?Qui¨¦n manda en el mundo del arte?
Ocho destacadas personalidades del sector reflexionan sobre los mecanismos que mueven el mercado
La celebraci¨®n de Arco, la feria especializada m¨¢s importante en Espa?a supone una buena ocasi¨®n para abrir un debate sobre qui¨¦n ostenta el poder dentro de este sector. ?Priman las ideas o el dinero? ?Son m¨¢s relevantes los artistas o los coleccionistas? ?Cu¨¢l es la influencia que ejercen las instituciones??
El poder de la resistenciaDaniel Garc¨ªa And¨²jar. Artista
El mundo del arte es un complejo sistema con multitud de capas, estructuras, redes formales y lenguajes. Se ha construido sobre siglos de poder de la clase dominante. Es una econom¨ªa simb¨®lica que opera con la moneda cambiante del prestigio y el capital cultural. Aun as¨ª, nadie en particu?lar detenta, ahora mismo, el poder de control del sistema. Est¨¢ distribuido bajo una forma cada vez m¨¢s intangible del poscapitalismo global ¡ª?cuya alienaci¨®n acelerada del mundo elimina el arte¡ª. Hacer arte es la forma m¨¢s libre de trabajo humano, pero tiene un coste enorme en t¨¦rminos de sacrificio y rendici¨®n. Los artistas, a menudo, entregamos nuestra autonom¨ªa a cambio de acceso a un costoso sistema de admisi¨®n que se basa en el abandono sistem¨¢tico de tal inocencia. La b¨²squeda de alg¨²n significado trascendente en nuestro trabajo se enfrenta a paradojas como la de que la mayor¨ªa de los artistas profesionales se ven obligados a vigilar el mercado, les guste o no, o responden a la obligaci¨®n t¨¢cita de tener que enmarcar su trabajo dentro de un lenguaje cr¨ªtico reconocido institucionalmente. La parcela particular de poder que corresponde al artista no est¨¢ en el mercado o en el reconocimiento institucional. Se fundamenta en el desarrollo de una pr¨¢ctica art¨ªstica transformadora e inconformista, verdadera muestra de resistencia a un modelo impuesto que pretende mantenerse con obstinaci¨®n en un espacio de relaciones jerarquizado, difuso, globalizado y estandarizado, produciendo las obras que son interpretadas, exhibidas o comercializadas dentro de una estructura discursiva. Ah¨ª es donde reside el poder ideol¨®gico real.
Los hilos del dinero?lex Nogueras y Rebeca Blanchard. Galeristas
A pesar de las personas o entidades que puedan aparecer en la lista anual Power 100 de la revista ArtReview, el que realmente mueve los hilos del mundo del arte es el dinero. En una ¨¦poca de capitalismo salvaje, el arte est¨¢ siendo mercantilizado (de hecho, la palabra inglesa se ajusta mejor: commodified). El dinero instant¨¢neamente desactiva cualquier intenci¨®n transformadora y radical del arte, y el mercado literalmente absorbe y subvierte cualquier intento revolucionario. Sobre todo en un momento como el actual, en que la obra de arte es comunicada y tiene m¨¢xima visibilidad en el mismo momento de ser creada, perdiendo la necesaria distancia para la reflexi¨®n y sin disponer del tiempo para asumir un discurso. Aun as¨ª, el mercado est¨¢ controlando los eventos m¨¢s influyentes del mundo del arte, creando confusi¨®n en la forma en que percibimos ferias, bienales y exposiciones en los grandes museos. La infrafinanciaci¨®n de estos lugares p¨²blicos ha sido utilizada por las grandes corporaciones del arte para influir en programaciones. Los comisarios se enfrentan al dilema de decidir qu¨¦ artistas escogen, si priorizan a los que vienen con la financiaci¨®n puesta o a los que de verdad les interesan. La captaci¨®n de fondos se ha convertido en una necesidad por parte de las instituciones y muchas veces eso puede comprometer el programa. Por otro lado, el establishment alimenta esta coyuntura, con el que sale muy barato crear valor a?adido y, por ende, grandes ganancias. Todos somos c¨®mplices de esa estructura amoral y sin regulaci¨®n legal, y por ello la respuesta a qui¨¦n manda en el mundo del arte solo puede ser una.
