Buck ya lee los peri¨®dicos

Existe m¨¢s de media docena de pel¨ªculas y series inspiradas en el cl¨¢sico de Jack London La llamada de la selva, incluida una versi¨®n muda de 1923 producida por Hal Roach con un precioso cartel en el que se ve al perro Buck aullando en medio de la nieve, o la de William Wellman y Clark Gable de 1935. Lo cierto es que la historia de este perro de 60 kilos, hijo de un enorme san bernardo y una pastora escocesa, ha sido un relato de cabecera para millones de ni?os y j¨®venes que han encontrado en este animal bueno y luchador una puerta que no se agota para comprender el instinto por lo primitivo.

Desde la primera frase de la novela (¡°Buck no le¨ªa peri¨®dicos¡±), London nos indica que al menos hay una cualidad humana que aquel gigante compa?ero no pose¨ªa. Un detalle que con la nueva raza perruno-digital hasta podr¨ªa parecer subsanado. En manos de las nuevas tecnolog¨ªas, Buck resulta un perro tan expresivo como (a veces) artificioso. Programado para competir con cualquier reparto. Incluso con veteranos como Harrison Ford, uno de esos actores que funciona a la perfecci¨®n en una pel¨ªcula familiar como esta y que aqu¨ª aguanta el tipo como el bueno de John Thornton, ¨²ltimo v¨ªnculo de Buck con los hombres antes de unirse para siempre al canto de la manada.

Pero la estrella, casi m¨¢s que el hombre y el semiperro, son unos efectos especiales capaces de pervertir esta aventura del norte hasta convertirla en un parque de atracciones dedicado a Jack London: con las carreras de trineos o las bajadas en canoa hasta se podr¨ªa reclamar un cintur¨®n de seguridad en la butaca.