La original rebeld¨ªa de Carmen Mart¨ªn Gaite
Este a?o se cumplen dos d¨¦cadas de la muerte de la escritora. Sus cuadernos y cartas son su mejor retrato
De la ic¨®nica escritora de cabellera blanca, boina ladeada y un punto de zalamer¨ªa histri¨®nica apenas queda nada en el impresionante s¨¦ptimo ¨²ltimo volumen de la Obra completa de Carmen Mart¨ªn Gaite que publicaron el a?o pasado Espasa y C¨ªrculo de Lectores, al cuidado de Jos¨¦ Teruel y con pr¨®logo de una amiga y estudiosa de su obra, Maria Vittoria Calvi. De hecho, podr¨ªa no quedar nada de nada tras conocerse la decisi¨®n de Planeta de deshacerse o renunciar a una colecci¨®n que ha sido, en s¨ª misma, ejemplar capital cultural de la democracia. El seguidor de la escritora tiene a¨²n la posibilidad de empezar por el principio del volumen y no salir hasta llegar, 1.300 p¨¢ginas despu¨¦s, a la carta final a Esther Tusquets (con recuerdos para Milena), fechada el 12 de junio de 2000, tras ¡°un chequeo en el Ruber¡± donde ¡°no han encontrado nada de importancia¡±. Fallec¨ªa apenas un mes y pico m¨¢s tarde, el 22 de julio de ese a?o.
La originaria rebeld¨ªa mate de la ni?a del notario de Salamanca se despliega en esos Cuadernos y cartas de maneras tan minuciosas y a menudo brillantes que conmueven tantas p¨¢ginas de desolaci¨®n y tristeza, de crisis y de impotencia, de vitalidad fugaz y hedonista tambi¨¦n, pero menos. Sus anotaciones tienen dos fuentes principales: de una llegan borradores en marcha, notas de lectura e ideas para proyectos de art¨ªculos, libros, etc¨¦tera. Pero de la segunda, mucho m¨¢s fascinante y m¨¢s adictiva, llega la escritora que sondea, explora, se ensimisma y desespera, se abate y se redime, combate contra el tabaco una y otra vez y, sin quejarse nunca, pelea contra s¨ª misma y sus desvelos, sus insomnios, sus abatimientos ciclot¨ªmicos y sus melancol¨ªas incurables.
Quiz¨¢ no ser¨ªa mala idea promover la edici¨®n separada de esta otra vivac¨ªsima voz en pugna con la angustia de la soledad y el auxilio a ratos conflictivo de su hermana Ana, la gran Anita de este libro. Pero tambi¨¦n la solvencia de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s cuando empieza su amistad con ella, o su alianza al mismo tiempo con ?lvaro Pombo ¡ª¡°qu¨¦ descubrimiento este chico¡±, en 1977¡ª, un poco m¨¢s tarde su vinculaci¨®n afectiva con Bel¨¦n Gopegui y un grupo de j¨®venes escritores. Hay otras gentes en su armario afectivo desde antiguo, como el reserv¨®n y demasiado hirsuto Juan Benet (pese a su apasionante epistolario, o precisamente por eso), la amiga Ana Gurruchaga, el amigo Manuel Longares, o el m¨¢s fiel amigo todav¨ªa Juan Carlos Eguillor ¡ªresponsable de la invenci¨®n de Caperucita en Manhattan, precisamente en Manhattan y en 1985, a?o criminal¡ª, o despistados como Pablo Lizcano, que activa una relaci¨®n amistosa con esta Carmen hasta descubrir algo tarde que ella no es Carmen Laforet.
En su paisaje de fondo habitan la obstinada meticulosidad de un padre que lo anotaba todo en sus diarios de cada d¨ªa, la incomunicaci¨®n pertinaz e insoluble con Rafael S¨¢nchez Ferlosio, antes y despu¨¦s de su separaci¨®n hacia 1970, la devoci¨®n intacta por su hija Marta y el dolor de su muerte en 1985 (tras la p¨¦rdida de un primer hijo a los siete meses de nacer, 30 a?os atr¨¢s) cristalizada en un cuaderno cruel y di¨¢fano, liberadoramente escrito en Estados Unidos. Las amistades de toda una vida, conocidas o no conocidas, empapan muchas p¨¢ginas de veracidad sin m¨¢scara y vista por dentro, en la redacci¨®n de Diario 16 con Juby Bustamante y Miguel ?ngel Aguilar (y su ahijado Miguelito), su enamoriscamiento de CS, que dir¨ªa que es Carlos Sempr¨²n (lo sabe Jos¨¦ Teruel, seg¨²n dice, y quiz¨¢ debi¨® indicarse).
Su cu?ada Gabriela S¨¢nchez Ferlosio dej¨® de ser cu?ada pero sigui¨® siendo ¨ªntima amiga: las entradas del diario in¨¦dito de 1977 registran un grave intento de suicidio de Gabriela, mientras ella empuja contra la sombra y la depresi¨®n medicada su mejor novela ¡ªEl cuarto de atr¨¢s¡ª y su extraordinaria autobiograf¨ªa intelectual disfrazada de ensayo, El cuento de nunca acabar.
Hoy pesar¨¢ en muchos la imagen feliz de la novelista de los a?os noventa, contracara tard¨ªa de una vida demasiadas veces achuchada de soledades. Todo cambi¨® el d¨ªa que se le apareci¨® Jorge Herralde en forma de ¡°ser ben¨¦fico, uno de los hitos m¨¢s positivos¡± de una vida en la que ¡°nadie se hab¨ªa interesado por mis escritos tanto como t¨², nadie me ha tratado en este terreno (?y no s¨®lo en este!) tan bien¡±.
Tras la muerte de su hija a sus 50 a?os y en plena crisis de madurez y climaterio, la ¡°gana de vivir¡± le regres¨® con el ¨¦xito de los Usos amorosos de la posguerra espa?ola y sus siguientes novelas en la Anagrama de Herralde (y Lali Gubern). As¨ª le fue ¡°viniendo poco a poco la luz sobre tantas sombras¡±. Se lo escribe a su editor en 1992, y ah¨ª siguen, imperturbables y perturbadores, los diarios y las cartas de la escritora Carmen Mart¨ªn Gaite.
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