Abel Ferrara lleva la locura a la Berlinale

Abel Ferrara vuelve a sus infiernos. Tras d¨¦cadas mostrando los miedos del ser humano a trav¨¦s de todo tipo de personajes, el neoyorquino afincado en Roma ha decidido que para miserias y podredumbres morales, las suyas. Y para ello vuelve a recurrir a Willem Dafoe, con el que ha trabajado en media docena de largometrajes y ha protagonizado sus tres ¨²ltimos filmes de ficci¨®n. Dafoe se ha convertido en su ¨¢lter ego, como antes lo fueron Christopher Walken y Harvey Keitel, pero en su etapa personal. Y podr¨ªa considerarse Tommaso (2019) como la puerta de entrada a Siberia, que concursa en la Berlinale. Si en una el protagonista es un director de cine estadounidense que vive en la capital italiana con estallidos de celos, incomprensi¨®n y dolor, en Siberia la acci¨®n ya transcurre directamente en los recodos de la psique humana, en el cerebro y en el alma del personaje de Dafoe.

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El t¨ªtulo es tan solo, eso, un t¨ªtulo. "No s¨¦ exactamente c¨®mo apareci¨® ni a qui¨¦n se le ocurri¨®", recordaba Ferrara ante la prensa. "Pero s¨ª puedo decir que para un estadounidense, Siberia significa soledad, exilio, fr¨ªo... Es un lugar ex¨®tico y casi m¨¢gico". Por eso, considera, no se sabe d¨®nde se desarrolla la pel¨ªcula. "Esta vez no improvisamos como en Tommaso, sino que seguimos el plan de nieve, desierto, paisaje y vuelta a la nieve", recuerda de un rodaje que le llev¨® por Italia, M¨¦xico y Alemania. En pantalla no importa, efectivamente el terreno, sino si el espectador se siente atrapado por la propuesta, realzada en el montaje, de esa espiral de locura, de sentimientos y dudas existenciales. Puede que esta sea la pel¨ªcula m¨¢s loca -en el sentido estricto de la palabra- de Ferrara, ya de por s¨ª un cineasta amantes de estos recovecos.

A Ferrara le encanta evadirse de las preguntas. Si puede, pide a Dafoe o a otro miembro del equipo que las responda por ¨¦l, que luego ya lo completar¨¢ en su intervenci¨®n posterior... algo que nunca ocurre. Y puesto entre la espada y la pared, el neoyorquino se rebela: "Yo no divido la pel¨ªcula en im¨¢genes, palabras, m¨²sica, sonidos... Trabajo con todo unido, son elementos que manejo a la vez". Con ellos crea un mundo en el que ni siquiera los personajes se entienden entre s¨ª -"por eso no se subtitulan los di¨¢logos que no son en ingl¨¦s, porque el personaje de Willem tampoco saben qu¨¦ dicen"- con la ulterior intenci¨®n de que s¨ª se llegue a un final: el doble que habita al lado del original, las luces y las sombras, la raz¨®n y la locura, alguien que comprende y alguien que no. "Comenc¨¦ el proyecto con esa idea del doble, que me atra¨ªa mucho, el sumergirme en ese concepto de alguien como t¨² haciendo algo alejado de ti. Por suerte, este material que desde luego no estaba preparado para las t¨ªpicas reuniones ni ten¨ªa un formato est¨¢ndar fue entendido por los productores. Tanto ellos como el equipo art¨ªstico hemos trabajado como un grupo, como una familia, y as¨ª es como estos proyectos salen adelante".

A su lado, Dafoe, siempre sonriente, entr¨® en m¨¢s matices: "A pesar de las ¨²ltimas pel¨ªculas que he rodado, no me atraen especialmente las cosas oscuras... pero s¨ª me interesan el material que me supone riesgo, que sea complejo, porque solo de ¨¦l puedes aprender y ser transformado. ?Cu¨¢nto hay de m¨ª en un personaje? Yo solo una extensi¨®n de lo que me piden. Para m¨ª la pel¨ªcula se hace en el rodaje, y Abel opina lo mismo".

En Siberia el personaje de Dafoe, Clint, que varias veces se desdobla en pantalla, busca en su aislamiento en el fr¨ªo la paz en su alma. Y no la encuentra por m¨¢s que viaje. As¨ª que afrontar¨¢ esos sentimientos que le torturan en una traves¨ªa interior. Baila con sus demonios, ahonda en su autoexploraci¨®n. Cuando Ferrara no quiso explicar la posible lectura pol¨ªtica de Siberia, el actor entr¨® al trapo: "Todo es pol¨ªtico. Cada cosa que se hace tiene una faceta pol¨ªtica".