Es el mercado, est¨²pidosRosa Olivares. Cr¨ªtica de arte y directora del proyecto editorial 'Exit'
Como dir¨ªa Augusto Monterroso, voy a ser breve: en el mundo del arte manda el dinero. ?Qui¨¦n manda en la pol¨ªtica? El dinero. ?Qui¨¦n manda en el deporte? El dinero. Pensar que en el mundo de la cultura es diferente no es un tema de romanticismo, sino de ceguera o de ignorancia. La calidad del artista, la inteligencia del comisario o del te¨®rico (?ojo!, son dos cosas muy distintas), la excelencia de la galer¨ªa¡, todo eso y mucho m¨¢s no brilla sin el dinero. Sin el dinero del coleccionista o de las instituciones, ning¨²n artista va a aparecer en las grandes exposiciones ni va a ser adquirido por los museos. Es el dinero. ¡°Es el mercado, est¨²pidos¡±. Esto no va de sensibilidad, ni de inteligencia, ni de experiencia; esto va de pasta. Por eso a nadie le preocupa la ignorancia de los comisarios, ni el funcionamiento de los museos, ni el cuidado de los artistas, ni la ense?anza del arte, ni la cultura en general, y mucho menos el arte actual en particular. El soporte del arte, y de la cultura en general, siempre ha venido desde el poder; es decir, desde el dinero: la Iglesia, la nobleza, las monarqu¨ªas y las grandes casas reales, la alta burgues¨ªa, los ricos coleccionistas individuales que dan paso a las corporaciones financieras¡ Naturalmente, ese otro poder de definir l¨ªneas art¨ªsticas, adem¨¢s del mercado, lo siguen teniendo algunos directores de museos, pocos y muy influenciados por los mercados y por los intereses personales y privados. Todos los dem¨¢s somos actores de una comedia bufa a la que el p¨²blico ya le ha vuelto la espalda.
La honestidad del artistaHans Ulrich Obrich. Comisario y director art¨ªstico de la Serpentine Gallery de Londres
El poder siempre est¨¢ con los artistas. Pese a los picos de protagonismo e influencia de los diferentes agentes del sistema del arte, los artistas est¨¢n en el centro. En un momento como el actual, de peligro ecol¨®gico real, somos muchos los que buscamos en los artistas c¨®mo dar forma al futuro. Pienso en el artista Gustav Metzger, por ejemplo, fallecido hace unos meses. Desde su pr¨¢ctica, hizo un llamamiento al mundo del arte para que despertara ante la amenaza de la destrucci¨®n del planeta. Nos ha inspirado a colocar la ecolog¨ªa en el coraz¨®n de todo lo que hacemos como profesionales del campo del arte. Como comisarios, directores de museos, cr¨ªticos de arte o mediadores, nuestro papel es expandir la influencia de los artistas. Cualquier forma de arte es, a menudo, sobre el poder de conectar cosas aparentemente inconexas. Las instituciones art¨ªsticas pueden ser una buena herramienta para ello, para unir geograf¨ªas, ideas y formas de vida. Cuando hacen uso de su poder como plataformas para el pensamiento, los problemas m¨¢s graves del mundo pueden entenderse con honestidad y esperanza. Ah¨ª hay otra idea clave: eso no pasa sin generosidad, que es el medio del siglo XXI. M¨¢s all¨¢ de nombres y de listas, ah¨ª est¨¢ el verdadero poder. Eso debe mandar por encima de todas las cosas.
