Ernesto Poma: ¡°Nunca he comprado arte como inversi¨®n¡±
El coleccionista salvadore?o forma parte del Latin American and Caribbean Fund del MoMA y del Consejo Global de Mecenas de Art Basel
La pandemia, una ¨¦poca extra?a y dist¨®pica cuyos alcances a¨²n no hemos terminado de comprender, la est¨¢ pasando Ernesto Poma en su casa de Aspen (Colorado), un refugio de buen gusto. Y del di¨¢logo con ¨¦l se derivan dos placeres. El primero consiste en desgranar el alma de un coleccionista de ¨¦lite latinoamericano que, por la magnitud de su colecci¨®n, podr¨ªa ser de cualquier otro sitio. Y el segundo radica en el gusto de conversar con una figura del mundo de los negocios y del mecenazgo cuya palabra es tan hipn¨®tica, m¨¢s propia de la ¨¦poca en que las tertulias de los bares eran lugares donde el tiempo se suspend¨ªa, lo que adquiere un valor mayor si consideramos que esta entrevista con EL PA?S constituye una instancia rara en la vida de quien ha preferido cuidar quir¨²rgicamente sus apariciones p¨²blicas.
Salvadore?o, parte del Grupo Poma, que abarca desde la industria automotriz hasta la hotelera y la inmobiliaria, adem¨¢s del mundo de las telecomunicaciones, y emprendedor por derecho propio, integra junto a su esposa, Cecilia, el Latin American and Caribbean Fund del MoMA, as¨ª como el Consejo Global de Mecenas de Art Basel. Y su colecci¨®n define tanto un sentido de la est¨¦tica como una mirada del mundo y un amor por el continente en que naci¨® que son muy singulares.
¡°Nosotros nos mudamos a Miami cuando arranc¨® la guerra civil en El Salvador, y vivimos momentos muy dif¨ªciles porque, entre otras cosas, uno de mis hermanos fue secuestrado. As¨ª que vinimos a fines de los 70, cuando yo ten¨ªa 17 a?os, y estudi¨¦ en Nueva Inglaterra, luego en Boston, y termin¨¦ de nuevo en Miami, donde mi familia hab¨ªa abierto una oficina de inversi¨®n. Me cas¨¦ en 1987 con mi esposa, que tambi¨¦n es salvadore?a. Pero a pesar de que gran parte de mi familia regres¨® a El Salvador, y de que yo lo visito bastante, me quise quedar en Miami¡±, explica Poma. Y ya entrado en materia, agrega: ¡°Uno tiene que dignificar el arte incluso hasta en el modo de colgar las obras y de hacerlas dialogar entre s¨ª, por la conexi¨®n invisible que existe entre ellas y que las hace interesantes, porque eso cuenta una especie de historia. Aunque es algo que aprend¨ª con el tiempo, porque, aunque mis padres no comenzaron siendo coleccionistas, nos ense?aron a apreciar la belleza en todo lo que nos rodeara, en un atardecer o una flor bonita. Sobre todo mi madre, que ten¨ªa un ojo especial y empez¨® a adquirir piezas muy bonitas de arte centroamericano¡±.
¡°Cuando ten¨ªa 23 a?os¡±, contin¨²a , ¡°tom¨¦ la decisi¨®n de hacer cambios en mi vida, y pas¨¦ de ser un estudiante de college que parrandeaba mucho a caminar la vida de otra manera y con otras metas. Y en ese momento abr¨ª los ojos y comenc¨¦ a descubrir belleza alrededor m¨ªo. Fue como una especie de catarsis positiva, en la que me daba vuelta y dec¨ªa: ¡®Guau, no puedo creer lo que es este cielo azul¡¯. En ese contexto fue que creci¨® mi inter¨¦s por el mundo del arte. La primera pieza que compr¨¦ fue una naturaleza muerta con una ejecuci¨®n t¨¦cnica notable, en la que aparece una fruta que se llama pitaya, que ten¨ªa un color lind¨ªsimo. Me cost¨® 200 d¨®lares y fue el comienzo de la historia, porque primero compr¨¦ salvadore?os, despu¨¦s encontr¨¦ la idea de la regi¨®n centroamericana, y finalmente hall¨¦ m¨¢s globalmente a Latinoam¨¦rica¡±.
