Un asesino suelto en las barricadas de La Comuna de Par¨ªs
Herv¨¦ Le Corre recrea con viveza, desde una trama policial, los ¨²ltimos d¨ªas de la revoluci¨®n de 1871 en ¡®Bajo las llamas¡¯
Ser¨ªa suficiente con las pesquisas para atrapar a ese psic¨®pata asesino en serie que es Henri Pujols y que se dedica a secuestrar j¨®venes para satisfacer a porn¨®grafos, pero es tan o m¨¢s adictivo y memorable ese travelling preciso y brutal entre cad¨¢veres, caballos reventados, casas derruidas, bombas, sangre y fuego por doquier, milicianos revolucionarios y truhanes, feministas y desatadas tropas gubernamentales, una guerra civil y 20.000 muertos¡ Y a¨²n con todo ello, una atm¨®sfera de grandeza y honor en la fatalidad, de victoria moral en la derrota anunciada. Es el aire que se respira en los 10 d¨ªas ¨²ltimos d¨ªas de vida revolucionaria de La Comuna de Par¨ªs en mayo de 1871, la primera (y ef¨ªmera: 60 jornadas de gobierno) toma del poder de la clase proletaria en la historia de la Europa occidental; o as¨ª lo canta un trovador de excepci¨®n hoy en la novela negra francesa, Herv¨¦ Le Corre, que en Bajo las llamas (Reservoir Books; Bromera, en catal¨¢n) no se le ocurre m¨¢s que poner en esos d¨ªas de apocalipsis sin esperanza al inexperto comisario Antoine Roques a investigar los misteriosos secuestros de chicas, entre ellas Caroline, la prometida del sargento comunero Bellec.
¡°Supe de La Comuna por vez primera hacia los 15 a?os, cuando se formaban mis ideas pol¨ªticas; por ello, para mantener una lucidez y evitar lirismo revolucionario, me he documentado con historiadores e infinidad de testimonios de la ¨¦poca, como el de Prosper-Olivier Lissagaray, que dirigi¨® varios diarios; ten¨ªa tambi¨¦n mapas de las barricadas y fotos de la ciudad para darle volumen, perspectiva: necesito tener las im¨¢genes en la cabeza para escribir¡±, explica para poner distancia Le Corre (Burdeos, 1955) con una ideolog¨ªa que le llev¨® a militar en la Liga Comunista Revolucionaria. Experiencia que permite darle al escritor, estos d¨ªas uno de los grandes nombres del festival BCNegra que arranc¨® el jueves, una perspectiva hist¨®rica: ¡°Las izquierdas estaban peleadas, pero aparcaron sus diferencias porque la ocasi¨®n era importante como para no fallar; hoy, la izquierda no tiene un proyecto com¨²n; pero lo peor no es que ya no est¨¦ a la ofensiva, sino que ni tan solo est¨¢ a la defensiva, es incapaz de unirse ni frente a peligros como los del cambio clim¨¢tico, que comportar¨¢ brutales desigualdades sociales, ni ante el peligro obvio de la extrema derecha¡±.
Si hay una constante en la tard¨ªa (empez¨® a publicar en los a?os 90) pero ya notable (tiene una docena de novelas, entre ellas Perros y lobos, la ¨²nica hasta ahora en Espa?a) y reconocida (nueve premios) producci¨®n de Le Corre es la inclinaci¨®n a ambientarla siempre en contextos convulsos. ¡°El desorden cuestiona, sea el equilibrio o el desequilibrio, sacude siempre el orden social; aunque fracase, abre posibilidades, al menos¡±, asegura antes de citar a Albert Camus como uno de sus credos: ¡°Vino a decir que es preferible el desorden a la injusticia; no veremos hoy un episodio como La Comuna, pero s¨ª muchas revueltas muy violentas, aunque sin proyecto pol¨ªtico preciso¡±. ?Y los sucesos de los chalecos amarillos? ¡°Es m¨¢s una lucha concreta por unos intereses, no veo ah¨ª un proyecto pol¨ªtico capaz de transformar el mundo¡±.
