Diez destellos de John Lennon
Hoy martes se cumplen los 40 a?os del asesinato del ¡®beatle¡¯ m¨¢s pol¨¦mico. Beatificado, el personaje sigue fascinando por sus giros y renuncias
Tras romperse los Beatles, John Lennon public¨® seis discos de canciones propias m¨¢s algunas grabaciones en directo y una colecci¨®n de cl¨¢sicas del rock ¡®n¡¯ roll. Tras su muerte, han salido m¨¢s de 20 recopilaciones, que rara vez conten¨ªan material in¨¦dito. Semejante avalancha ha contribuido a difuminar su evoluci¨®n como m¨²sico y como persona.
Estos son mis poderes. El inconveniente de elevar a John Lennon a la categor¨ªa de s¨ªmbolo reside en que se minusvaloran las virtudes que lograron que nos fij¨¢ramos en ¨¦l. El carisma, que explica su liderazgo durante los siete a?os de oscuridad antes de la eclosi¨®n de los Beatles en 1963. Detestaba su propia voz pero, una vez tratada por el productor George Martin, se demostr¨® formidable, tanto en los temas apacibles como en los salvajes. Como instrumentista, era m¨¢s visceral que t¨¦cnico: siempre tuvo al lado guitarristas de primera, pero ellos dif¨ªcilmente pod¨ªan alcanzar su ferocidad.
Transformando vivencias en canciones. Con su habitual cinismo, Lennon describ¨ªa el oficio de componer como una tonter¨ªa extraordinariamente bien pagada: ¡°Hoy vamos a escribir una piscina¡±, bromeaba con Paul McCartney. Carec¨ªa de la fantas¨ªa de su compa?ero, capaz de conjurar todo un drama a partir de un nombre (Eleanor Rigby). El asunto principal de John Lennon era¡ John Lennon. Sus angustias, sus conquistas, sus cr¨ªticas del mundo circundante. Algo at¨ªpico en su g¨¦nero, donde los vocalistas depend¨ªan de compositores profesionales o, todo lo m¨¢s, facturaban quimeras sobre el mundo de los teenagers.
¡°La culpa de todo la tiene John Lennon¡±. No todos aman a Lennon. Dominic Sandbrook, uno de los m¨¢s agudos historiadores brit¨¢nicos, le vapulea en su ¨²ltimo libro, The Great British Dream Factory, dedicado a la ¡°imaginaci¨®n nacional¡±. Denuncia, claro, la disonancia entre su materialismo y el planteamiento ut¨®pico de Imagine. Y le atribuye parte del ¨¦xito de Margaret Thatcher, al difundir entre sus coet¨¢neos la cultura del individualismo y la gratificaci¨®n instant¨¢nea. Ocurre que la vida adulta de Lennon se desarroll¨® cara a los medios, lo que hac¨ªa evidente sus (numerosas) incongruencias. Su vocaci¨®n de desnudez le obligaba a reconocer luego sus errores, reforzando as¨ª su reputaci¨®n de sinceridad brutal.
Una epopeya generacional. Se met¨ªa en todos los charcos. Su biograf¨ªa se confunde con la evoluci¨®n de la contracultura, o si lo prefieren, la aventura colectiva de los baby boomers. Atracci¨®n por las drogas, hippismo, misticismo oriental, pacifismo, radicalizaci¨®n pol¨ªtica, terapias alternativas, hedonismo desenfrenado, reclusi¨®n en su privacidad. Resulta particularmente cruel que su asesinato coincidiera con el momento en que decidi¨® salir de su concha y presentar otro Lennon, maduro y relajado, menos competitivo y m¨¢s libre de presiones externas.
Revoluci¨®n para vender zapatillas. Lennon desconfiaba de la abundancia de consignas que brotaron tras mayo del 68 y la mitificaci¨®n de l¨ªderes como Mao Zedong. Retrat¨® ese momento en diferentes versiones del tema Revolution, oscilando entre el ¡°no cont¨¦is conmigo¡± y el ¡°contar conmigo¡±. Los militantes entendieron que Lennon vacilaba, pero que pod¨ªa ser ¨²til para encabezar manifestaciones y ¨Csobre todo- extender cheques. El m¨¢ximo creyente en el potencial revolucionario de Lennon fue el presidente Richard Nixon, que puso en marcha los mecanismos para expulsarle de los Estados Unidos. No lo logr¨®, pero s¨ª consigui¨® que rompiera amarras con la Nueva Izquierda m¨¢s alborotadora. Veinte a?os despu¨¦s de su grabaci¨®n, con la oposici¨®n de los otros Beatles, Yoko Ono ced¨ªa Revolution para una campa?a de Nike.