El eje patriarcalManuela Moscoso. Comisaria de la Bienal de Liverpool 2020
El poder de este mundo se genera a trav¨¦s de un c¨²mulo de alianzas, mientras que su fortaleza est¨¢ dada por el poder de legitimaci¨®n que tiene el consenso colectivo al definir si algo est¨¢ bien, es sobresaliente o vale la pena dentro del contexto actual. Estos consensos se construyen por efecto de la circulaci¨®n, diseminaci¨®n y distribuci¨®n de pr¨¢cticas facilitadas por una combinaci¨®n de contactos, trabajo, dinero y, a menudo, privilegios asociados con clases sociales particulares y asentadas en geopol¨ªticas occidentales. Es una cuesti¨®n compleja. Afortunadamente, el mundo del arte tambi¨¦n es un sistema no estable y tiene la capacidad de generar autocr¨ªtica y resistir frente a los mandatos convencionales que est¨¢n asociados a econom¨ªas del poder. El arte es, a fin de cuentas, experiencias, proposiciones, posiciones est¨¦ticas de estar en el mundo, como historia y como futuro. Conozco a muchos profesionales que, desde sus propias pr¨¢cticas de trabajo, ejercen contrapuntos, desaf¨ªan el statu quo y promueven contaminantes productivos e imprevisibles, capaces de hacernos pensar de diferente manera, experimentar formas de existencia que no conoc¨ªamos o conectar la experiencia cotidiana con historias y microhistorias aparentemente absurdas. Y esto es maravilloso. No obstante, tambi¨¦n hay que decir que el arte como sistema se funda bajo un orden tremendamente patriarcal, normativo y colonial, que hoy en d¨ªa a¨²n sustenta, promueve y corteja a quienes al momento de trabajar y de operar en el mundo conservan ese mismo viejo orden patriarcal, normativo y colonial.
En busca del antagonismoPaul B. Preciado. Fil¨®sofo asociado al Centro Pompidou de Par¨ªs
Los malos entendidos surgen de una falsa idealizaci¨®n del arte y del genio art¨ªstico como universos aut¨®nomos, separados de los ¨®rdenes pol¨ªticos o sociales. La producci¨®n art¨ªstica contempor¨¢nea est¨¢ inserta dentro del r¨¦gimen patriarcocolonial, del mercado capitalista y del entramado institucional de los distintos contextos sociales y pol¨ªticos donde circula, tanto democr¨¢ticos como claramente autoritarios. Preguntar qui¨¦n manda en el mundo del arte ser¨ªa algo as¨ª como preguntar qui¨¦n manda en el mundo del autom¨®vil: tendr¨ªamos que explorar los circuitos de producci¨®n-distribuci¨®n-consumo-cr¨ªtica de las industrias culturales, las distintas regulaciones gubernamentales, los p¨²blicos y sus pr¨¢cticas sociales y cr¨ªticas. Creo que la cuesti¨®n es m¨¢s bien c¨®mo crear procesos antagonistas, c¨®mo despatriarcalizar y descolonizar la instituci¨®n y la narraci¨®n dominante de la historia del arte, c¨®mo distribuir agencia. El problema con los movimientos de cr¨ªtica que surgen dentro del arte es que su fuerza de transformaci¨®n es absorbida tanto por la narraci¨®n hegem¨®nica como por la instituci¨®n y el mercado, y transformada en un ¡°estilo¡± m¨¢s. Esto es lo que est¨¢ sucediendo con la ¡°moda¡± de las exposiciones feministas, o sobre el ¡°g¨¦nero¡± con los artistas del ¡°sur global¡± o con el artivismo.
Cuesti¨®n de clasesHelena Cabello y Ana Carceller. Artistas
Parece una pregunta compleja, pero por desgracia no lo es tanto. Fundamentalmente, en el arte el poder sigue siendo una cuesti¨®n de clase, social y econ¨®mica. Se detenta a trav¨¦s de grupos de presi¨®n integrados por asesores, galeristas, empresarios, gestores y/o artistas pertenecientes, habitualmente por lazos familiares, a las ¨¦lites. En estos grupos se involucra tambi¨¦n a menudo a otros agentes, necesarios para la renovaci¨®n conceptual; sirven para aportar un poco de riesgo, pero sin pasarse. A diferencia de otras manifestaciones culturales, la manera en la que se comercializa, gestiona y presenta la producci¨®n art¨ªstica beneficia particularmente a esas ¨¦lites y a su entorno. El resto de la sociedad apenas tiene voz. Lo m¨¢s interesante de esta pregunta es que parte de un singular. No pregunta qui¨¦nes sino qui¨¦n, porque, en el fondo, quien pregunta posiblemente sospecha que no son tantos los implicados. Ser¨ªa f¨¢cil dar una respuesta huidiza y evadirse con abstracciones estructurales, pero lo que hemos visto a lo largo de este tiempo es c¨®mo esas clases dominantes, m¨¢s cohesionadas en sus intereses de lo que ser¨ªa deseable en sociedades que se dicen democr¨¢ticas, iban imponiendo su criterio en distintos ¨¢mbitos de la gesti¨®n de la memoria art¨ªstica colectiva. Su presencia descompensada en patronatos de museos, gestionados en su mayor¨ªa con dinero p¨²blico, es solo la punta del iceberg. El ejemplo m¨¢s visible que evidencia cu¨¢n preocupados est¨¢n por convertir sus intereses particulares en canon, por suplantar a la colectividad.
