Kit de supervivencia cultural para el encierro (d¨ªa 13)
'Babelia' recomienda los mejores libros, discos, pel¨ªculas, series, c¨®mics y videojuegos para disfrutar en casa
Babelia propone un libro, un disco, una pel¨ªcula, una serie, un c¨®mic y un videojuego cada d¨ªa, mientras dure el confinamiento en los hogares y la par¨¢lisis del sector del ocio, para poder disfrutar de la cultura desde casa.
UN C?MIC: Evan M. Cohen
Existe la creencia fundada ¨Cy, si se me permite, l¨®gica, habida cuenta de su deriva tradicional¨C de que el c¨®mic es un arte y un medio fundamentalmente narrativo. De hecho, muchos de los que han buscado infructuosamente una definici¨®n estricta del medio han incluido la obligatoriedad de su car¨¢cter narrativo. Sin embargo, la expresi¨®n visual del c¨®mic se revuelve ante cualquier definici¨®n y busca romper moldes continuamente: ?por qu¨¦ es necesario contar una historia??Por qu¨¦ no aprovechar el potencial de la historieta para ir m¨¢s all¨¢, para abrazar la abstracci¨®n, para provocar respuestas puramente sensitivas y emocionales desde el dibujo? Preguntas que durante todo el siglo XX estuvieron en el aire, desde los trabajos de George Herriman hasta los de Edmond Baudoin, pero que en los ¨²ltimos a?os han encontrado respuestas desde un activo colectivo de j¨®venes artistas que explora nuevos caminos para el comic: desde la abstracci¨®n pura (cuyo mejor exponente puede ser Robert Mass¨®) a la pujante l¨ªnea que lleva la po¨¦tica al lenguaje del c¨®mic, la poes¨ªa gr¨¢fica.
Con autoras como Bego?a Garc¨ªa Al¨¦n o Mar¨ªa Medem, el c¨®mic est¨¢ encontrando que los ritmos de un poema pueden ser traducidos en im¨¢genes y colores. Un buen ejemplo puede ser Evan M. Cohen, un autor que desde Instagram juega con ret¨ªculas fijas de vi?etas para hacer sugerentes piezas que usan el color y las l¨ªneas para generar sutiles ritmos visuales. Sus obras no se leen, se experimentan; no hay historia, hay sensaciones, emociones que es dif¨ªcil explicar. Trampantojos donde la percepci¨®n cambia y muta seg¨²n cambiamos el foco de la p¨¢gina a la vi?eta. El contraste radical de colores no provoca cacofon¨ªas visuales, sino que consigue su propia r¨ªtmica, creando lecturas puramente crom¨¢ticas. Mandalas visuales en los que hay que perderse para aparecer en otros mundos. ?lvaro Pons
Los trabajos de Evan M. Cohen pueden verse en su cuenta de Instagram.
UNA CANCI?N: Grenzen der Menschheit, de Franz Schubert
Escrutadores de otras galaxias, creadores de inteligencia artificial, impunes destructores de la naturaleza, nos cre¨ªamos casi dioses: hasta que un virus microsc¨®pico nos ha puesto en nuestro sitio, nos ha devuelto a la realidad y ha globalizado nuestro confinamiento. Johann Wolfgang von Goethe public¨® por primera vez su poema Grenzen der Menschheit (L¨ªmites de la humanidad) en sus Escritos de 1789, donde aparece junto a otras odas de fuerte impronta hel¨¦nica, como Prometeo, Ganimedes y Lo divino. Conviene recordar ahora, por pertinentes, algunos de sus versos. Segunda estrofa: ¡°Porque ning¨²n ser humano / deber¨ªa medirse / con los dioses. / Si se eleva hacia lo alto / y toca / las estrellas con su cabeza, / sus pies inciertos / pierden su sost¨¦n, / y nubes y vientos / juegan con ¨¦l¡±. Cuarta: ¡°?Qu¨¦ diferencia / a los dioses de los seres humanos? / Que muchas olas / avanzan ante ellos, / una eterna corriente: / la ola nos levanta, / la ola nos engulle, / y nos hundimos¡±. Y el envoi conclusivo, de claras resonancias hom¨¦ricas: ¡°Un peque?o anillo / delimita nuestra vida, / y muchas generaciones / se suceden constantemente / como eslabones en la cadena infinita / de la existencia¡±.
