Un cin¨¦filo agn¨®stico en el cine del Papa
Rom¨¢n Gubern explica con humor e iron¨ªa en un nuevo libro sus aventuras en la Filmoteca del Vaticano
No es raro que Rom¨¢n Gubern ponga su delicioso librito Un cin¨¦filo en el Vaticano (Nuevos Cuadernos Anagrama, 2020) bajo la advocaci¨®n de Mark Twain y su Un yanqui en la corte del rey Arturo:el estudioso del cine catal¨¢n manifiesta el mismo sentido del humor e iron¨ªa que el escritor estadounidense y considera su peripecia vaticana tan curiosa y extravagante (y divertida) como la del protagonista de la famosa novela. Efectivamente, casi igual de sorprendente es que un t¨¦cnico de Connecticut desembarque en Camelot, como que un cin¨¦filo agn¨®stico barcelon¨¦s lo haga en el secret¨ªsimo y cerrado mundo del cine pontificio. Gubern (Barcelona, 1934) lo hizo en 1995, al recibir una invitaci¨®n de la Santa Sede (concretamente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales) a fin de unirse a la comisi¨®n que hab¨ªa de organizar el programa oficial de la Filmoteca Vaticana con motivo del centenario del cine. Lo que sucedi¨® a partir de entonces incluye episodios tan jocosos como la indiscreci¨®n de Gubern que llev¨® a que todav¨ªa hoy el cine no tenga un santo del gremio propio...
Rom¨¢n Gubern recibe en su piso entre libros y papeles dispersos y vestido de manera algo sorprendente para estar por casa: con sudadera universitaria, cazadora de cuero y bufanda roja. ¡°Tengo 85 a?os y poca vida social¡±, apunta antes de entrar en materia y explicar que escribi¨® el libro en agosto pasado de un tir¨®n, por encargo de su cu?ado Jorge Herralde, aprovechando que guardaba en su archivo todos los documentos sobre el asunto. ¡°El papado est¨¢ de actualidad¡±, dice a prop¨®sito de la pol¨¦mica entre Ratzinger y Francisco y la pel¨ªcula sobre los dos papas, aunque confiesa en cambio no haber visto a¨²n la serie El joven Papa. ¡°No quisiera que se interpretara mi libro como sat¨ªrico o combativo, porque la verdad es que en el Vaticano fueron muy amables conmigo. Me he inspirado en Un yanqui en la corte del rey Arturo porque me gusta esa idea de alguien que llega a un lugar que no conoce y lo mira todo con ojos nuevos¡±.
Gubern explica que hab¨ªa llegado a Roma como director de la sede del Instituto Cervantes en la ciudad, y que sobrellevaba lo dif¨ªcil que es trabajar en un pa¨ªs con ¡°una burocracia ingrata¡± vi¨¦ndose con frecuencia con su amigo Umberto Eco, u organizando actos con Lucia Bos¨¨, cuando recibi¨® la sorprendente invitaci¨®n del Vaticano. Lo reclamaban en calidad de experto internacional en cine. ¡°Nunca se me borrar¨¢ la escena del guardia suizo que me par¨® a la entrada del Vaticano y al presentarle mis credenciales me indic¨® a?adiendo un gesto de solemnidad medieval y retirando la alabarda: ¡®?Avanti dottore Gubern!¡±. Entraba en un mundo complejo, ¡°s¨ª, como se ve ahora con eso del Papa y el ex Papa¡±. El contacto de Gubern en el Palazzo de San Carlo ¡ªsede del consejo pontificio que lo reclut¨®¡ª era el arzobispo John P. Foley, presidente del comit¨¦ organizador para el centenario del cine, ya fallecido. ¡°De todo eso hace 25 a?os y me veo liberado del secreto de confesi¨®n¡±, bromea. Las reuniones de la comisi¨®n, en las que aparte de la secretaria, Gubern era el ¨²nico laico ¡ª¡°el laico oficial¡±¡ª, comenzaban tras el rezo del padrenuestro y la oportuna jaculatoria "Iluminat Domine". El estudioso barcelon¨¦s, siempre bajo sospecha, no tard¨® en descubrir que el cine era para el Vaticano ¡°un instrumento de apostolado¡±, algo muy distinto que para Cahiers du cinema.
