Maestros del zen y del Zoom
La pantalla se vuelve tarima vertical y da la sensaci¨®n de que todo el mundo se sienta en la ¨²ltima fila
¡°Ya les ha ense?ado usted a atarse los cordones?". Jordi Llovet, una eminencia de la literatura comparada, recuerda en sus memorias ¡ªAdi¨®s a la universidad (Galaxia Gutenberg)¡ª lo que Jos¨¦ Manuel Blecua, una eminencia de la filolog¨ªa hisp¨¢nica, le preguntaba cuando volv¨ªa al despacho tras la primera clase de cada curso. Para ambos, el magisterio empezaba por lo m¨¢s b¨¢sico. De ah¨ª la opini¨®n de Llovet de que en las Humanidades es mucho m¨¢s importante la docencia que la investigaci¨®n. Y de ah¨ª el libro que acaba de dedicar a Miquel Batllori, Mart¨ª de Riquer, Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, Antoni Comas y el propio Blecua. El t¨ªtulo lo dice todo: Els mestres. Si no fuera porque nunca pierde el humor, leer al doctor Llovet producir¨ªa una melancol¨ªa insondable en estos tiempos de teletrabajo y ¡°presencialidad h¨ªbrida¡±.
Rep¨®quer de sabios irrepetibles
En Elogio de la transmisi¨®n (Siruela) ¡ªuna conversaci¨®n con C¨¦cile Ladjali, profesora de instituto¡ª, George Steiner habla del ¡°aura f¨ªsica¡± que desprende alguien que ense?a con rigor y pasi¨®n. Por eso, el drama que vive la ense?anza durante la pandemia tiene un lado especialmente triste: obliga a renunciar a uno de los grandes motores del conocimiento: la conversaci¨®n en los pasillos. Cualquiera que haya tenido una reuni¨®n de trabajo por videoconferencia sabe que el propio medio acent¨²a las relaciones de sentido ¨²nico. La pantalla se vuelve tarima vertical y potencia la sensaci¨®n de que todo el mundo se sienta en la ¨²ltima fila, a la espera de que lo saquen a la pizarra. La transmisi¨®n queda seriamente da?ada y se da la versi¨®n acelerada de un famoso cuento jud¨ªo. Cuando el rabino Shem Tov cre¨ªa que se avecinaba una desgracia para su pueblo, se dirig¨ªa al bosque, encend¨ªa un fuego, recitaba una plegaria y la amenaza quedaba conjurada. Cuando le toc¨® a su disc¨ªpulo rezar por id¨¦ntica raz¨®n, acudi¨® al mismo lugar y dijo: ¡°Se?or, no s¨¦ c¨®mo encender el fuego, pero todav¨ªa soy capaz de recitar la plegaria¡±. A?os m¨¢s tarde, un disc¨ªpulo del disc¨ªpulo se encamin¨® al bosque para decir: ¡°No s¨¦ c¨®mo encender el fuego y no conozco la plegaria, pero puedo colocarme en el lugar preciso¡±. Y lleg¨® el d¨ªa en que un rabino sentado en el sill¨®n de su casa se dirigi¨® a Dios: ¡°Se?or, soy incapaz de encender el fuego, no conozco la plegaria, ni siquiera puedo encontrar el lugar del bosque. Todo lo que s¨¦ es contar esta historia¡±. En el cuento bastaba para atajar la desgracia. No sabemos por cu¨¢nto tiempo.
Antonio Machado public¨® en 1936 una de las grandes obras de la filosof¨ªa espa?ola: Juan de Mairena. Presentado humildemente como conjunto de ¡°sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor ap¨®crifo¡±, el libro es un an¨¢lisis brillante del mundo moderno a la vez que un elogio del magisterio. ¡°Hemos aprendido mal¡±, dice, ¡°muchas cosas que los maestros nos hubieran ense?ado bien¡±. Nadie aprende solo a atarse los cordones de los zapatos.
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