Pantalla partida: la met¨¢fora visual de la pandemia
La 'split screen', vieja t¨¦cnica del montaje cinematogr¨¢fico, protagoniza una resurrecci¨®n inesperada. Se ha convertido en la manera normativa de comunicarnos, pero tambi¨¦n de crear y de consumir cultura
?Qu¨¦ tienen en com¨²n Pedro S¨¢nchez presidiendo un Consejo de Ministros convertido en La tribu de los Bra?dy, Meryl Streep rindiendo homenaje a Stephen Sondheim en albornoz y los integrantes de una instituci¨®n centenaria como el Orfe¨®n Donostiarra, Mick Jagger cantando eso de que uno no siempre consigue lo que quiere y la rompedora programaci¨®n online del Teatro de La Abad¨ªa? Todos han protagonizado im¨¢genes memorables durante estas siete semanas de confinamiento, que tal vez ser¨¢n recordadas por su formato inhabitual: la pantalla partida. Buena parte de nuestras interacciones han tenido lugar gracias a una soluci¨®n formal emparentada con esa vieja herramienta del montaje f¨ªlmico, casi tan antigua como el propio cine, que volvi¨® a irrumpir en la cultura visual cuando el coronavirus apareci¨® en nuestras vidas. A medida que plataformas como Zoom ganaban adeptos ¡ªen abril super¨® los 300 millones de usuarios, cuando a finales de 2019 no eran m¨¢s de 10 millones en todo el mundo¡ª, la split screen se ha convertido en la forma casi normativa de comunicarnos, pero tambi¨¦n de crear y consumir cultura.
La pantalla partida es la met¨¢fora visual perfecta de la era que comienza. Gracias a ella estamos juntos pero separados, conectados pero aislados, unidos a distancia prudencial. ¡°Se ha convertido en nuestra puerta de acceso al mundo, en la estructura principal de la experiencia. La pantalla partida es el tiempo y el espacio de la pandemia¡±, afirma el fil¨®sofo Peter Szendy, durante una conversaci¨®n por videollamada desde Providence (Rhode Island), donde imparte clases en la Universidad de Brown. Te¨®rico de la multiplicaci¨®n de las im¨¢genes en la sociedad contempor¨¢nea, Szendy dice sentirse ¡°atrapado dentro de El caso Thomas Crown¡±, por el uso copioso de la split screen que caracteriz¨® a esa recordada pel¨ªcula de 1968. El fil¨®sofo franc¨¦s observa una ambivalencia de este dispositivo, similar a la que ha tenido en el cine. La pantalla partida sirvi¨® para acostar en camas separadas a los protagonistas de las recatadas comedias de Doris Day, pero tambi¨¦n para simbolizar la libre circu?laci¨®n de fluidos propia de la liberaci¨®n sexual en las venenosas pel¨ªcu?las de Brian de Palma, que la utiliz¨® en 10 de sus t¨ªtulos. ¡°Hoy la pantalla partida sigue siendo utilizada como una manera profil¨¢ctica de separarnos, aunque su uso tambi¨¦n refleja una sed dionisiaca por el contacto con los dem¨¢s¡±, afirma Szendy antes de apagar su ordenador.
Mientras, otro gran te¨®rico de la imagen, Jordi Ball¨®, enciende el suyo en Barcelona. Para el profesor de la Universidad Pompeu Fabra y decano de su Facultad de Ciencias de la Comunicaci¨®n, todo an¨¢lisis iconogr¨¢fico de la pandemia debe empezar subrayando el uso de esta figura. ¡°Ha sido una experiencia lo suficientemente intensa para imaginar que nada volver¨¢ a su lugar. Estoy seguro de que muchas pr¨¢cticas art¨ªsticas la van a adoptar¡±, opina Ball¨®. No necesariamente como un nuevo g¨¦nero, pero s¨ª como recurso comparativo. ¡°Es una idea que han formulado muchos cineastas del ¨²ltimo siglo: una imagen no revela sus caracter¨ªsticas m¨¢s profundas hasta que la comparas con otra. Del mismo modo, es como si una pantalla ¨²nica ya no fuera suficiente para reflejar toda la complejidad del presente¡±, responde Ball¨®. ¡°Ha pasado de ser un mero trucaje, un elemento disruptivo en una pel¨ªcula que flu¨ªa de manera lineal, a convertirse en una representaci¨®n del mundo¡±. En el plano medi¨¢tico, la pantalla partida ha supuesto ¡°una nueva puesta en escena de la conversaci¨®n, hasta ahora tan marcada por el talk show televisivo¡±, como una puesta al d¨ªa telem¨¢tica del sal¨®n dieciochesco en el que la horizontalidad aparente camufla las habituales din¨¢micas de poder. En pol¨ªtica ha servido para asentar poderes tambaleantes. ¡°Representar a un l¨ªder dirigiendo el Consejo de Ministros por videollamada es una manera muy eficaz de indicar su prominencia. Va a ser dif¨ªcil que los gabinetes de comunicaci¨®n dejen de utilizar esta imagen, porque es pr¨¢cticamente perfecta: transmite voluntad de di¨¢logo, pero encubre jerarqu¨ªa pura y dura¡±, se?ala Ball¨®.