Las reuniones empezaban con un padrenuestro y una jaculatoria
La comisi¨®n redact¨® varios textos te¨®ricos (el de Gubern sobre cine y universidad qued¨® aparcado) y elabor¨® unas listas de pel¨ªculas ejemplares para los fieles, atendiendo a valores religiosos una, morales y humanos otra y art¨ªsticos la tercera.? Se hicieron varias a t¨ªtulo previo, para discutirlas, en las que el catal¨¢n coloc¨® a sus candidatas, entre ellas Teorema, de Pasolini, Los dientes del diablo, de Nicholas Ray, o Solaris, de Tarkovski. ¡°Hubo mucho debate, se trataba de que no quedara como cine de beatos, y yo insist¨ª en que el cine asi¨¢tico y el de Am¨¦rica latina deb¨ªan estar representados, lo que consegu¨ª en l¨ªneas generales¡±. En las tres llista finales -que incluyen titulos previsibles como La misi¨®n, de Rolan Joff¨¦, La pasi¨®n de Juana de Arco, de Dreyer, y Un hombre para la eternidad, de Zinnemann (tambi¨¦n Ben- Hur, de William Wyler), y otros inesperados (Dersu Uzala, La diligencia, Nosferatu...), aparecen algunos t¨ªtulos que Gubern no hubiera puesto, como Carros de fuego, otros que le parecen bien como 2001, una odisea del espacio ¡ª¡°para ellos rescatable en tonos cristianos¡±, comenta¡ª, y solo uno de los que ¨¦l recomendaba, La strada. Como era de prever, no est¨¢ La semilla del diablo. Gubern r¨ªe, ¡°no, y mira que es buena pel¨ªcula sobre el diablo¡±, y aprovecha para hablar de su amistad de juventud con Polanski ¡ª¡°Rom¨¢n como yo¡±¡ª y la vez que se frustr¨® una org¨ªa en la que el cineasta y su pareja le propusieron participar.
No hay santo del cine por culpa de Gubern. ¡°Mea culpa,s¨ª, le expliqu¨¦ a una periodista que est¨¢bamos trabajando en ello y salt¨® a los titulares. Me ri?eron y el asunto se par¨®. Se pensaba en San Francisco de As¨ªs, por haber inventado el pesebre, y como estaba de papa Wojtyla ¨Cal que por cierto tampoco le gustaba el cine: hab¨ªa sido actor, pero de teatro- se sopesaba tambi¨¦n a Maximilano Kolbe, el fraile asesinado en Auschwitz y canonizado por Juan Pablo II". Kolbe entr¨® entre los candidatos a santo patr¨®n del ramo, agrega Gubern, porque se le hab¨ªa aparecido la Virgen, lo que de alguna manera lo identificaba con los espectadores de cine.
De si existe un arrchivo secreto del Vaticano referido al cine, Gubern responde que no lo sabe. ¡°Aquello es el castillo de los misterios y los laberintos, Kafka ser¨ªa feliz all¨ª. De todo se dice que hay archivos secretos, yo si los hay no he llegado a verlos, al Vaticano le gusta cultivar el misterio¡±.
Pel¨ªculas religiosas y antirreligiosas
Parte del libro est¨¢ dedicado a la curiosa relaci¨®n de la Iglesia con el cine, que arranc¨® mal dada la aversi¨®n de P¨ªo X hacia el nuevo arte, espect¨¢culo visual que, consideraba el papa, congregaba en una sala a oscuras a hombres y mujeres mezclados y rozando sus cuerpos. Tambi¨¦n es verdad que es el papa que descalific¨® el tango ¨Ctodav¨ªa no El ¨²ltimo tango- como lujurioso. Gubern explica c¨®mo durante un tiempo se plante¨® el problema de la representaci¨®n de Cristo en la pantalla y los debates con filmes de Bu?uel como Viridiana, que gustaba a algunos como expresi¨®n de la angustia de la falta de fe, o Nazar¨ªn. "Rescatar al enemigo est¨¢ en el ADN de la Iglesia", reflexiona con retranca. En todo caso, la Filmoteca vaticana, que guarda valiosas filmaciones de pasiones, se cre¨® en 1959 especializada en cine religioso (aunque tambi¨¦n con inter¨¦s en el antirreligioso: se dice que tienen pel¨ªculas ateas de propaganda leninista) y uno de sus mayores orgullos es disponer de una copia de La lista de Schindler donada por el mism¨ªsimo Spielberg.
Babelia
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