La venganza discogr¨¢fica de Frank Sinatra
Hace 60 a?os, el cantante fund¨® su propia compa?¨ªa, Reprise, tras dejar Capitol. La ruina inicial que termin¨® en gran inversi¨®n
En 1960, Frank Sinatra dio un pu?etazo encima de la mesa. Rompi¨® con la discogr¨¢fica Capitol, que le hab¨ªa ayudado a rescatar su carrera musical. Asegur¨® que ten¨ªa la garganta averiada y que permanecer¨ªa as¨ª siempre que Capitol le requiriera grabar los discos que deb¨ªa por contrato. M¨¢s a¨²n; anunci¨® que fundar¨ªa su propia disquera, donde acoger¨ªa a sus amigos y a los artistas de verdad, nada de esa basura del rock & roll. Se llamar¨ªa Reprise, en referencia al t¨¦rmino automovil¨ªstico o ¡ªseg¨²n algunos suspicaces¡ª como una sugerencia de ¡°reprisal¡±, es decir, algo tan sinatriano como ¡°represalia¡± o ¡°venganza¡±.
La Reprise de Sinatra ha pasado a la historia como ejemplo pionero de los sellos fundados por artistas y dorado modelo de que esas iniciativas pod¨ªan ser rentables. Lamento informar que ninguna de las dos cosas es cierta. Reprise, en sus primeros a?os, cometi¨® casi todos los errores atribuibles a lo que, en la jerga de la industria, se conocer¨ªa como vanity labels.
En realidad, Reprise naci¨® como una cl¨¢usula en el contrato que convert¨ªa a Sinatra en actor exclusivo del estudio cinematogr¨¢fico Warner Brothers. La rama discogr¨¢fica de Warner proporcion¨® infraestructura a la naciente compa?¨ªa y Frankie se ocup¨® de los fichajes. Ofreci¨® libertad creativa y condiciones ventajosas: sus contratos no eran exclusivos y permit¨ªan incluso a los artistas adquirir sus masters. Se trajo a buena parte de sus colegas del rat pack, a muchas de las estrellas de los casinos de Las Vegas y a un pu?ado de figuras del jazz: Dizzy Gillespie, Duke Ellington, Ben Webster, Barney Kessel. Puesto a echar la casa por la ventana, tambi¨¦n puso en marcha el Reprise Repertory Theatre, organizando costosos dream teams para grabar versiones rutilantes de musicales de Broadway.
Al menos, todo eso era defendible en t¨¦rminos est¨¦ticos, aunque fuera la est¨¦tica de la era Eisenhower. El problema resid¨ªa en que la generosidad de Sinatra como cazatalentos tambi¨¦n se extendi¨® a jugadores de b¨¦isbol, humoristas, presentadores de televisi¨®n, actrices veteranas. Con semejante alineaci¨®n, la compa?¨ªa era una pura hemorragia de dinero: solo vend¨ªan discos en cantidad el propio Frank, su amigo Dean Martin y un festivo tejano llamado Trini Lopez. Hundida en n¨²meros rojos, la ¨²nica manera de mantener abierta Reprise era fusionarla con la discogr¨¢fica del estudio, Warner Bros. Records. Eso ocurri¨® en septiembre de 1963 y en las semanas siguientes se rescindieron los contratos con la mayor¨ªa de los sesenta artistas de Reprise.
No con Sinatra, que se quedaba con el 33% de la empresa resultante, Warner-Reprise. Perd¨ªa, eso s¨ª, el poder de veto. A partir de ese momento, Reprise comenz¨® a fichar el tipo de melenudos que Frankie detestaba: The Kinks, los Electric Prunes, Jimi Hendrix, Neil Young, Arlo Guthrie, Fleetwood Mac, incluso freaks del calibre de The Fugs o Tiny Tim. Y el crooner no rechist¨®: las cuentas de la nueva compa?¨ªa mejoraron ostensiblemente. Frank aprendi¨® la lecci¨®n: en plenos a?os sesenta, no pod¨ªa ignorar a la juventud como motor del mercado.
Sus poderes de convicci¨®n cabalgaban sobre las joyas del cancionero de standards, arregladas por maestros como Nelson Riddle, Gordon Jenkins o Billy May, tocadas por m¨²sicos aterrados de encontrarse en el mismo recinto que Sinatra. Si pod¨ªa, tanto en cine como en discos, aplicaba la norma de ¡°una toma y no m¨¢s¡±. Ahora, sin embargo, se ve¨ªa en la necesidad de buscar temas para competir con ¡°los delincuentes juveniles¡±.
Y acert¨®: Sinatra vendi¨® millones de copias de canciones que, a?os despu¨¦s, pudo revelar que odiaba: Strangers in the Night, My Way, Somethin¡¯ Stupid (con su hija Nancy). Fue introduciendo en su repertorio ¨¦xitos del pop firmados por Paul Simon, Lennon-McCartney, George Harrison, Joni Mitchell o Stevie Wonder.
Esas m¨ªnimas concesiones le permitieron ejercer su santa voluntad. Las big bands pod¨ªan estar pasadas de moda, pero recurri¨® a la de Count Basie para su exuberante Sinatra at The Sands. Realiz¨® su sue?o de grabar con Duke Ellington en Francis A. & Edward E. Cant¨® bossanova con Antonio Carlos Jobim.
Sinatra estuvo en Reprise hasta 1981. En 1969, hizo un negocio redondo al vender su participaci¨®n en Warner por 22,5 millones de d¨®lares. Al poco, tras facturar L.A. Is My Lady en el sello de Quincy Jones, se retiraba de las grabaciones. Solo volver¨ªa en los a?os noventa, para realizar sus colecciones de Duets, que ¡ªsorpresa¡ª fueron editadas por Capitol. Un Sinatra casi octogenario decidi¨® que era hora de perdonar a sus viejos enemigos.
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