Adi¨®s a ¡®BoJack Horseman¡¯, el caballo que nos ense?¨® lo que duele ser humano
La conclusi¨®n de la serie cierra el retrato m¨¢s certero de lo que la fama y el mundo del espect¨¢culo hace con el ser humano: intentar destruirlo
Parec¨ªa divertido. Que, de repente, existiese un Hollywood alternativo ¡ªun Hollywoo¡ª en una Tierra alternativa en la que animales y humanos conviv¨ªan en perfecta armon¨ªa compartiendo sus id¨¦nticas y horripilantes miserias. Parec¨ªa divertido que, en ese mundo, hubiesen existido los 90 de nuestro mundo y su furor por las sitcoms, y un t¨ªtulo m¨ªtico, Retozando, cuyo reparto, encabezado por un caballo insufriblemente autodestructivo, hubiese ca¨ªdo en el olvido hace mucho tiempo. Parec¨ªa divertido, pero no lo era. Cuando BoJack Horseman se estren¨®, en 2014, se convirti¨® en un cl¨¢sico instant¨¢neo. Porque estaba dando un paso en una direcci¨®n en la que el camino a¨²n no exist¨ªa: nunca antes un dibujo animado hab¨ªa sido a la vez tan cruel y dolorosamente humano.
"La paradoja es que los animales protagonizan una comedia cruda sobre la condici¨®n humana y sobre una persona que no sabe avanzar. Parodiamos lo absurdo de este mundo interesado en las bajezas de los famosos", asegur¨®, all¨¢ en 2015, Will Arnett, el actor que durante estos seis a?os ha puesto la voz a BoJack. Y s¨ª, eso es exactamente lo que han estado haciendo, en una trayectoria imparablemente ascendente, pues cada temporada ha sido siempre mejor y m¨¢s profunda e innovadora que la anterior.
Puesto que Bob-Waksberg y los suyos estaban inventando un formato ¡ªel del desalmado dramedy adulto animado protagonizado por animales demasiado humanos, en el peor de los sentidos¡ª es l¨®gico que, cada vez, se sintiesen m¨¢s c¨®modos a medida que ensanchaban los l¨ªmites de un territorio por completo por explorar. As¨ª, en las primeras temporadas apenas se abandona el foco de Horseman ¡ªprimero, le seguimos mientras intenta que Diane, su negra literaria, escriba sus memorias, y luego, observamos su peque?a vuelta a la fama interpretando, fatalmente, a su ¨ªdolo Secretariat en un biopic desastroso¡ª, pero a partir de la tercera, el universo se ampl¨ªa.
Al abandonar a su presuntamente deprimido protagonista, la serie, que hasta entonces hab¨ªa dibujado los aleda?os de la condici¨®n de estrella apagada, se convierte en algo mucho m¨¢s amplio, el retrato m¨¢s certero de lo que la fama y el mundo del espect¨¢culo hace con el ser humano que osa dejarse utilizar por ¨¦l: intentar destruirlo. O acabar haci¨¦ndolo. Ya lo dijo Asia Argento, Hollywood es "una trituradora de carne". As¨ª que, desde su endiablada y, pese a todo, correcta y triste incorrecci¨®n, BoJack Horseman es la creaci¨®n audiovisual que m¨¢s y mejor ha explorado (y comprendido y hecho comprender) la inconcebible inhumanidad del estrellato.
"Las estrellas son como nosotros, ?no?", pregunta alguien en alg¨²n momento de esta sexta temporada, y nadie responde, pero la respuesta, visto lo visto, es un s¨ª que tambi¨¦n podr¨ªa ser un no. Porque sus miserias son las nuestras elevadas, como todo lo que tienen, a una en¨¦sima y a veces insoportable potencia. "Mis padres me inculcaron el odio a los caballos, y mi cuerpo de caballo es la c¨¢rcel de la que nunca huir¨¦ y por eso el caballo que m¨¢s odio soy yo mismo", se dice BoJack, en un revelador cap¨ªtulo cercano al final que acaba de estrenarse.
El "fracasa otra vez, fracasa mejor" de Samuel Beckett es el mantra inaudible con el que despierta Horseman cada ma?ana, pero no solo ¨¦l. Ah¨ª est¨¢n Princess Carolyn y su molesta e incomprensible (para s¨ª misma) maternidad, Diane y los s¨¢ndwiches de queso derretido que se prepara para olvidar que su vida no le gusta, Todd y la imposibilidad de que sus padres entiendan que es feliz no teniendo todo lo que ellos querr¨ªan que tuviera, el Se?or Peanutbutter autoinmol¨¢ndose con cada sonrisa ¨Cen su papel, en esta sexta temporada, de un dickensiano se?or Scrooge que visita a gente perdida en el d¨ªa de su cumplea?os para recordarles c¨®mo querr¨ªan que hubiese ido todo¨C.
Pero el fracaso no existe si no existen las expectativas. Pero ?qu¨¦ ocurre cuando alguien se convierte en una estrella? Que esas expectativas se multiplican exponencialmente hasta casi, dir¨ªamos, el infinito. ?O no son las estrellas, dioses? ?Y no son los dioses perfectos? ?Y qu¨¦ ocurre cuando esos dioses descubren, una y otra vez, que no lo son, que solo son imperfectos y tristes y solitarios ¨Cporque BoJack Horseman es tambi¨¦n una serie sobre la soledad del que ocupa la cima¨C, maleducados y desagradables humanos? Que se odian a s¨ª mismos, y como nadie les castiga, intentan escapar, y como no pueden escapar, beben, se drogan, inician el lento e irremediable descenso a los abismos que acaba con ellos, en el mejor de los casos, en una cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n como la Pastiches Malib¨² en la que acaba BoJack Horseman, mir¨¢ndose al espejo y pregunt¨¢ndose si ha valido la pena y, lo que es m¨¢s importante, si todo eso, Hollywood, tambi¨¦n pasar¨¢.?
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