La ¨²nica foto que muestra el verdadero rostro de Calder¨®n de la Barca
Un estudio de la Universidad de Navarra identifica la efigie del dramaturgo madrile?o en la fotograf¨ªa de un cuadro quemado en 1936
En el Museo L¨¢zaro Galdiano, en Madrid, se conserva un retrato que desde hace mucho tiempo se ha considerado que reflejaba el rostro del autor de La vida es sue?o. Sin embargo, como se?ala el estudio La verdadera efigie de Pedro Calder¨®n de la Barca, del investigador de la Universidad de Navarra y miembro del Grupo de Investigaci¨®n Siglo de Oro (Griso), Rafael Zafra, no se corresponde con el del dramaturgo y poeta madrile?o. Y eso que ha sido reproducido como tal en m¨²ltiples publicaciones, incluso algunas muy recientes. Hasta una copia cuelga a la entrada de la parroquia de Nuestra Se?ora de los Dolores, donde los expertos buscan desde el jueves pasado la urna con los posibles restos del genio. A pesar de este error, se conserva una fotograf¨ªa con el aut¨¦ntico rostro del dramaturgo y poeta.
¡°La llegada de la imprenta y el desarrollo del grabado dieron un enorme impulso a la aparici¨®n de los llamados libros de icones primero, y despu¨¦s a la inclusi¨®n de retratos grabados en las obras de los grandes autores¡±, escribe Zafra. De esta manera, han llegado hasta la actualidad las fidedignas efigies de humanistas como Erasmo, Moro o Arias Montano, entre otros.
Los pintores tambi¨¦n hicieron su aportaci¨®n y as¨ª ¡°se conservan im¨¢genes bastante fiables de Francisco de Quevedo, Luis de G¨®ngora o Lope de Vega, junto a otras falsas, pero muy extendidas, como la de Miguel de Cervantes¡±.
En el caso de Calder¨®n de la Barca (Madrid, 1600-1681), con motivo del cuarto centenario de su nacimiento, se reprodujeron numerosas versiones de su posible rostro, fundamentalmente una supuesta que cuelga de las paredes del Museo L¨¢zaro Galdiano. El personaje aparece con un breviario en las manos y mirando con gesto adusto. Pero en 1979 el museo reconoci¨® que se trataba de una confusi¨®n. Aun as¨ª, las copias siguieron realiz¨¢ndose, auspiciadas porque la cr¨ªtica calderoniana ya la ten¨ªa como tal.
Pero este no es el ¨²nico retrato que existe. Uno de ellos perteneci¨® a Jos¨¦ Calder¨®n de la Barca, sobrino del dramaturgo, y fue pintado antes de 1658. ¡°Este tiene una significaci¨®n especial¡±, porque Jos¨¦ cuidaba de Pedro Jos¨¦ Calder¨®n, hijo natural del poeta. Pero el v¨¢stago de este falleci¨® con solo diez a?os, por lo que sus propiedades ¨Del retrato incluido¨D fue heredado por su t¨ªo. Cuando este muri¨® pas¨® a manos de su viuda, Agustina Ort¨ªz de Velasco, y luego desapareci¨® literalmente tres siglos. Sin embargo, en 1992 fue presentado en la exposici¨®n Retratos de Madrid, villa y corte. Era obra de Antonio de Pereda y el cuadro mostraba a Calder¨®n en la cincuentena y vestido de sacerdote.
Un tercer retrato estuvo colgado en el sepulcro de la desaparecida iglesia de San Salvador de Madrid, donde fue enterrado Calder¨®n en 1681 y de la que era p¨¢rroco. Esta obra estaba atribuida a Juan de Alfaro y fue trasladada a la iglesia de San Pedro los Naturales, pero tambi¨¦n desapareci¨® en agosto de 1936 cuando el templo fue pasto de las llamas, como otros tantos ¨Dincluida la parroquia de Nuestra Se?ora de los Dolores¨D donde supuestamente se oculta su cuerpo.
Sin embargo, a finales del XIX, el cuadro ya hab¨ªa sido fotografiado y una copia de esa instant¨¢nea se conserva en el Archivo Moreno, del Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a, y cuyos rasgos coinciden exactamente con los que muestra una litograf¨ªa de la obra realizada por J. Laurent sobre 1860. ¡°Se puede considerar que ambas im¨¢genes son el aut¨¦ntico rostro de Calder¨®n. No tiene sentido que se colgara un retrato no fidedigno y no reconocible en el sepulcro de alguien tan conocido y al que de esa manera se quer¨ªa honrar¡±, se?ala Zafra.
Aun existe otro retrato m¨¢s en la Biblioteca Nacional, que se expone en la sala Barbieri, pero ¡°el parecido tama?o y factura de este cuadro con otras copias de retratos conocidos de autores como Lope de Vega, Luis de G¨®ngora o Francisco de Quevedo, colgados tambi¨¦n en las salas de la Biblioteca Nacional, hace pensar en que se trate de una serie encargada para adornar las paredes¡±.
La efigie del autor, igualmente, fue plasmada en grabados para adornar sus libros, como uno de Pedro Villafranca de 1676, otro de Gregoria Forstman de 1682 ¨Den este caso muy parecido al retrato de San Salvador¨D o de Ettenhard y Abarca en 1684, con el poeta ya fallecido, como en el caso del de Bernardo Garc¨ªa y G. Valk, ya de 1717.
Por eso, dice Zafra, ¡°podemos considerar [solo] como retrato fiable de Calder¨®n el que fue colocado en su monumento f¨²nebre en la desaparecida iglesia de San Salvador de Madrid, y del que, aunque fue destruido en un incendio, conservamos una copia fotogr¨¢fica. Por ello, el cuadro fotografiado y su litograf¨ªa casi exacta de 1881 pueden ser considerados vera efigies de don Pedro Calder¨®n de la Barca¡±, concluye el investigador.
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