceptar que mucha gente se aferra a sus opiniones y quiere volver hacia atr¨¢s en la historia para hacer que su pa¨ªs sea grande otra vez. Lo que ahora tenemos que hacer es ver c¨®mo podemos hablar con esas personas en lugar de luchar contra ellas. Me he centrado en desarrollar conversaciones entre personas que no quieren verse con los de una religi¨®n distinta o una situaci¨®n econ¨®mica diferente. Es posible entenderles, aunque no puedas convertirlos; entenderles para disminuir su miedo. El gran problema de esta ¨¦poca es que llevamos siglos poniendo toda nuestra energ¨ªa en la expansi¨®n del conocimiento. Y cuanto m¨¢s conocimiento hay, m¨¢s ignorancia se observa, porque no se puede saber todo. Por tanto, nos hemos especializado m¨¢s, y como estamos m¨¢s especializados entendemos menos cosas. Vivimos en un peque?o agujero, en una peque?a burbuja de conocimiento.
P. Curioso mundo que avanza retrocediendo¡
R. Anteriormente pens¨¢bamos en que una manera de avanzar era que tuvi¨¦ramos un gobierno que nos dijese qu¨¦ hacer. Ahora lo importante es que cada persona descubra a otras, y lo hemos empezado a hacer, lentamente, con el intento de hombres y mujeres de hablar entre ellos. No lo hemos conseguido del todo, todav¨ªa, pero existe una oportunidad para que las mujeres adopten un enfoque diferente del que han adoptado hasta ahora. Quieren tener el mismo poder que los hombres; adem¨¢s han de ense?ar a los hombres a obsesionarse menos con el poder sobre los otros¡ El gran cambio en el ¨²ltimo siglo creo que ha sido alejarse del deseo de ascender en la escala social, el deseo de convertirse en directivo a fin de tener poder sobre las personas para defenderse del temor de ser dominado por otros.
P. Pero eso no quita para que queramos dominar nosotros mismos¡
R. De ah¨ª la importancia de las relaciones personales. Queremos entender, queremos tener amigos, queremos tener una familia con la que podamos hablar. Las familias no siempre son armoniosas. Y las familias y los amigos es lo que m¨¢s necesitamos para protegernos de los peligros inevitables del mundo. Cuando dos personas se conocen pueden crear algo; igual que cuando un hombre y una mujer se conocen crean hijos, cuando dos personas se encuentran pueden crear ideas distintas de las que tienen de manera individual. He hecho experimentos juntando a enemigos. Lo importante es que hablen, y lo har¨¢n sobre la vida, sobre sus relaciones con otras personas, sobre la educaci¨®n, sobre las diferencias de sexo, de ricos y de pobres. Pero de la conversaci¨®n entre ellos pueden surgir novedades positivas. Ustedes los periodistas pueden llamar a cualquiera y establecer una conversaci¨®n. Sin embargo, para la mayor¨ªa de la gente eso no es posible. Todos vivimos en una peque?a burbuja, tenemos miedo. Los ricos, por ejemplo, tienen miedo de hablar con los pobres. Lo que cre¨ªamos que era verdad en el pasado ya no es v¨¢lido¡ Hemos inventado la agricultura, que puede alimentar a millones de personas, aunque hemos destruido el suelo. Hemos inventado grandes ciudades, pero huelen mal. Nuestro sistema educativo ha fracasado. Por tanto, ?qu¨¦ hacemos ahora?
P. Eso es, ?qu¨¦ hacemos ahora?
R. Reinventarnos. La pandemia es un terrible perjuicio, un desastre. Todos los gobiernos intentan preservar el orden actual, pero el orden actual no funciona bien. Nos peleamos mucho por lo que queremos. Hay pobreza, hay desigualdad. Y por esas razones mucha gente sigue sufriendo mucho. Pensar cosas nuevas es una inspiraci¨®n. No necesitamos una ideolog¨ªa, sino experimentos. Tenemos que buscar en todas partes intentos de resolver los problemas mediante las interacciones personales, como lo que usted y yo podr¨ªamos hacer juntos. Fracasaremos muchas veces. No podemos garantizar resultados. Pero creo que la esperanza significa eso. En el pasado tuvimos prosperidad, comodidad, dinero, pero la prosperidad en realidad significa esperanza. Sin embargo, hoy en d¨ªa hay mucha menos esperanza que hace cincuenta a?os. Los j¨®venes ya no creen que ser¨¢n mejores que sus mayores, por lo que necesitan m¨¢s atenci¨®n. Esta es una ¨¦poca terrible, la disminuci¨®n del contacto entre la gente ha sido muy dolorosa y nos ha ayudado a darnos cuenta de lo importante que es hablar con la otra persona, no a trav¨¦s de Skype o Zoom sino cara a cara. Y veo que el odio ha sido un gran enemigo; tenemos que reflexionar sobre por qu¨¦ existe el deseo de querer que el pr¨®jimo fracase.
P. El poder es otro de los fracasos¡
R. El poder para eliminar el desacuerdo, y eso es imposible. En todas las naciones hay partidos extremistas que se niegan a relacionarse con los dem¨¢s, as¨ª que desarrollan dictaduras dirigidas por minor¨ªas. Result¨® tr¨¢gico que en 1932 Hitler se convirtiera en canciller porque obtuvo el 37% de los votos. Es un verdadero problema.
P. Usted dice que la conversaci¨®n genera energ¨ªa contra el fracaso¡
R. ?C¨®mo puede el temor convertirse en valent¨ªa? A trav¨¦s de la curiosidad. Toda la historia de la ciencia se reduce a analizar objetos que parecen peligrosos, reducirlos a partes peque?as y analizar esas piezas. Luego esas piezas min¨²sculas se vuelven interesantes. La manera de alcanzar la valent¨ªa es reducir los peligros a piezas peque?as. Tenemos que usar m¨¢s el conocimiento para ver esas partes min¨²sculas y as¨ª ayudar a los otros. Hacer que las cosas sean posibles, no conformarse con la desesperaci¨®n y, por culpa de ello, terminar considerando inevitable que nos gobiernen dictadores¡
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