Santidad ¡®hooligan¡¯

Saint Maud es la historia de una fan¨¢tica narrada desde su propia voz trastornada. Siempre pegada a su actriz protagonista, Morflydd Clarke, la inquietante ¨®pera prima de la directora brit¨¢nica Rose Glass es una inmersi¨®n en la m¨ªstica m¨¢s siniestra. Un viaje a la mente de una joven y beata enfermera atrapada en una deriva de mortificaci¨®n corporal y obsesi¨®n con Dios que, en su cruzada por una santidad hooligan, se topar¨¢ con su ¨²nica enemiga: ella misma.

Glass ambienta su filme en un pueblo de la costa del Reino Unido. All¨ª, entre im¨¢genes que desprenden olor a humedad y fish and chips, la joven enfermera se encargar¨¢ de los cuidados paliativos de una mundana bailarina y coreograf¨ªa que padece un c¨¢ncer terminal. Mientras la casa de la enfermera es un pozo de mugre y pobreza, la casa de su moribunda paciente es todo belleza con su estilo William Morris, sus libros y sus fiestas. Pero en la mente de la enfermera no existe otra luz que la divina y solo cuando cae en sus manos un libro de William Blake se logra comprender la espiritualidad de una mujer que como el artista y poeta rom¨¢ntico tambi¨¦n busca el contacto f¨ªsico con su imaginaci¨®n.

Atrapada en su deterioro mental, la mirada sucia de su protagonista impregna la pel¨ªcula de un tono con el que muchas veces cuesta empatizar. La tensi¨®n que provoca en el espectador su mon¨®logo interior logra condicionar todo lo que ocurre en la pantalla, que no es miedo, es otra cosa. Saint Maud puede recordar a referentes del terror como El exorcista, porque aqu¨ª tambi¨¦n hay una escalera que el espectador asocia con una sombra diab¨®lica; o Carrie, porque aqu¨ª la madre y la hija del filme de Brian de Palma son una misma persona, o Repulsi¨®n, porque aqu¨ª el sexo tambi¨¦n parece un vaso comunicante con la esquizofrenia. Pero Saint Maud, pese a su filiaci¨®n est¨¦tica con el nuevo Hollywood de los setenta, es inequ¨ªvocamente contempor¨¢nea en su desafecci¨®n emocional y en su visi¨®n de una soledad m¨¢s patol¨®gica que nunca.