?C¨®mo viviremos juntos?
Arquitectos, urbanistas y soci¨®logos proponen soluciones para combinar la cercan¨ªa social con la distancia f¨ªsica que impone el coronavirus
"Pensemos en el virus como en un bombardeo. Las ciudades no se repensaron tras los ataques a¨¦reos, no perdieron densidad para complicar la vida a las bombas. Lo que s¨ª se hizo fue asegurar refugios antia¨¦reos y sistemas de alerta temprana¡±. Para Alejandro Aravena, el equivalente de ese refugio en tiempos de coronavirus es la casa: la ¨²nica vacuna que conocemos en este momento. ¡°A diferencia de los bombardeos ¡ªcuando la poblaci¨®n abandonaba las casas y se juntaba en los refugios¡ª, esta vez se nos pide separarnos. Y aislarnos presupone que haya casa¡±.
Esa necesidad de cobijo remite al gran problema arquitect¨®nico del mundo: el negocio de la vivienda antepuesto al derecho a tenerla.?Una casa es inaccesible para buena parte de la poblaci¨®n del planeta e inexistente para muchos de los ciudadanos de los pa¨ªses pobres. ¡°Las dos medidas que en el primer mundo se dan por descontadas, aislarse en casa y lavarse las manos, son imposibles de cumplir donde la vivienda es hacinada y no hay agua¡±, explica Aravena desde Santiago de Chile. Desde Ciudad de M¨¦xico, la arquitecta Tatiana Bilbao coincide: ¡°Si la soluci¨®n es quedarse en casa para protegernos y proteger al otro, la vivienda ya no es solo un derecho: juega un papel clave en la salud publica¡±.
De lo que Bilbao y Aravena hablan es de que el coronavirus no es igual de letal en todas las ciudades ni en todos los barrios del mundo. Por eso argumentan que asegurar vivienda y servicios b¨¢sicos se ha convertido en una urgencia sanitaria. ¡°Tener casa permitir¨¢ estar preparados para la pr¨®xima pandemia, que llegar¨¢¡±, sostiene Aravena. Tambi¨¦n podr¨ªa ayudar a disolver la otra disyuntiva a la que nos enfrentamos: econom¨ªa o salud. El premio Pritzker de 2016 defiende que la construcci¨®n de viviendas-refugio activar¨ªa la econom¨ªa: ¡°Crear¨ªa puestos de trabajo, es decir, ingresos¡±. Como la rapidez es vital, el arquitecto remite a una de sus mayores apuestas profesionales: la vivienda incremental, capaz de ampliarse y modificarse para ajustarse a los cambios en la vida de sus habitantes.
Acostumbrados a lidiar con cat¨¢strofes naturales, I?aki Alday y Margarita Jover fueron elegidos decano y profesora en la Universidad de Tulane de Nueva Orleans, una ciudad con una larga historia de destrucci¨®n y reparaci¨®n. Lo que manejaron cuando dise?aron el Parque Fluvial del Ebro, en Zaragoza, o del Yamuna, en su cauce hasta Nueva Delhi, fue la gesti¨®n del miedo: el disfrute de las orillas preparadas para la crisis ¡ªla inundaci¨®n¡ª. Desde Estados Unidos, ambos explican que esta pandemia ¡°destapa la necesidad de los espacios comunes que hab¨ªamos despreciado en favor del metro cuadrado privado¡±. Hablan de galer¨ªas y vest¨ªbulos en los bloques de viviendas. ¡°No hay m¨¢s que ver las im¨¢genes de vecinos cantando o haciendo gimnasia desde balcones. ?Qu¨¦ promotor va a considerar ahora que una azotea ¨²til son metros cuadrados desaprovechados?¡±. Defienden una arquitectura atenta a valores colectivos, sociales y ecol¨®gicos, al considerar que ¡°la reducci¨®n de materiales y del consumo energ¨¦tico debe ir de la mano del cultivo de la cohesi¨®n social en la calle y en el h¨¢bitat¡±.
Aunque la crisis ha cuestionado temporalmente la convivencia en espacios p¨²blicos, defienden que ¡°densidad no es hacinamiento, sino apoyo mutuo y convivencia¡±. Saben de qu¨¦ hablan. Su experiencia d¨¢ndole la vuelta al problema de los r¨ªos ¡ªsembrando huertas o bosques inundables en las m¨¢rgenes¡ª les gan¨® fama internacional. Por eso defienden que existen ordenaciones urbanas flexibles, capaces de admitir el cambio. La necesidad de recuperar la conexi¨®n social es lo que la soci¨®loga holandesa Saskia Sassen plantea, con su colega de la London School of Economics Mary Kaldor, en su ¨²ltimo libro Cities at War (Columbia University). ¡°Vivimos un momento en el que no es tanto el liderazgo de los pa¨ªses como la consolidaci¨®n de las redes de ciudades y ciudadanos lo que construir¨¢ una nueva econom¨ªa global¡±, explica Sassen desde Londres.
Tambi¨¦n Tatiana Bilbao defiende que la distancia f¨ªsica se debe superar con cercan¨ªa social (las redes de ayuda, los vecinos, los voluntarios que cuidan de ni?os, los bancos de alimentos). Por eso distingue el espacio p¨²blico del espacio ¡°para el bien com¨²n¡±. Apunta que urge diferenciarlo ¡°de ese lugar que es de todos, pero de nadie, que es abierto, pero muchas veces est¨¢ cerrado (o explotado comercialmente), y que nos acerca, pero no nos junta¡±. Y lo describe como ¡°el lugar que nos llena de posibilidades, accesible y de uso flexible¡±, un espacio que solo necesita ¡ªcomo est¨¢n demostrando tantas calzadas y aceras del mundo¡ª un poco de voluntad pol¨ªtica.
Nos enfrentamos a 18 meses de distanciamiento social ