George Steiner, esa hermosa huella
El fil¨®sofo, abatido con las ¨²ltimas noticias de Europa, concedi¨® a su amigo Nuccio Ordine una entrevista p¨®stuma
Cuando se public¨® que George Steiner (Par¨ªs, 1929-Cambridge, 2020) hab¨ªa muerto, los correos cibern¨¦ticos que ¨¦l prefer¨ªa no frecuentar expidieron billetes de lectores desolados. Un poeta de Tenerife, ?lvaro Marcos, dijo por wasap: ¡°Mi primera decisi¨®n al hacer la maleta es despejar la inc¨®gnita de qu¨¦ libro de Steiner viajar¨¢ conmigo. El cartero actual trae la noticia de que Steiner ya no est¨¢ con nosotros. Europa es un poco menos Europa sin ¨¦l. Qu¨¦ triste despedida deja esa hermosa huella¡±. Jorge Mart¨ªnez Reverte, novelista, columnista en este peri¨®dico, dej¨® en el mail esta frase: ¡°Qu¨¦ pena. Cu¨¢ntas horas he pasado al abrigo de uno solo de sus p¨¢rrafos¡±.
Lector de cl¨¢sicos como Steiner, disc¨ªpulo suyo, uno de los primeros europeos que supo de su muerte aquel mediod¨ªa del ¨²ltimo martes, Nuccio Ordine, dijo en un mensaje de tel¨¦fono: ¡°Ha muerto Giorgio Steiner. Ma?ana publico su entrevista p¨®stuma¡±. La publicaron en Europa el Corriere della Sera y EL PA?S. La fueron haciendo el autor de La utilidad de lo in¨²til (Acantilado)?y el reci¨¦n fallecido fil¨®sofo europeo de la lectura desde 2014, cuando Steiner, vencido por el cansancio, le dijo a su amigo y disc¨ªpulo italiano que esa entrevista que iban haciendo en persona ya tendr¨ªa que ser publicada al d¨ªa despu¨¦s de su muerte, cuando ¨¦sta ocurriera. Al d¨ªa siguiente a Ordine lo invest¨ªan doctor honoris causa en la Universidad de Lovaina y la entrevista ve¨ªa la luz cuando ya era final y pasado la ¨²ltima vez de Steiner en la historia de la sabidur¨ªa en el siglo XX. El profesor italiano le dedic¨® a su maestro el honor belga.
A Ordine le hab¨ªa impresionado el tono de la llamada final de su amigo, el s¨¢bado ¨²ltimo, desde Cambridge. En medio de aquella casa ordenada, repleta de libros que ya iban a ser la ¨²ltima visi¨®n de sus pen¨²ltimas alegr¨ªas o desolaciones, junto al piano de Darwin, al lado del jard¨ªn que parec¨ªa una cr¨®nica final de sus inviernos, Steiner fue el europeo abatido de los ¨²ltimos a?os. Consciente desde la ni?ez de que la destrucci¨®n de Europa, a manos de los nazis, volv¨ªa a ser posible ahora por el mismo aliento miserable del fascismo que sobrevive, Steiner se llevaba consigo esa tristeza que estaba en su voz, en el ¨²ltimo suspiro de su amistad y en las noticias recientes sobre el continente que am¨®. ¡°Contigo¡±, le dijo a Ordine, ¡°todo ha sido posible, sin ti ahora todo deviene triste¡±. Esa tristeza era lo que se llevaba consigo, precisamente en el tiempo en que la Inglaterra que lo rechaz¨® y al final lo recogi¨® como uno de sus sabios abandonaba el seno de una Europa que fue la se?al de luz que Steiner le deseaba al continente. Era un adi¨®s en todos los idiomas de Steiner dicho al o¨ªdo de un profesor italiano.
Esa entrevista fue la despedida que hizo George Steiner de s¨ª mismo, como se despedir¨ªan de ¨¦l en toda Europa lectores de sus huellas. Era, le dec¨ªa Steiner a Ordine, la manera de hacer ¡°de los recuerdos del pasado¡± el ¡°¨²nico y verdadero futuro interior¡±. El futuro, cuando se cuenta como posibilidad, suele ser una manera ins¨®lita de ver con claridad que se puede repetir el fracaso con el que la vida marc¨® la existencia propia. A Steiner, como a gran parte de los europeos de su edad, y no tan solo jud¨ªos, la vida se la partieron el nazismo y los fascismos. Esa deshumanizaci¨®n que ensombreci¨® tantas biograf¨ªas fue la difusa amenaza que sigui¨® sobre el continente. Ahora que se desped¨ªa, dice Ordine, no extra?a que evocara lo que pas¨® en sus a?os j¨®venes y parec¨ªa suceder de nuevo: entonces y ahora tantos intelectuales refinados cerraron y cierran los ojos ¡°a la propagaci¨®n de la barbarie¡±.
Frente a esa evidencia de que el mundo se apresta a acelerar sus errores, Steiner no apelaba a la pena o a la rabia, sino a la inteligencia, a ¡°la funci¨®n educativa¡± de la historia. La cultura, recuerda Nuccio Ordine las ¨²ltimas reclamaciones de su maestro, no mostr¨® nunca la fuerza de confrontar ¡°esta deshumanizaci¨®n difusa¡± que es la sustancia que ahora marca la lenta reproducci¨®n de una barbarie a la que no es ajena la adolescencia pol¨ªtica que padece el continente.
Los cl¨¢sicos ten¨ªan el poder de pesar sobre el suelo de un continente tan aliviado de pensamiento, se?alaba Steiner, ¡°apasionado defensor de las paradojas y las contradicciones¡±, nutriente, seg¨²n Ordine, de su pensamiento y trasfondo de la naturaleza filos¨®fica de su tristeza y de la lucidez de su huella. Muri¨® un cl¨¢sico. Es imposible apagar su luz.
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