?ngelica Liddell comparte su duelo con Oliver Laxe
La directora estrena su nueva obra, ¡®Padre¡¯, donde se enfrenta a un Jesucristo interpretado por el cineasta
Ang¨¦lica Liddell es hu¨¦rfana desde hace dos a?os. Inciner¨® a sus progenitores con solo tres meses de diferencia. La experiencia tel¨²rica del luto ha dado pie a dos nuevas obras firmadas por la siempre escandalosa directora teatral, de 54 a?os. La primera, Madre, pudo verse hace unos meses en el festival Temporada Alta de Girona. La segunda se titula Padre, estrenada el pasado viernes en el Teatro de la Colline, uno de los escenarios m¨¢s prestigiosos de Par¨ªs, donde Liddell recibi¨® aplausos algo perplejos en la primera funci¨®n, como si el p¨²blico no hubiera tenido tiempo de digerir todav¨ªa lo que acababa de presenciar.
Si Liddell dedic¨® a su madre un viaje a la Extremadura de sus ancestros, con acompa?amiento musical del cantaor El Ni?o de Elche, ahora firma un r¨¦quiem por su padre, un militar llamado Anastasio, donde alterna su propio v¨ªa crucis con el de otro hijo desconsolado: un Jesucristo al que interpreta el cineasta Oliver Laxe, que troca su habitual sosiego por los di¨¢logos a grito pelado que le ha escrito la directora.
¡°Cada d¨ªa me esfuerzo por olvidar sus vidas. No quiero tener otro recuerdo que sus muertes, que me devolvieron el gigante del perd¨®n y la piedad¡±, escribe Liddell en el programa de mano, ¨²nica pista disponible para entender sus intenciones. La directora, en plena cuaresma medi¨¢tica, dej¨® de conceder entrevistas en 2016. Padre describe el proceso que la llev¨® a llorar por quienes hab¨ªa odiado en su juventud, hasta llegar a profesarles amor.
La obra reafirma la apuesta de Liddell por un teatro cada vez menos narrativo, formado por una larga serie de est¨ªmulos visuales y filos¨®ficos. Es una obra sobre ¡°lo ininteligible¡±, en sus propias palabras, que abarca nociones tan inasibles como la muerte, la belleza o la relaci¨®n con Dios. Es tambi¨¦n una de sus funciones m¨¢s cr¨ªpticas, un poema visceral influido por los ensayos sobre la est¨¦tica de Hegel y los textos sobre el masoquismo que firm¨® Deleuze, cuya teor¨ªa sobre la ¡°mujer-verdugo¡± parece encontrar un reflejo en la po¨¦tica esc¨¦nica de Liddell.
Padre, que se representa en Par¨ªs hasta el 7 de febrero alternada con ocho funciones de Madre, podr¨¢ verse en abril en el Internationaal Theatre de ?msterdam, que dirige el omnipresente Ivo van Hove, y luego en los Teatros del Canal de Madrid, coproductores del espect¨¢culo, que acoger¨¢n tres representaciones a comienzos de mayo. La nueva obra puede entenderse como un compendio de todo el teatro de Liddell, marcado a fuego por su obsesi¨®n con la muerte desde que firm¨® su primera obra con marionetas, all¨¢ por 1988. En su trayectoria, arte y vida suelen ser lo mismo. ¡°Trabajo con mis sentimientos, que pertenecen a mis noches, a lo que ha sucedido en mi vida¡±, afirma Liddell sobre su teatro, que una vez calific¨® de ¡°asquerosamente confesional¡±.
Figura marginal que pas¨® la gorra en el Retiro y trabaj¨® en ¡°un espect¨¢culo de chinos¡± en Port Aventura, la directora conquist¨® la fama internacional en 2010 en el Festival de Avi?¨®n. Desde entonces, no se ha dormido en los laureles. El teatro de Liddell, que ha practicado la masturbaci¨®n y la automutilaci¨®n sobre el escenario, sigue siendo una agresi¨®n en toda regla.
Tras denunciar en su anterior obra, The Scarlett Letter, el MeToo como ¡°una justicia de revista de peluquer¨ªa¡± liderada por ¡°misandras totalitarias¡±, Liddell regresa ahora con un espect¨¢culo que puede recordar a aquellas coplas medievales donde la muerte de un allegado era una ocasi¨®n para reflexionar sobre la vida y el devenir de los tiempos. Aunque, en su caso, haya menos resignaci¨®n cristiana que odio y dolor.
Como ha sido habitual en sus ¨²ltimos trabajos, las referencias a la historia del arte siguen siendo recurrentes en esta nueva obra. Padre arranca con un cad¨¢ver tumbado en una camilla bajo las manos gigantes de la Virgen de la Anunciaci¨®n, la obra maestra del pintor renacentista Antonello da Messina. M¨¢s tarde, irrumpe en escena un asno, media docena de j¨®venes obesas (y desnudas) con palomas en la mano y un Jesucristo con aspecto de vendedor de seguros o de pros¨¦lito morm¨®n, que se arrodilla sobre una alfombra isl¨¢mica para rezar.
