Concepci¨®n Arenal, la ensayista que se visti¨® de hombre y desafi¨® a su ¨¦poca
En el bicentenario del nacimiento de la ensayista y penalista varias publicaciones recuerdan su obra (dispersa) feminista y en defensa de los presos
Concepci¨®n Arenal, penalista, ensayista y editorialista autodidacta a pesar de la ley, a pesar de los tiempos. Prefiri¨® los libros de filosof¨ªa a aprender en el colegio las maneras sociales que se le presupon¨ªan a una mujer del siglo XIX. Se visti¨® de hombre para acudir a la Universidad. Abog¨® por el sacerdocio femenino. Defendi¨® una apariencia austera y sencilla antes que Coco Chanel. Se enfrent¨® a ¡°las mujeres del hogar¡± de su generaci¨®n. Pero su pr¨¦dica, como dijo de ella la escritora Emilia Pardo Baz¨¢n, la escucharon solo unos pocos. En el bicentenario de su nacimiento (1820-2020) -y desde hace menos de un lustro- las editoriales recuperan su obra (dispersa) porque las estatuas, instituciones culturales y plazas con su nombre no han sido suficientes para darle eco a su legado.
¡°En 1869 Arenal ya era una mujer conocida en los c¨ªrculos pol¨ªticos e intelectuales. A punto de cumplir 50 a?os hab¨ªa publicado algunas obras importantes. Las m¨¢s relevantes en su trayectoria estaban por publicar¡±, escribe Anna Caball¨¦ en el pr¨®logo de La mujer del porvenir (N¨®rdica), el libro que recupera La mujer del porvenir y La mujer de su casa dos de sus ensayos en los refleja su pionero ideario feminista. La historiadora consigui¨® el Premio Nacional de Historia por la biograf¨ªa, Concepci¨®n Arenal, la caminante (Taurus) en 2019.
¡°Prefiere el concepto de mujer de casa a ¡®¨¢ngel del hogar¡¯ que describe la realidad sin falsos velos¡±, explica la experta en las primeras p¨¢ginas del libro. ¡°Un concepto falto totalmente de prestigio. Que una mujer ejerza como mujer de su casa no es nada, es menos que nada y para nadie significa nada. Es como si, entreg¨¢ndose al cuidado del hogar, cumpliera con una labor consuetudinaria que a nadie merece una mirada de respeto, pero de la que no se puede prescindir. A partir de aqu¨ª vienen todos los males¡±, se lee en el trabajo de Arenal que clam¨®: ¡°El hombre no progresar¨¢ si deja a la mujer estacionaria¡±.
Los primeros a?os de vida de la autora marcar¨ªan los textos que luego escribir¨ªa. Su infancia estuvo atravesada por la muerte de su padre cuando ella ten¨ªa nueve a?os, un militar condenado por su ideolog¨ªa liberal del que hered¨® su obstinaci¨®n por defender lo que consideraba justo. La relaci¨®n opuesta a la que mantuvo con su madre, la que le oblig¨® a ir a un colegio que no quer¨ªa y la que le inculc¨® una estricta educaci¨®n religiosa presente en toda su vida.
A trav¨¦s de los libros de filosof¨ªa y ciencias sociales que fue rescatando de bibliotecas familiares comenz¨® desde la adolescencia una carrera autodidacta que la llev¨® a la Universidad Central de Madrid. Lleg¨® a la facultad de Derecho con el pelo corto -sol¨ªa recog¨¦rselo en un mo?o bajo- y ropas de hombre: levita, capa y sombrero de copa. ¡°El raro¡±, ¡°el provinciano¡±, ¡°el exc¨¦ntrico¡±, se?alaron sus compa?eros, todos hombres, las mujeres no ten¨ªan derecho a asistir a la universidad.
La pillaron. Lleg¨® a un acuerdo y sigui¨® como oyente. Nunca consigui¨® el t¨ªtulo oficial de penalista, un papel que no le impidi¨® convertirse en la primera visitadora de prisiones de mujeres con 44 a?os. El trabajo le dur¨® dos a?os, el tiempo en que tard¨® en reclamar una reforma del C¨®digo Penal en el ensayo Cartas a las delincuentes y de defender que las c¨¢rceles cumplieran una funci¨®n de reinserci¨®n con el lema: ¡°Abrid escuelas y se cerrar¨¢n c¨¢rceles¡±. Parte de esta etapa aparece en Concepci¨®n Arenal. Reformadora moral y social que publica Paraninfo centrada en ¡°su particular ¨¦tica de la compasi¨®n como pilar de la intervenci¨®n social¡±.
Arenal conoci¨® en la Universidad a Fernando Garc¨ªa Carrasco, su marido, 15 a?os mayor, con el que acord¨® un matrimonio igualitario. Sin restricciones f¨ªsicas ni mentales entre los muros de una casa. Acud¨ªan juntos, vestidos de hombre, a charlas y tertulias. Compart¨ªan sus reflexiones -no la autor¨ªa- en editoriales del peri¨®dico liberal La Iberia. La muerte de su esposo fue el final de su trabajo en la publicaci¨®n: en 1857 una ley del Gobierno de C¨¢ndido Nocedal (1856) promulga una ley que obliga a firmar todos los art¨ªculos en prensa y, una vez m¨¢s, Arenal, mujer, no pudo continuar con su cometido.
En el pr¨®logo de La mujer del porvenir, Caball¨¦ recuerda c¨®mo Concepci¨®n Arenal fue capaz de ir cambiando sus ideas seg¨²n acumulaba conocimiento. ¡°El contacto con el sufragismo anglosaj¨®n hace que ya no desde?e la condici¨®n pol¨ªtica del sujeto femenino. Se da cuenta de su error anterior y todo su ensayo se centrar¨¢ en la deconstrucci¨®n de un mito, el del ideal dom¨¦stico como principal responsable de la marginaci¨®n social y moral de la mujer¡±, recoge la experta.
Arenal fue capaz de contradecir a su ¨¦poca y a su cabeza. A¨²n as¨ª, sus coet¨¢neas arrojaron el descr¨¦dito sobre ella. ¡°Solo ve¨ªan excentricidad, locura o vanas pretensiones de reconocimiento¡±, resume Caball¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.