Un caballo de Troya en ¡®Operaci¨®n Triunfo¡¯
Despu¨¦s de las pol¨¦micas protagonizadas por Cristina Morales y Elizabeth Duval, la charla feminista de Anna Pacheco en el programa fue una nueva infiltraci¨®n enemiga en las entra?as del sistema
En el invierno del a?o 2002, mientras nuestros padres tarareaban aquella angustiosa letan¨ªa de la conversi¨®n monetaria ¡ªseis?euros son 1.000 pesetas, seis euros son 1.000 pesetas¡ª, los adolescentes millennials, a¨²n libres de la etiqueta generacional que nos sentenciar¨ªa a la precariedad infantilizada, so?¨¢bamos con un futuro en el que todo era posible a trav¨¦s de la primera edici¨®n de Operaci¨®n Triunfo, aquel talent que convert¨ªa a obreros de la construcci¨®n en estrellas. Aunque presum¨ªamos de contar con un criterio musical muy refinado, soport¨¢bamos el refrito musical de cada gala sin demasiados aspavientos, y es que la m¨²sica era lo de menos: lo que quer¨ªamos, ahora que en nuestros bolsillos tintineaban monedas europeas, era deleitarnos con el milagro del ascenso social, porque el ¨¦xito de aquellos 16 chavales deb¨ªa vaticinar el nuestro.
Nos dimos de bruces con la crisis antes de que el show dejara de emitirse y cancelamos cualquier suerte de nostalgia. Durante el tiempo en el que encadenamos contratos de pr¨¢cticas o nos fuimos a aprender ingl¨¦s a las letrinas del Reino Unido, celebramos las ca¨ªdas en desgracia de los triunfitos y convertimos los n¨²meros m¨¢s emblem¨¢ticos de su primera edici¨®n en repertorio de karaoke, supongo que por venganza, pero luego pasaron los a?os, 15 a?os, exactamente, y con una nueva generaci¨®n ¡ªla Z¡ª etiquetada y lista para el consumo, el programa regres¨® a nuestras parrillas. Yo recib¨ª la noticia con indiferencia e intent¨¦ ignorar el fen¨®meno, pero al final no pude.
Era octubre de 2017 y viv¨ªa en Twitter, viendo c¨®mo el feminismo daba el salto de los m¨¢rgenes al debate p¨²blico de masas a la velocidad a la que sucede todo en el mundo cibern¨¦tico, y en aquel estado de estupor continuo, en mitad de aquella anomal¨ªa vuelta zeitgeist, no se pod¨ªa ignorar que las cuentas que conquistaban un TT diario para el activismo de g¨¦nero eran las mismas que viralizaban contenidos sobre los participantes del nuevo OT. Era como si nuestros soldados, en lugar de ojear el Marca cuando estaban fuera de servicio, descansaran la vista con el canal de YouTube del reality. As¨ª que, con la distancia antropol¨®gica con la que me permito incurrir en los placeres culpables, ca¨ª en el hype y comprob¨¦ que mi intuici¨®n era correcta, que el auge del feminismo en redes y el auge de OT no eran fen¨®menos meramente coet¨¢neos, sino simbi¨®ticos como el cl¨¢sico literario y su adaptaci¨®n abreviada para ni?os.
En estos momentos, ser escritora, joven y feminista funciona para infiltrarse en el sistema a cara descubierta
Mientras el mundo irreal de Twitter cuestionaba a la v¨ªctima de la Manada y se llenaba de testimonios de mujeres que tambi¨¦n hab¨ªan sido agredidas sin que mediara la palabra ¡°no¡±, en el mundo irreal de OT se defend¨ªan las axilas sin depilar y los trajes de dise?o en contra de la violencia machista. El activismo an¨®nimo hac¨ªa el trabajo de campo y el programa filtraba el discurso, lo estetizaba y encapsulaba para una audiencia que romp¨ªa r¨¦cords semanalmente, as¨ª que todas felices. Se asum¨ªa que la radicalidad se quedaba a las puertas, como esos concursantes con talento y sin carisma que no llegan al final del casting, o as¨ª hab¨ªa sido, al menos, hasta que dejaron que la periodista Anna Pacheco se colara en la Academia. Su charla del pasado 2 de marzo sobre la necesidad de un feminismo anticapitalista e interseccional, viralizado bajo el sello de OT y RTVE, supone una infiltraci¨®n enemiga en las entra?as del sistema, porque por mucho que se haya lavado la cara con los valores de la generaci¨®n Z, el formato del talent show sigue siendo, por definici¨®n, la mercadotecnia del sue?o neoliberal, el mito de la estrella hecha a s¨ª misma en vivo y en directo. El esc¨¢ndalo suscitado en un sector de la opini¨®n p¨²blica, que lleg¨® a pedir el cierre de TVE por difundir el discurso de Pacheco, evidencia la implosi¨®n. Que no es la primera ni ser¨¢ la ¨²ltima.
Desde hace unos meses, en el mundo cultural espa?ol se ha instalado una tendencia cuyo funcionamiento recuerda un poco al de OT. Una escritora joven y con un proyecto literario poco comercial emite declaraciones que ofenden a la derecha, y sus representantes institucionales la increpan p¨²blicamente, visibilizando su nombre y su obra a niveles a menudo inalcanzables para el mejor de los departamentos de prensa editorial. Sucedi¨® con Cristina Morales a ra¨ªz de sus declaraciones sobre Catalu?a tras ganar el Premio Nacional de Narrativa, se repiti¨® con Elizabeth Duval que, con solo 19 a?os, es la revelaci¨®n de la temporada con su primera novela,?Reina, y ha vuelto a ocurrir con Anna Pacheco, cuyo Guapas, listas, limpias ha entrado en imprenta para su quinta reimpresi¨®n. Es simb¨®licamente hermoso, por la iron¨ªa de este sistema que las absorbe para repudiarlas y que al hacerlo les permite colocar sus discursos subversivos en el n¨²cleo, que las tres autoras formen parte del cat¨¢logo de la editorial Caballo de Troya, porque en eso se han convertido. Parece que en estos momentos, ser escritora, joven y feminista funciona como un salvoconducto para infiltrarse en la ciudad sitiada sin tener siquiera que actuar como agente doble, a cara descubierta, y solo es cuesti¨®n de tiempo que descubramos la verdadera capacidad infecciosa de esta plaga. Atendiendo a la calidad de los textos, y creyendo muy fuerte en la capacidad transformadora de lo literario, yo la vaticino enorme.
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