Un machista regenerado. La ¨²nica causa de la que Lennon nunca reneg¨® fue el feminismo. El Lennon joven recurr¨ªa a la violencia y es posible que tambi¨¦n les tocara a su esposa y otras novias fugaces. No obstante, en su curr¨ªculo no encontramos la abundancia de canciones mis¨®ginas que caracterizaban a Mick Jagger o Bob Dylan a mediados de los sesenta. Por aquel entonces, Yoko Ono no hac¨ªa bandera del feminismo de segunda ola, pero instruy¨® a Lennon, que se confes¨® p¨²blicamente con Jealous guy; admiti¨® la dependencia de las mujeres en su infancia (de la que su padre estuvo ausente). Yoko se convirti¨® en su c¨®mplice creativa y estuvo detr¨¢s de decisiones tan suicidas como editar en single el tema Women is the nigger of the world (el insulto nigger es una palabra tab¨²), pr¨¢cticamente prohibido en Estados Unidos.
El ¡°amo de casa¡±. Tras su ca¨®tico ¡°fin de semana perdido¡± (en realidad, m¨¢s de un a?o), John logr¨® la reconciliaci¨®n con Yoko. Fue una rendici¨®n incondicional, con definici¨®n de nuevos roles: Ono se ocupar¨ªa de los negocios mientras John cuidar¨ªa de la casa, incluyendo el peque?o Sean. En lo primero, ella rentabiliz¨® los t¨®picos circulantes sobre su persona: la dama drag¨®n, la japonesa inescrutable. Para lo segundo, Lennon cont¨® con abundante ayuda dom¨¦stica. El inocente libro En casa de John Lennon, de la cocinera gallega Rosaura L¨®pez, revela que era un desastre cuando se implicaba en aquellas tareas. Logr¨® hornear pan ¨Cse lo cont¨® a todo el mundo- pero se sinti¨® desencantado, al ver que el fruto de su labor desaparec¨ªa en cuesti¨®n de horas. No como las canciones.
Un m¨²sico en posici¨®n de descanso. Se afirma que John abandon¨® la m¨²sica de 1975 a 1980. No es exacto: Yoko vet¨® a sus amigos rockeros, con la excepci¨®n de alguna visita de McCartney, como amenazas para la estabilidad de la pareja. Lennon justificar¨ªa ese silencio como una ausencia de inspiraci¨®n pero, en verdad, durante ese lustro fue acumulando fragmentos de canciones y abundantes grabaciones caseras. Se desinteres¨®, eso s¨ª, por la actualidad musical. Solo de chiripa escuch¨® los discos que le empujaron a volver a la acci¨®n. En la radio del coche, descubri¨® la desfachatez funky de Coming up, reavivando su eterna rivalidad con Paul. Estando en una discoteca de Bermudas, pincharon Rock lobster, de los B-52¡äs; telefone¨® entusiasmado a Yoko, para contarla que finalmente alguien estaba imitando sus gritos.
Bajo el signo de lo irracional. No fue sencillo poner en marcha la producci¨®n de lo que ser¨ªa Double fantasy. Yoko ped¨ªa la fecha y hora de nacimiento cada posible colaborador, para que su astr¨®logo determinara si eran personas compatibles. ?Un parip¨¦? Posiblemente. Entre los videntes empleados por Ono estaba un ¡°direccionalista¡±, que determinaba el rumbo de los viajes que John deb¨ªa emprender en solitario, que sol¨ªan coincidir con las (toleradas) aventuras extramatrimoniales de su esposa o las ocasionales reca¨ªdas de Yoko en la hero¨ªna. Que conste que Lennon compart¨ªa esta fascinaci¨®n por el ocultismo. Su natural escepticismo hab¨ªa derivado hacia la desconfianza ante la ciencia: por ejemplo, le encantaba discutir la teor¨ªa de la evoluci¨®n.
Fatalismo contra paranoia. A lo largo de casi 20 a?os de fama inimaginable, Lennon hab¨ªa desarrollado antenas especialmente sensibles ante el peligro. Sin embargo, no le preocupaba que todo Nueva York supiera d¨®nde viv¨ªa; de hecho, varios intrusos se hab¨ªan colado en el edificio Dakota. Pero se neg¨® a contar con un servicio de seguridad, aparte de un antiguo agente del FBI contratado para proteger a su hijo. Su argumento: ¡°Si alguien te quiere matar, lo har¨¢.¡± Acert¨®.
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