Franz Schubert se enfrent¨® al universo pante¨ªsta de Grenzen der Menschheit en 1821, creando a su vez un ente perfectamente org¨¢nico que va traduciendo los sucesivos elementos centrales de cada estrofa (fuego, aire, tierra, agua) con distintos procedimientos musicales hasta poblar gr¨¢ficamente de blancas y redondas la partitura al traducir con sonoros acordes el ¡°peque?o anillo¡± y los eslabones de la ¡°cadena infinita¡± final. Goethe y Schubert nos marcan los l¨ªmites que, como seres humanos, no podemos ¨Cni debemos¨C traspasar. Esta extraordinaria canci¨®n est¨¢ escrita para una voz grave masculina y hay que escuchar su presciente clamor, a ser posible, a los m¨¢s grandes: l¨¦ase Hans Hotter o Dietrich Fischer-Dieskau. Luis Gago
Franz Schubert. Grenzen der Menschheit. M¨²ltiples versiones disponibles en Spotify, Apple Music y otras plataformas.
UN LIBRO: Samaranch. El deporte del poder, de Jaume Boix y Arcadi Espada
?Por qu¨¦ iba nadie a dedicar dos d¨ªas de su confinamiento a leer una biograf¨ªa de Juan Antonio Samaranch? Por muchos motivos: porque en julio se cumplen 100 a?os de su nacimiento y en abril 10 de su muerte; porque acaban de aplazarse los Juegos de Tokio y ¨¦l ¨Cpresidente del COI entre 1980 y 2001¨C fue, con el bar¨®n de Coubertain, la figura m¨¢s importante del olimpismo moderno, es decir, del marketing y la geopol¨ªtica aplicados al deporte. Tambi¨¦n porque fue el espa?ol m¨¢s influyente en la China contempor¨¢nea seg¨²n una lista publicada en 2006 por el Diario del Pueblo. Compart¨ªa palmar¨¦s con Marx, Freud, Marie Curie o Bill Gates. Por todo eso, pero sobre todo porque el libro, publicado en 1999, es una obra maestra. De haberlo firmado dos periodistas del New Yorker estar¨ªa considerado un cl¨¢sico del g¨¦nero.
Los que todav¨ªa creen que las olimpiadas vienen de Par¨ªs y que no hubo catalanes franquistas har¨¢n bien en seguir a Boix y Espada relatando la carrera de un eminente falangista barcelon¨¦s que aprovech¨® su puesto como primer embajador espa?ol en Mosc¨² tras la dictadura para recomponer un COI arruinado y ba?arlo en d¨®lares. ?C¨®mo? Acabando con el boicot pol¨ªtico de la Guerra Fr¨ªa y con el hip¨®crita amateurismo deportivo de la posguerra: la tele paga por los mejores, abran paso al dream team. Los autores convierten en gran literatura todo lo que tocan, ya se trate de las disputas entre Adidas y Puma, los tejemanejes de la candidatura de Barcelona o las corruptelas de Salt Lake City. Como dijo uno de los directivos de International Sports & Leisures, la gestora del programa comercial del COI: ¡°Solo hay cuatro cosas que cruzan todas las fronteras: el deporte, la m¨²sica, la violencia y el sexo. Es dif¨ªcil encontrar patrocinador para la violencia y el sexo¡±. Ahora sabemos que hay una quinta. Y que suena ol¨ªmpica: el Covid-19. Javier Rodr¨ªguez Marcos
Samaranch. El deporte del poder. Jaume Boix y Arcadi Espada. Espasa. Est¨¢ disponible en Amazon, Fnac, Casa del libro e Iberlibro.
UNA PEL?CULA: La cosa, de John Carpenter
Otro cl¨¢sico del cine de ciencia ficci¨®n y de las historias f¨ªlmicas de supervivientes. En 1982 John Carpenter revis¨® un guion de Howard Hawks, y le dio una descomunal vuelta de tuerca para contar una historia claustrof¨®bica: la de una remota estaci¨®n ant¨¢rtica en la que, al descongelar a un extraterrestre, empiezan a desaparecer los trabajadores. El bichejo cuenta con una ventaja: su capacidad de mimetizarse con otros seres vivos. Con m¨²sica de Ennio Morricone, con un Kurt Russell en su plenitud y con Carpenter dirigiendo la que es su pel¨ªcula propia favorita, La cosa devino en obra maestra. La construcci¨®n de la tensi¨®n es de manual para futuros cineastas, con el espectador acompa?ando al personaje de Russell en su lucha tanto por acabar con el extraterrestre como por sobrevivir ¨¦l mismo.