La voluntad de yuxtaponer tiempos y espacios distintos no es exclusiva del lenguaje audiovisual, como demuestra la tradici¨®n de los tr¨ªpticos y pol¨ªpticos en la pintura flamenca de los siglos XV y XVI. En el caso del cine, sin embargo, los especialistas relacionan esta t¨¦cnica con la influencia de otros campos. ¡°Para m¨ª, su origen es literario. Ya antes del paso al sonoro, el cine quiso reflejar en el plano visual la multiplicidad de narraciones, perspectivas y motivos de la que era capaz la vanguardia en literatura¡±, se?ala Rajendra Roy, conservador jefe del departamento de cine del MoMA de Nueva York. Califica este resurgir de la pantalla partida, no sin cierta sorna, como ¡°un nuevo cubismo¡±, por lograr superponer en un mismo plano m¨²ltiples puntos de vista. Tambi¨¦n lo dice porque sospecha que su reinado ser¨¢ tan breve como el que tuvo el estilo de Picasso y Braque. ¡°No es una anoma?l¨ªa ni va a desaparecer en cuanto todo esto termine, pero tampoco creo que vaya a sustituir al modelo anterior¡±, sostiene Roy. Pese a su arraigo durante el confinamiento, no cree que la videollamada vaya a infiltrarse en el lenguaje creativo, a pesar de los primeros experimentos vistos estas ¨²ltimas semanas. ¡°Mucha gente lo intentar¨¢, pero me sorprender¨ªa que salieran victoriosos. Hay que tener muy buenas ideas para que funcione. Yo pronostico, m¨¢s bien, un regreso a lo f¨ªsico, una nostalgia por los m¨¦todos presenciales. Zoom estar¨¢ m¨¢s presente en nuestras vidas, pero no creo que nadie quiera que esa se convierta en nuestra interacci¨®n est¨¢ndar con los dem¨¢s¡±, concluye Roy (que, significativamente, prefiri¨® responder a la entrevista por tel¨¦fono).
Los primeros ejemplos de pantalla partida se remontan a los tiempos del cine mudo. La pel¨ªcula La dama de picas, adaptaci¨®n del relato breve de Pushkin rodada pocos meses antes de la revoluci¨®n rusa, ya la utiliz¨® en 1916. En los a?os veinte, Abel Gance invent¨® la polivisi¨®n, proyecci¨®n de tres acciones simult¨¢neas en una pantalla horizontal de gran formato, que utiliz¨® para la secuencia final de su pel¨ªcula Napole¨®n (1927). Ese visionario cineasta franc¨¦s profetiz¨® un futuro de pantallas m¨²ltiples. Se equivoc¨® solo a medias. En Hollywood, la imagen fragmentada se populariz¨® a partir de Indiscreta (1958), en la que Stanley Donen la us¨® para esquivar las restricciones de la censura y poder acostar en la misma cama a Cary Grant e Ingrid Bergman. Luego la split screen se amplific¨® en pel¨ªculas como El estrangulador de Boston o el documental Woodstock, obra de un equipo de montadores en el que figuraba Martin Scorsese. Marcar¨ªan el punto ¨¢lgido del invento y tambi¨¦n el inicio de su decadencia, probablemente por hartazgo.
Arraigada en lenguajes como el c¨®mic, el videoarte y los videojuegos, la pantalla partida nunca desapareci¨® del cine, pero se convirti¨® en una reliquia a la que solo de vez en cuando alg¨²n directores pensaba en sacar el polvo. Desde el cambio de milenio, directores como Darren Aronofsky (R¨¦quiem por un sue?o) o, en el cine espa?ol, Jaime Rosales (La soledad) reinventaron la split screen desde el cine de autor, sin recurrir a la nostalgia o al pastiche. ¡°La utilic¨¦ por puro instinto, sin saber c¨®mo lo percibir¨ªa el espectador. Me permit¨ªa establecer una barrera visual, una ruptura que aportaba un plus de expresividad¡±, recuerda Rosales sobre su pel¨ªcula, protagonizada por una mujer que pierde a su hijo en un atentado terrorista. Pese a la similitud puntual de ciertos c¨®digos visuales, el director considera que esta nueva pantalla partida no tiene mucho que ver con la anterior. ¡°Es una imagen mosaico en la que se encuentran personas aisladas, un sistema de comunicaci¨®n como el taqu¨ªgrafo o el tel¨¦fono, que en ning¨²n caso es equiparable con una imagen art¨ªstica porque no est¨¢ transformada con una intenci¨®n¡±, se?ala Rosales. Pese a todo, la utiliz¨® para subrayar sentimientos tan actuales como esa incomunicaci¨®n tan corriente y parad¨®jica en una era tan hiperconectada como la nuestra.
