El monolito de Utah se va, el enigma permanece
Las im¨¢genes de un aficionado desvelan que cuatro hombres sustrajeron la extra?a escultura aparecida en el desierto
Incapaz de avanzar m¨¢s en la investigaci¨®n, la oficina del sheriff del condado de San Juan, en Utah, recurr¨ªa a la colaboraci¨®n ciudadana y difund¨ªa por las redes sociales, el 29 de noviembre, una especie de cartel de ¡°Se Busca¡± con nueve sospechosos: ¡°Si reconoce a alguno de la rueda de identificaci¨®n proporcionada, por haber estado en la zona de la extra?a estructura la noche del 27 de noviembre, por favor, h¨¢ganoslo saber¡±. Entre los sospechosos, rodeados de otros seres de ojos grandes y pieles verdosas, estaban dos viejos conocidos: el Beb¨¦ Yoda, bajo cuya apariencia delicada se oculta una fuerza y un sigilo suficientes para instalar un monolito en el desierto sin que nadie lo vea, y E.T., la no menos tierna y poderosa criatura creada por Steven Spielberg en 1982. ¡°Ese me pregunt¨® si ten¨ªa un tel¨¦fono, quer¨ªa llamar a casa¡±, apuntaba un ciudadano en los comentarios. ¡°Me son¨® sospechoso. ?Qui¨¦n no tiene su propio tel¨¦fono hoy en d¨ªa?¡±.
As¨ª, con humor, y alegando que no hab¨ªa denuncias de propiedad sustra¨ªda ni de otros delitos, la oficina del sheriff renunciaba a investigar el caso del misterioso monolito de metal que acapar¨® la atenci¨®n del mundo tras ser descubierto en una remota localizaci¨®n de un desierto de Utah. Una rebanada lisa de metal plateado de unos tres metros de altura, como salida de una novela de Philip K. Dick, erguida en la tierra rojiza entre ca?ones. El objeto fue descubierto el 18 de noviembre, de manera casual, por una patrulla a¨¦rea que contaba cabezas de borregos cimarrones en la zona. Su presencia en ese pedazo de tierra p¨²blica fue tan medi¨¢tica como ef¨ªmera. El pasado viernes por la noche, 10 d¨ªas despu¨¦s del hallazgo, cuatro hombres sin identificar arrancaron la pieza y se la llevaron. El objeto, tal como lleg¨®, se fue. Las preguntas permanecen.
Como una oto?al serpiente de verano, reptando por un mundo necesitado de desviar la atenci¨®n de los dramas de 2020, la noticia del extra?o objeto dio la vuelta al globo. Se recordaron los monolitos de Kubrick en 2001: Una odisea del espacio. Se so?¨® con el Banksy del desierto. La expectaci¨®n creci¨® a¨²n m¨¢s tras la noticia del hallazgo de una pieza semejante en las monta?as de Rumania. Finalmente, el sheriff de San Juan se vio obligado a rectificar y abrir una investigaci¨®n conjuntamente con una agencia federal encargada de la gesti¨®n de los terrenos p¨²blicos. Pero nada han logrado hasta la fecha.
Lo que se sabe es gracias a Ross Bernards, un fot¨®grafo de 34 a?os, especialista en temas de naturaleza, que condujo seis horas con tres amigos desde Colorado la noche del viernes para sacar unas fotos a la luz de la luna, creando impresionantes efectos lum¨ªnicos con un dron y un potente foco. A las 20.40, explic¨® Bernards en Instagram, cuando acababan de terminar unas fotos y estaban recogiendo, oyeron el eco de unas voces que rebotaba en el ca?¨®n. ¡°Cuatro tipos doblaron la esquina, dos de ellos avanzaron y le dieron un par de golpes al monolito¡±, a?ade. Cedi¨®. ¡°Por esto es por lo que no hay que dejar basura en el desierto¡±, oyeron decir a uno de ellos.
En una carretilla
La presunta escultura cay¨® al suelo, los hombres la destruyeron y montaron los restos en una carretilla que procedieron a llevarse. Bernards no fotografi¨® la operaci¨®n, por temor a enfrentarse a los intrusos. Pero uno de sus amigos, Michael James Newlands, de 38 a?os, s¨ª pudo hacer unas fotos con su m¨®vil. Granuladas por la falta de luz, no dejan de ser im¨¢genes cautivadoras. Tres hombres con vestimentas oscuras en medio del desierto, al abrigo de la noche y con la luz de un foco reflej¨¢ndose en una intrigante estructura met¨¢lica. Tambi¨¦n aportan informaci¨®n: se ve que es una estructura hueca, con un anclaje al suelo aparentemente superficial.
Se trata del ¨²nico testimonio de cualquier intervenci¨®n humana en la creaci¨®n o destrucci¨®n del objeto. Aunque las autoridades advierten de que las personas que se lo llevaron no tienen por qu¨¦ estar relacionadas con quienes lo pusieron. As¨ª parecen indicarlo tambi¨¦n los comentarios escuchados por Bernard y sus amigos.
La historia gener¨® un comprensible revuelo en el mundo del arte. En ausencia de ferias y bienales, un pedazo de metal en los ca?ones de Utah es lo m¨¢s parecido a un happening que se pueden echar a la boca los aficionados en tiempos de distanciamiento social. El objet trouv¨¦ de la era de la pandemia.
La vida extraterrestre
Se especul¨® con que se trataba de una pieza del californiano John McCracken, escultor minimalista aficionado a la ciencia ficci¨®n fallecido en 2011. Su galer¨ªa neoyorquina asegur¨® en un primer momento que pod¨ªa tratarse de una obra no catalogada del artista, pero despu¨¦s dijo a The New York Times que, tras estudiar las fotograf¨ªas, no ten¨ªan la m¨¢s remota idea de qui¨¦n hab¨ªa hecho la pieza. El hijo de McCracken record¨® que, en una ocasi¨®n, su padre le habl¨® de la fantas¨ªa de dejar obras desperdigadas por lugares remotos. De modo que, sugiere, podr¨ªa haberlo colocado all¨ª en vida y que nadie hubiera reparado en ello hasta ahora. ?vido lector de ciencia ficci¨®n, al artista le fascinaban los viajes en el tiempo y la vida extraterrestre. Que se especule con la posibilidad de que McCracken haya viajado en el tiempo para colocar su escultura, y que la polic¨ªa distribuya fotos de extraterrestres como sospechosos, ser¨ªa algo as¨ª como la performance definitiva del escultor.
El objeto ya no est¨¢. El enigma, sin embargo, permanece. Y quiz¨¢ sea mejor as¨ª. Que se lleven el trozo de metal, pero que nadie arrebate al mundo la historia. El propio Bernards, en una justificaci¨®n a posteriori de por qu¨¦ no trat¨® de detener a los que se llevaron la pieza, asegura que ¡°hicieron bien en llev¨¢rsela¡±. ¡°Pasamos la noche all¨ª y, a la ma?ana siguiente, caminamos a la cima de un monte desde la que se pod¨ªa contemplar la zona. Vimos al menos 70 coches y un avi¨®n, entrar y salir. Coches aparcados en cualquier lado del delicado paisaje del desierto. Todos alterando permanentemente el paisaje virgen. La madre naturaleza es una artista, es mejor que le dejemos el arte en el territorio salvaje a ella¡±.
Babelia
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