Sale a subasta por decisi¨®n judicial uno de los cuadros m¨¢s caros de Brasil, un Tarsila do Amaral
¡®A caipirinha¡¯ pertenec¨ªa a un empresario investigado por la Lava Jato que tiene una deuda millonaria con 12 bancos
Estar a solas con un Tarsila es un rar¨ªsimo privilegio si una no es muy rica o trabaja en un museo. Pero estos d¨ªas es posible gracias a la decisi¨®n de una jueza, que ha ordenado que una de las obras de la pintora m¨¢s internacional de Brasil, Tarsila do Amaral, sea expuesta al p¨²blico antes de ser subastada en el marco de un litigio. A caipirinha cuelga solitaria en una c¨¦ntrica galer¨ªa de S?o Paulo para ser contemplado -con suerte, a solas¡ª por cualquiera hasta que el d¨ªa 17 de diciembre...
Estar a solas con un Tarsila es un rar¨ªsimo privilegio si una no es muy rica o trabaja en un museo. Pero estos d¨ªas es posible gracias a la decisi¨®n de una jueza, que ha ordenado que una de las obras de la pintora m¨¢s internacional de Brasil, Tarsila do Amaral, sea expuesta al p¨²blico antes de ser subastada en el marco de un litigio. A caipirinha cuelga solitaria en una c¨¦ntrica galer¨ªa de S?o Paulo para ser contemplado -con suerte, a solas¡ª por cualquiera hasta que el d¨ªa 17 de diciembre se lo lleve el mejor postor. La tela pertenec¨ªa al empresario octogenario Salim Taufic Schahin, investigado en el caso Lava Jato.
A caipirinha tiene esa relaci¨®n tangencial con el mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de Am¨¦rica Latina, pero nada que ver con la bebida de aguardiente que internacionaliz¨® la palabra portuguesa. En este caso caipirinha es por el diminutivo de campesina, que en esta obra es perfilada con el distintivo estilo de Tarsila: figuras redondeadas en medio de los verdes y azules del tr¨®pico brasile?o. ¡°Uno de mis mejores cuadros¡±, dijo ella alguna vez.
El precio de salida, 47 millones de reales (9,3 millones de d¨®lares o unos 7,6 millones de euros), est¨¢ muy por encima de la obra de arte m¨¢s cara vendida en Brasil, pero es como la mitad de los 20 millones de d¨®lares que se calcula que el Moma de Nueva York pag¨® el a?o pasado a un particular por A lua, tambi¨¦n de la modernista Tarsila, como todos la conocen en su patria. Es frecuente que las transacciones en el mundo del arte sean discretas hasta el extremo, que alimenten leyendas durante d¨¦cadas. Esta tiene visos de convertirse en un ejemplo de transparencia. El precio de partida lo ha decidido un perito judicial y quien puje m¨¢s alto debe pagar en el momento. ?rdenes de la juez del caso. Nadie quiere correr riesgos. El dinero ir¨¢ a una cuenta del tribunal.
El jueves a mediod¨ªa la destacada sala de subastas Bolsa de Arte, de las m¨¢s destacadas de S?o Paulo, est¨¢ desierta. No hay colas, ni un solo visitante, pese a Tarsila y a que las normas de la pandemia permiten un m¨¢ximo de diez. Todo est¨¢ dispuesto para ensalzar el cuadro. La figura de una mujer dibujada en un paisaje rural con colores intensos se ve min¨²scula y contrasta con el gris de la inmensa pared. Enfrente, un banco minimalista para que potenciales compradores o cualquier visitante puedan observarlo. El mueble y una l¨¢mpara de ara?a modernista completan la escena que arropa al cuadro. El marco, hecho para la ocasi¨®n en Nueva York.
No es para menos. ¡°La ¨²ltima obra de ese calibre que estuvo a la venta p¨²blicamente fue Abaporu¡±, explica la galerista Antonia Bergamin a este diario en Bolsa de Arte. Con ese nombre compuesto de origen ind¨ªgena fue bautizada la obra m¨¢s conocida de Tarsila y emblema del modernismo brasile?o. La compr¨® en 1995 el impulsor del Malba de Buenos Aires, donde se exhibe.
La obra que ahora sale al mercado fue pintada en 1923 durante una de las estancias en Par¨ªs de esta hija de la burgues¨ªa cafetalera de S?o Paulo. Desde all¨ª escribe a su familia: ¡°En el arte, quiero ser la caipirinha de S?o Bernardo, jugando con mu?ecos de arbustos, como en el ¨²ltimo cuadro que estoy pintando¡±, cuenta junto a un boceto. Tranquiliza a los suyos dici¨¦ndoles que no se preocupen, que esas escenas costumbristas gustan en la capital francesa. ¡°Lo que quieren aqu¨ª es que cada uno traiga contribuciones de su propio pa¨ªs (¡) Par¨ªs est¨¢ harto de arte parisino¡±, escribe con preciosa caligraf¨ªa.
Muchos a?os hac¨ªa que A capirinha no era expuesta en p¨²blico porque su anterior due?o quer¨ªa evitar llamar la atenci¨®n sobre la valiosa obra. No estuvo en ninguna de las grandes muestras dedicadas a Tarsila en los ¨²ltimos a?os por el Masp de S?o Paulo o el Moma. ¡°Algunos de los interesados vienen a ver el cuadro en persona, otros lo ven online, les enviamos fotos en alta resoluci¨®n, el informe (de los expertos) y el v¨ªdeo¡±, detalla la galerista Bergamin.
La autora es la que otorga semejante protagonismo a un cuadro que, en su vertiente judicial, es una peque?a parte de un litigio gigantesco contra Schahin, copropietario del grupo empresarial hom¨®nimo, que quebr¨® hace unos a?os. Una docena de bancos, incluidos grandes como Ita¨², Bradesco y Santander, le reclaman unos 2.000 millones de reales por un pr¨¦stamo impagado. ¡°Nosotros hicimos una investigaci¨®n y localizamos la obra, que despu¨¦s la jueza embarg¨®¡±, explica al tel¨¦fono el abogado Henrique Fleury da Rocha, de Gustavo Tepedino Advogados, un bufete para el que las subastas de bienes de lujo no son raras porque est¨¢n especializados en el cobro de grandes cr¨¦ditos fallidos.
El empresario Schahin maniobr¨® para evitar que el cuadro de Tarsila, que compr¨® en los noventa, fuera embargado. Pero los jueces no se creyeron que, justo cuando arreciaban los problemas financieros en el grupo familiar, se lo hubiera vendido a uno de sus hijos sin el aval de un notario, figura omnipresente en la vida de cualquier brasile?o. El cuadro colgaba en el apartamento de su hijo. El ¨²ltimo intento de este en los tribunales para que la subasta no se llevara a cabo fue rechazado esta semana, seg¨²n el abogado de los acreedores.
Otros cuadros de menor relevancia, las 150 botellas de la colecci¨®n de vinos de Schahin y diversos enseres ya han sido subastados.
El d¨ªa 17 la sala solo acoger¨¢ a los que quieran pujar en persona. Por culpa del coronavirus, los aficionados est¨¢n vetados.