En el siguiente acto, Liddell custodia a su padre en el hospital, un anciano que se ha convertido en beb¨¦, lo que obliga a la directora a ejercer de madre pese a no haber procreado. Reclamando su derecho a seguir siendo hija, Liddell decide quitarse las bragas, manchadas de heces, y obliga a su padre a limpiarle las nalgas. Las obras de la dramaturga siguen siendo peligrosos artefactos en un mundo teatral que sigue controlado por las certezas aristot¨¦licas y los consensos blandos. Su teatro logra adentrarse en zonas del subconsciente en las que pocos directores se aventuran.
Frente al maltrato al que le sigue sometiendo la vida, la directora no tiene m¨¢s remedio que seguir acatando cada zarpazo. Pero, sobre el escenario, Liddell reina con m¨¦todos absolutistas, intentando someter hasta al propio Jesucristo. ¡°Eres entre mis manos un instrumento ciego, un esclavo que me obedece en todo. Soy tu soberana, la due?a de su vida y de tu muerte¡±, pronuncia frente a un Laxe arrodillado. Hacia el final, suena una marcha procesional, uno de esos pasacalles f¨²nebres, mientras una vieja ambulancia aterriza desde los cielos, como si fuera un deus ex machina dispuesto a resolver el entuerto. Solo que, en lugar de salvar, mata. En el mundo de Liddell, no est¨¢ claro que sean ant¨®nimos. Despu¨¦s de todo, Anastasio significa, en griego antiguo, ¡°el resucitado¡±.
Oliver Laxe: "Compartimos ese patetismo que conlleva ser artista y ser creyente"
Cuando era una ni?a, Ang¨¦lica Liddell sol¨ªa hablar con Dios "en di¨¢logo", en la soledad de los cuarteles militares donde el oficio de su padre la oblig¨® a crecer. Esa conversaci¨®n divina no se ha interrumpido desde entonces. En Padre, Liddell sigue conversando con un Jesucristo con aspecto de hombre corriente, al que interpreta Oliver Laxe. El director de Lo que ardeafronta con esta obra su primera experiencia teatral, exceptuando "un breve papel de pastorcillo" en la funci¨®n navide?a de un colegio espa?ol de Par¨ªs, donde este hijo de inmigrantes gallegos naci¨® en 1982 y vivi¨® hasta los seis a?os.
La propuesta formulada por Liddell le cogi¨® por sorpresa. "Se identific¨® conmigo al ver mi pel¨ªcula anterior, Mimosas, y al leer alguna entrevista. Los dos citamos palabras denostadas por la modernidad, al hablar de conceptos como el alma, el esp¨ªritu o la eternidad", afirmaba Laxe a pocas horas del estreno. "Para nosotros, lo sagrado, la fe como rezo y la prosternaci¨®n a trav¨¦s de la obra de arte son cosas importantes. Nos alivia conocernos y ha sido bello trabajar juntos".
Sus lenguajes art¨ªsticos no son, con todo, demasiado parecidos. ¡°Aun as¨ª, los dos aspiramos al mismo silencio, al mismo ¨¦xtasis a partir del lenguaje. Compartimos ese patetismo que conlleva ser artista hoy en d¨ªa y ser creyente en el final de los tiempos¡±, opina el director. Laxe, que nunca hab¨ªa visto una obra de Liddell, al haber vivido 12 a?os en Marruecos antes de regresar a Galicia, dud¨® antes de aceptar el papel. Termin¨® haci¨¦ndolo durante un encuentro con Liddell en el pasado festival de San Sebasti¨¢n. ¡°Los dos tendemos a validar o desacreditar r¨¢pidamente a los dem¨¢s¡±, admite Laxe. ¡°En Ang¨¦lica he sentido una verdad de forma inmediata. Ella pone toda su alma en lo que hace. Y eso, desafortunadamente, no es tan habitual en el arte¡±.
Pese a no tener "ninguna ambici¨®n como actor", Laxe decidi¨® desviarse hacia el teatro en su momento de mayor reconocimiento en el cine. "Estoy cansado de m¨ª mismo. Estoy en una b¨²squeda por no ser nadie. Anular mi personalidad y ponerme al servicio de otro artista ha sido muy sano", apunta Laxe, nominado a cuatro premios Goya por Lo que arde. El 25 de enero no hay funci¨®n en Par¨ªs, por lo que no faltar¨¢ a la ceremonia. "En realidad, ya hemos ganado. Hemos llegado a espectadores que no ven este tipo de cine, alej¨¢ndonos de las ¨¦lites autistas que tantas veces somos. La gente ha respondido con un gran nivel de madurez y sensibilidad. Es esperanzador para todos".
Babelia
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