Cuerpo, feminicidio y estilo: la revoluci¨®n que llega a la novela negra
Desde la Am¨¦rica profunda o una barriada bonaerense, varias autoras con nuevos lenguajes cambian el discurso cl¨¢sico de la ficci¨®n criminal


Permeable y cambiante como pocos, el g¨¦nero negro ha ido invadiendo otras narrativas, se ha alimentado de otras influencias, ha colonizado y se ha dejado colonizar por otros espacios, se ha te?ido de otros colores. Buena muestra de este proceso es el festival BCNegra, que se ha celebrado hasta el domingo en Barcelona y que ha citado a voces como Dolores Reyes, Bonnie Jo Campbell o M¨®nica Ojeda, escritoras que han abordado el crimen desde territorios donde la virulencia del lenguaje de la violencia es habitual, desde literaturas que transgreden, denuncian, incomodan y en las que el cuerpo femenino ha dejado de ser un objeto. ¡°Ha habido un cambio de foco al narrar. Clar¨ªsimo. En el policial tradicional hay cuerpos de mujeres violentadas todo el rato. Ahora narramos con nuestras voces. Seguro que hay a quien le incomoda que lo contemos desde otro lado. Es un estilo que interpela¡±, explica a este diario Reyes (Buenos Aires, 41 a?os), quien con su primera novela, Cometierra (Sigilo), ha generado un peque?o terremoto dentro y fuera del g¨¦nero negro. En ella, la protagonista es una chica de una barriada del Gran Buenos Aires que resuelve cr¨ªmenes feminicidas tragando la tierra en la que viv¨ªan las v¨ªctimas, un presupuesto que se dota de verosimilitud gracias al poder del lenguaje. ¡°La materia prima de todo est¨¢ en lo que escucho y observo en el colegio en el que trabajo, a 150 metros del cementerio Pablo Podesta, donde hay enterradas v¨ªctimas de feminicidio. Ha habido muchas correcciones para limar y llegar a un lenguaje como el de los j¨®venes de all¨ª, directo y al pie¡±, resume.
La violencia es sustrato com¨²n en estas escritoras, pero ninguna se regodea, hay m¨¢s tensi¨®n en lo no dicho, en lo no visto, que en lo explicitado. ¡°Para las mujeres, la barriada peligrosa es el mundo entero. Eso que vimos de lejos en 2666 se nos ha ca¨ªdo encima a toda Am¨¦rica¡±, avisa Reyes. ¡°Las escenas de violaci¨®n contienen tanta violencia que se pueden desmadrar si el autor no lucha por mantenerlas dentro de lo plausible. Si te recreas lo conviertes en pornograf¨ªa, que a su vez es una forma de melodrama. La violencia y la injusticia pueden apoderarse de la historia y llevar al lector a buscar soluciones que no tengo¡±, asegura a EL PA?S Joe Campbell (Kalamazoo, Michigan, 57 a?os) sobre su novela ?rase una vez un r¨ªo (Dirty Works), en la que su joven protagonista, h¨¢bil con el rifle pero inexperta en todo lo dem¨¢s, sufre dos violaciones descritas en un suspiro, en menos de un p¨¢rrafo, y lucha y sobrevive gracias a su conexi¨®n con la naturaleza.
Su lenguaje tiene tambi¨¦n una fuerte carga po¨¦tica, como se ve en la novela de M¨®nica Ojeda Mand¨ªbula (Candaya). ¡°La historia es una excusa para buscar una expresi¨®n po¨¦tica en el lenguaje. Empec¨¦ a escribir poes¨ªa mucho despu¨¦s que la narrativa, pero en mi narrativa tambi¨¦n hay poes¨ªa¡±, comenta la autora ecuatoriana. Ojeda, (Guayaquil, 31 a?os) narra en Mand¨ªbula la vida de unas adolescentes de clase alta, c¨®mo se desean, se agreden y manipulan, c¨®mo se destruyen. Y lo hace desde un presupuesto criminal: en la primera escena, una de ellas est¨¢ secuestrada por una profesora en una caba?a, una excusa para desplegar despu¨¦s todo un estilo. ¡°El qu¨¦ es un desaf¨ªo menor. Todos contamos historias continuamente. Siguiendo a Lovecraft, lo importante es la atm¨®sfera y eso en una novela es el lenguaje¡±, incide.
Los cuerpos de las protagonistas de las ficciones de estas autoras, de sus v¨ªctimas y victimarias han abandonado el clich¨¦. ¡°Es la reinvindicaci¨®n de algo que ha estado desprestigiado mucho tiempo. El cuerpo es algo que siente la violencia del mundo. En el cuerpo habita el dolor, pero tambi¨¦n el amor y la ternura. Se ve a la v¨ªctima no solo como sujeto pasivo sino como un agente activo que tambi¨¦n puede hacer da?o. As¨ª se enriquece¡±, explica Ojeda.
La estructura cl¨¢sica tampoco vale. Los poderes se han subvertido. En la Am¨¦rica profunda y rural de Kalamazoo, los personajes de Campbell se manejan como pueden, lejos de la autoridad; Cometierra sabe que en el mejor de los casos la polic¨ªa corrupta no ir¨¢ por su barrio a cobrar la coima; la violencia de las adolescentes de Mand¨ªbula se da en un espacio ¨ªntimo, nadie investiga, no hay nada que resolver, no hay una verdad a la que llegar. ¡°Estudi¨¦ matem¨¢ticas y tengo un m¨¢ster en esa materia. Es ah¨ª donde encuentro verdad absoluta y certidumbre¡±, asegura Campbell.
Para las mujeres, la barriada peligrosa es el mundo entero Dolores Reyes
Es cierto que el movimiento es de largo aliento y que esto es solo un reflejo, que Armon¨ªa Somers ya estaba en los a?os cincuenta del pasado siglo escribiendo historias crudas y con desparpajo desde una ¨®ptica feminista, que fuera de la ficci¨®n hay piezas referenciales como Chicas muertas, de Selva Almada, o que la cosecha es fecunda all¨ª donde se mire, por ejemplo a Gabi Cabez¨®n C¨¢mara y su Beya, como recuerdan las autoras en distintas conversaciones para este reportaje. Entonces, ?Por qu¨¦ se le da importancia ahora? ¡°Por aburrimiento. En Europa y en el norte en general hay un cansancio y la periferia estaba ah¨ª, ignorada durante mucho tiempo. En ese sentido no somos nada originales. Lo nuevo es el inter¨¦s, provocado tambi¨¦n por el efecto del feminismo¡±, responde Ojeda. Por aburrimiento, o por lo la raz¨®n sea, una persistente gota empapa el tejido del g¨¦nero negro y est¨¢ cambiando su discurso, desde la periferia, para siempre.
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