As¨ª fue que Poma pas¨® de j¨®venes talentos al conocimiento profundo -est¨¦tico, social, psicol¨®gico y pl¨¢stico- de maestros como Matta, Lam, Diego Rivera o Rufino Tamayo. Y aquel laberinto de salidas interminables le result¨® hipn¨®tico, fascinaci¨®n que resume en un dibujo futurista que Emilio Pettoruti realiz¨® en 1914. ¡°Lo que yo estaba descubriendo me estaba contando una historia sobre Latinoam¨¦rica, sobre el arte, sobre los artistas, sobre su contexto y sobre sus influencias. Y a¨²n lo sigue haciendo en ferias, galer¨ªas o talleres, desde el modernismo hasta el universo contempor¨¢neo. Porque me encanta el arte universal, pero pens¨¦ en coleccionar con un enfoque particular que hablara, que me estimulara intelectual y emocionalmente. Yo quer¨ªa rodear a mi familia con cosas placenteras, que te nutren con hondura, pero al mismo tiempo son hermosas¡±, subraya. ¡°Mi meta era que la colecci¨®n fuera de arte latinoamericano, pero paralelamente creo que quienes la integran son artistas universales que tienen una relevancia hist¨®rica por el peso de su obra. Siempre hay algo en m¨ª de esa influencia de Latinoam¨¦rica, no importa donde yo est¨¦, que es palpable y que me atrae espont¨¢neamente¡±.
Recalca Poma el ¡°s¨®lido movimiento de arte contempor¨¢neo salvadore?o que, pese a la influencia indudable de herramientas que no son propias, como la performance, tiene manifestaciones propias y notablemente ejecutadas¡±, mientras realiza un recorrido verbal por su casa de Florida, que es otra manera de decir su colecci¨®n, la cual abarca desde una ¨®ptica original, aunque rigurosamente curada, a verdaderos monstruos sagrados como Roberto Matta, Wifredo Lam, Joaqu¨ªn Torres Garc¨ªa, Diego Rivera, David Siqueiros y Claudio Bravo, solo en el sal¨®n principal, pasando por la disrupci¨®n geom¨¦trica de Jes¨²s Soto, Carlos Cruz-Diez, Iber¨º Camargo o los Mad¨ªes, y finalmente por la contemporaneidad de Ernesto Neto, Guillermo Kuitca, Arturo Herrera, Ana Mendieta y Doris Salcedo.
Entre ellos, Poma siente especial debilidad por el maestro uruguayo Joaqu¨ªn Torres Garc¨ªa, creador del constructivismo y de una escuela que le ha dado al peque?o pa¨ªs del sur una sistematicidad y una tradici¨®n de excelencia desproporcionales a su tama?o. ¡°Para m¨ª ¨¦l ha sido fascinante no solo por lo que ha hecho por s¨ª mismo, sino por la influencia que ha tenido en tant¨ªsimos artistas de generaciones que le siguieron, incluyendo algunos actuales. Ocurre, adem¨¢s, que la geometr¨ªa es algo que me atrae mucho¡±.
Antes de terminar, Poma advierte que, aunque le agrada conocer personalmente a los artistas que colecciona, como le ocurri¨® con Gabriel Orozco, quien le ayud¨® a ¡°descubrir cosas nuevas y a encontrar belleza en lugares insospechados¡±, eso no acrecienta ni aminora su amor por una pieza determinada. ¡°La obra de Salcedo define mi verdadero inter¨¦s, porque habla de temas terriblemente duros, con los que yo me identifico viniendo de El Salvador, y dignifica a los excluidos de una manera poderosa y po¨¦tica. Me parece absolutamente excepcional¡±.
A¨²n hay tiempo para una reflexi¨®n sobre el mercado del arte, un tema tan candente y necesario ya no para especialistas como ¨¦l, sino para cualquier persona interesada en un mundo en mutaci¨®n constante y que, a veces, alcanza valores exagerados. ¡°Pienso que, por ejemplo, Art Basel ha sido una gran cosa no solo para los coleccionistas de Miami, sino para una ciudad que se ha internacionalizado, culturizado y sofisticado a¨²n m¨¢s. Esa feria en particular me da la oportunidad de platicar con galeristas que son amigos verdaderamente confiables, y de enfrentarme a cosas nuevas de un modo que puede ser hasta divertido. Ahora, por la pandemia, es curioso notar c¨®mo se est¨¢n vendiendo piezas importantes y superbuenas virtualmente. Creo que el mercado va m¨¢s hacia eso. Y esa tendencia tambi¨¦n permitir¨¢ no solo educarse con los precios, sino que se vuelvan m¨¢s sensatos¡±, asegura Poma.
Y remata: ¡°De todas maneras, el mercado es una maquinaria que se manifiesta en mega galer¨ªas que son capaces de ponerle el sello a algo, independientemente de su calidad y de su sustancia. Y como resulta que Fulano est¨¢ vendiendo algo que aparentemente va a subir de precio, como hay un asunto de estatus y como muchos coleccionistas especulan, se intenta inflar r¨¢pida y artificialmente el valor de algunos artistas. Y no es as¨ª: si pusiste el dinero y algo ha subido, pues ?qu¨¦ maravilla! Pero nunca he comprado arte como inversi¨®n, sino porque me fascina convivir con ¨¦l y porque me nutre. Y lo he hecho, m¨¢s que de un modo intelectual, visceralmente. Considero que el arte es un buen lugar para poner dinero si lo haces educadamente, y el mayor placer es el que te da el privilegio que supone convivir con las obras. Para invertir, yo tengo otros veh¨ªculos¡±.
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