Otra predilecci¨®n de este antiguo profesor universitario de franc¨¦s es su elecci¨®n de protagonistas que han perdido de antemano, desencantados, pero que quieren seguir luchando. ¡°Todos mis personajes son siempre perdedores porque pertenecen a la clase popular y ya solo por eso est¨¢n condenados a perder. ?Que por qu¨¦ luchan? Porque es necesario: quiz¨¢ est¨¦s perdiendo el partido, pero este sigue, no se ha acabado, y si contin¨²as luchando, igual marcas un gol¡±. Las propuestas de los comuneros (parvularios para hijos de trabajadoras; autogesti¨®n de f¨¢bricas, fijaci¨®n de jornada laboral sensata, mayor papel de la mujer¡) siguen, mayormente, sin estar resueltas. ¡°Plantaron una semilla que a¨²n ha de crecer, pero tuvieron much¨ªsima intuici¨®n pol¨ªtica y supieron articular el proyecto revolucionario con la vida cotidiana de la gente, con sus necesidades del d¨ªa a d¨ªa, fueron capaces de contactar con la gente de a pie, algo que hoy no se da mucho en pol¨ªtica; fue un proyecto bonito aunque acabara en tr¨¢gica hecatombe¡±.
Justicia y convicciones
En ese contexto, Antoine Roques se empe?a en aplicar justicia y defender unas convicciones morales en pleno derrumbe de un mundo, como hacen el Martin Bora o el Bernie Gunther de Ben Pastor y Philip Kerr en la Alemania nazi y la Segunda Guerra Mundial. ¡°Con el proceso revolucionario, todo el aparato policial y judicial se fue a Versalles; entonces los comuneros crearon en cada distrito clubs de trabajadores que eligieron a comisarios policiales, delegados de seguridad les llamaron; yo hab¨ªa imaginado un polic¨ªa as¨ª y descubr¨ª en actas de la ¨¦poca que existieron; no he tenido que inventar demasiado¡±, dice sobre un personaje, un encuadernador, cuyo comportamiento ¡°no es de valent¨ªa, es una actitud moral; su combate es fruto de una postura que fue la misma que la de La Comuna, a pesar de que sab¨ªan que iban al desastre¡±.
¡°El p¨²blico va m¨¢s a buscar el thriller de emociones fuertes, asesinos monstruosos o detectives estrafalarios y una polic¨ªa idealizada, abandonando la realidad cotidiana (...) yo prefiero moverme entre la violencia y la incertidumbre
La voluntad literaria de Le Corre, notable en las descripciones (¡°me gusta, en las pausas de acci¨®n, describir, hacer pausas, crear espacios de quietud dentro de la inquietud, quiz¨¢ para reforzarla¡±), recuerda al ritmo cadencioso de las novelas del XIX, regusto al que no es ajeno la voluntad de redenci¨®n de alg¨²n personaje, como el cochero Clovis. ¡°Es el m¨¢s interesante para m¨ª; lo pens¨¦ r¨²stico, bestial, sin alma ni escr¨²pulos, pero tengo un defecto como novelista: cuando tengo personajes en la parte m¨¢s baja de la dignidad humana me veo impelido a hacerlos remontar moralmente¡±, y cita la famosa escena de Los miserables de V¨ªctor Hugo, en la que un obispo miente a la polic¨ªa para exonerar a Jean Valjean de haberle robado unos candelabros: ¡°Ah¨ª gira el protagonista y se da cuenta de que puede haber buena gente en el mundo¡±.
Con ideas y tem¨¢ticas as¨ª, y una lectura inici¨¢tica en el noir con Jean-Patrick Manchette, uno de los paradigmas del g¨¦nero como palanca de cr¨ªtica social, no es de extra?ar que se sienta m¨¢s c¨®modo en la novela negra que en la policiaca, aunque triunfe esta ¨²ltima. ¡°El p¨²blico va m¨¢s a buscar el thriller de emociones fuertes, asesinos monstruosos o detectives estrafalarios y una polic¨ªa idealizada, abandonando la realidad cotidiana; el lector prefiere una intriga simplista m¨¢s que tramas que interpelan a nuestra sociedad; yo prefiero moverme entre la violencia y la incertidumbre¡±. F¨ªsica y moral. En Bajo las llamas, el joven sargento Bellec suelta ante el desastre final: ¡°No s¨¦ muy bien qui¨¦n se acordar¨¢ de nosotros. ?Quiz¨¢ los que nos quieren?¡±; y su teniente le responde: ¡°?Entonces estamos aviados!¡±. Le Corre es de los que siempre se acuerdan de personas de este fuste.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.