Desde su luminoso domicilio en ?msterdam, la videoartista y te¨®rica de la literatura Mieke Bal aporta un punto de vista distinto. La multiplicaci¨®n de pantallas dentro de otras pantallas podr¨ªa ser el elocuente reflejo de un modelo visual hipertr¨®fico y cacof¨®nico, donde cuesta descodificar una imagen cada vez m¨¢s pixelada e ininteligible. ¡°Es la forma art¨ªstica m¨¢s realista para hacer justicia a la locura del mundo¡±, responde Bal. Precisamente por eso, no le ve un gran futuro como forma art¨ªstica. ¡°Desde el punto de vista narrativo no es f¨¢cil para el espectador. No estoy segura de que haya mucha gente interesada en observar el tiempo y la linealidad alterados por el caos. Para ver eso, tal vez baste con salir a la calle¡±, afirma la artista. M¨¢s optimista suena la directora experimental Julie Talen, que en su pel¨ªcula Pretend (2003) hac¨ªa un uso po¨¦tico y algo apabullante de la multipantalla para inspeccionar las vidas interiores de los integrantes de una familia. Su pel¨ªcula fue tan aclamada como incomprendida. ¡°He tenido que esperar muchos a?os, pero por fin estamos viviendo el momento visualmente complejo que tanto anhelaba¡±, responde desde Nueva York. Llega ahora porque la tecnolog¨ªa lo ha hecho posible, pero tambi¨¦n por motivos de otro tipo. ¡°Vivimos en una cultura del vistazo r¨¢pido y no de la contemplaci¨®n. Ahora nuestros cerebros est¨¢n preparados para procesar estos est¨ªmul?os. La pandemia ha sido un momento terrible, pero nos ha hecho adoptar una cultura visual m¨¢s rica¡±.
A ratos, uno descubre una cara algo m¨¢s inquietante: estas cuadr¨ªculas de im¨¢genes pueden remitir al imaginario de la vigilancia, el de las c¨¢maras de seguridad y el Gran Hermano. ¡°Estamos asumiendo cambios en nombre del estado de alerta que nunca habr¨ªamos aceptado hace seis meses. Incorporamos el split screen a nuestras vidas con la misma naturalidad con la que aceptamos esas nuevas reglas¡±, ha dejado dicho Szendy. Algo as¨ª como un pan¨®ptico voluntario, por retomar la terminolog¨ªa de Bentham y su reflejo literario en la obra de George Orwell: una pantalla en cada hogar, encendida por voluntad propia, que almacena datos suministrables a terceros en medio de normas de seguridad algo inciertas. Aunque tambi¨¦n en eso Ball¨® aporta un contrapunto: ¡°No es solo la c¨¢mara vigilante, sino algo m¨¢s. Veo una tensi¨®n entre la pantalla como elemento de control y la pantalla como factor de liberaci¨®n y, si fuera necesario, de resistencia¡±.
Una soluci¨®n visual tan vieja como el cine
Napole¨®n (1927), de Abel Gance. El director franc¨¦s invent¨® la llamada polivisi¨®n, suma de tres proyecciones simult¨¢neas en una pantalla de gran formato, para rodar esta pel¨ªcula muda. "H¨¢game el favor de creer que tal vez sus ojos no tienen la educaci¨®n visual necesaria", dijo Gance tras su estreno, pronosticando que se convertir¨ªa en "un lenguaje universal".
Indiscreta (1958), de Stanley Donen. El maestro del cine hizo un uso malicioso de la split screen para esquivar las f¨¦rreas normas del c¨®digo Hays. Para acostar juntos a los protagonistas de esta historia de adulterio, Donen recurri¨® a este dispositivo visual, convertido en tropo de la comedia sentimental: tambi¨¦n lo usaron Annie Hall, Cuando Harry encontr¨® a Sally o (500) d¨ªas juntos.
Carrie (1976), de Brian De Palma. El cineasta estadounidense se ampar¨® de la pantalla partida como marca de f¨¢brica, que reprodujo a lo largo de 10 de sus pel¨ªculas. En su uso se ha visto una denuncia temprana de la sociedad de vigilancia y la habitual voluntad de ruptura con la generaci¨®n anterior que caracteriz¨® al Nuevo Hollywood.
La soledad (2008), de Jaime Rosales. El director sorprendi¨® al reinventar la pantalla partida cuando ya solo era utilizada de manera ir¨®nica, en el marco de pastiches, videoclips o anuncios publicitarios. La soledad, que gan¨® el Goya a la mejor pel¨ªcula en 2008, le sac¨® partido para subrayar la incomunicaci¨®n de sus protagonistas.
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