En su momento, La cosa no tuvo un buen recibimiento. Es m¨¢s, por iron¨ªas del destino, se estren¨® el mismo d¨ªa en Estados Unidos que Blade Runner: ambas recibieron cr¨ªticas negativas y no empezaron bien en taquilla, hasta que a?os despu¨¦s los aficionados al g¨¦nero las consideraron sendos cl¨¢sicos. Kurt Russell merece un comentario aparte: pocos como ¨¦l pueden ser definidos como aut¨¦nticos hijos de Hollywood (entre ese resto hay casos tan sorprendentes como el de Ron Howard). Hablamos de un actor que empez¨® de cr¨ªo en la factor¨ªa Disney, con 11 a?os, y ha seguido trabajando hasta la actualidad a sus 69 a?os (su ¨²ltimo estreno ha sido ?rase una vez¡ en Hollywood). Una pel¨ªcula de supervivientes con un superviviente dentro que cuece su trama en la paranoia de la Guerra Fr¨ªa: dif¨ªcil superar a?La cosa. Gregorio Belinch¨®n
La cosa. John Carpenter. 1982. La pel¨ªcula est¨¢ disponible en Rakuten TV y Google Play.
UNA SERIE: Dead Set
La casa de Gran Hermano, cerrada a cal y canto, con todas sus c¨¢maras que graban las 24 horas del d¨ªa y sus concursantes encerrados entre unas paredes donde todo se magnifica, resulta ser el lugar m¨¢s seguro cuando se desata el apocalipsis zombi. Antes de crear Black Mirror, Charlie Brooker tuvo una idea terror¨ªficamente retorcida que plasm¨® en esa miniserie de cinco episodios para la cadena brit¨¢nica E4 que es Dead Set (2008). Seguro que Brooker nunca imagin¨® que en 2020, una pandemia har¨ªa que su serie fuera tan citada. Porque, hasta hace pocos d¨ªas, mientras el resto del mundo se paralizaba casi de golpe por el coronavirus, los concursantes de varios realities de diferentes pa¨ªses permanec¨ªan ajenos a lo que ocurr¨ªa fuera. Tampoco los famosos de Supervivientes conoc¨ªan la realidad hasta la semana pasada. Casi se podr¨ªa decir que la mente retorcida de Brooker adelant¨® el futuro con m¨¢s acierto en Dead Set que en la mayor¨ªa de los cap¨ªtulos de Black Mirror.
La historia arranca en una noche de expulsi¨®n en Big Brother, el Gran Hermano brit¨¢nico. Mientras el caos se desata fuera, los habitantes de la casa permanecen ajenos a todo. Aunque, inevitablemente, ese caos tambi¨¦n les terminar¨¢ alcanzando. El resultado es una serie no apta para est¨®magos d¨¦biles en la que la acci¨®n se desarrolla a la misma velocidad vertiginosa a la que se mueven estos muertos vivientes, sedientos de sangre, hambrientos de v¨ªsceras y muy ruidosos. La serie, que Filmin hoy ha recuperado para el streaming espa?ol muy h¨¢bilmente, es muy disfrutable y est¨¢ de m¨¢s actualidad que nunca. Eso s¨ª, solo recomendada para quienes gusten del g¨¦nero zombi. Natalia Marcos
Dead Set. Charlie Brooker. E4, 2008. Los cinco episodios de la serie se pueden ver en Filmin.
La pistola de portales lanza un primer disparo naranja que genera un portal en una pared o en el suelo. Luego, la pistola de portales lanza un disparo azul que genera un segundo portal. Si entras por uno de los portales, sales por el otro. Tan simple como eso. Y tan revolucionario.
En 2007 Valve Corporation dio la vuelta al concepto de la f¨ªsica en los videojuegos con Portal, un juego simple en apariencia y premisa (una mujer, Chell, que despierta en un laboratorio y a la que una implacable inteligencia artificial somete a pruebas a cambio de un pedazo de tarta), pero infinito en sus posibilidades y su influencia. Un juego de puzles en primera persona que se jugar¨¢ durante d¨¦cadas. En 2011 vio la luz una secuela igualmente soberbia, que expand¨ªa el universo del juego y profundizaba sin complejos en las mec¨¢nicas (y tambi¨¦n en su enrevesado humor). Pero el primer Portal, en muchos sentidos, lo cambi¨® todo. Como pod¨ªamos ver en una pintada furtiva escrita con sangre, ¡°La tarta es una mentira¡±. Jorge Morla
Portal. Valve Corporation, 2007. El juego est¨¢ disponible para Microsoft Windows, PlayStation 3, Xbox 360, OS X, Linux y Android.
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