La pregunta genuinaEstrella de Diego. Catedr¨¢tica y acad¨¦mica de la Real Academia de San Fernando
Los warbugrianos del instituto londinense, siguiendo la estela de su inventor ¡ªel autor del Atlas Mnemosyne, Aby Warburg¡ª, hablaban de ¡°la pregunta genuina¡±, aquella ¨²nica y capaz de contestar lo relevante sobre una cuesti¨®n concreta. Encontrar esa ¡°pregunta genuina¡±, dec¨ªan, era tener una respuesta brillante, porque proponer una buena pregunta es mucho m¨¢s complejo que contestarla. Personalmente no estoy tan segura que la pregunta ¡°qui¨¦n manda en el mundo del arte¡± ¡ªo qu¨¦ manda¡ª sea la ¡°genuina¡±, la que podr¨ªa contribuir a desentra?ar lo inquietante de un territorio plagado de deslizamientos y personajes en aparente tr¨¢nsito. Pese a todo, esa pregunta ret¨®rica a veces sobrevuela las conversaciones. El dinero en todas sus acepciones, desde corporaciones multinacionales hasta influencers y redes a sueldo indirecto o directo del dinero, pasando por comisarixs estrella, directorxs de grandes museos, colecciones importantes, jurados de premios internacionales y galeristas pujantes que ahora regentan galer¨ªas-museos suele ser una de las respuestas favoritas. Era lo que se preguntaba Martha Rosler en su texto de 1979 sobre mirones y compradores: ese dinero en su propia arena es imbatible, reflexionaba. En todo caso, decir que lo que manda en el mundo del arte es el dinero es decir lo obvio, porque ha sido as¨ª desde los M¨¦dici y los encargos papales. Adem¨¢s, el dinero suele extender sus tent¨¢culos a la escena art¨ªstica desde lugares menos visibles. No s¨¦ qui¨¦n manda en el mundo del arte y, sobre todo, si sirve de algo saberlo m¨¢s all¨¢ de los discursos que se genere.
Pr¨¢cticas indomables. Marta Gili. Comisaria
El mundo del arte es muy amplio y heterog¨¦neo. El tema de mandar, es decir, de gobernar a un grupo de subordinados, me parece que, por definici¨®n, no se puede aplicar en la creaci¨®n art¨ªstica, lugar por definici¨®n de libertad de pensamiento y de expresi¨®n. Otra cosa es quien pretende controlar o prescribir en estos espacios, que por supuesto se da muy a menudo. Pero afortunadamente, existen todav¨ªa algunas pr¨¢cticas art¨ªsticas indomables, desde la literatura a las artes visuales, el dise?o o la arquitectura, por ejemplo, que se inscriben en periferias y entrecruces, desde lo po¨¦tico a lo pol¨ªtico, raramente sometidas a tendencias establecidas. El rol de las instituciones y de los comisariados ser¨ªa dar visibilidad y contexto, efectivamente, a esas pr¨¢cticas art¨ªsticas que se encuentran fuera de los circuitos del mainstream y que analizan e investigan el mundo por medio de dispositivos que configuran un sentido de la vida vivida y que nos permitan experimentar y percibir nuestro entorno de otro modo.
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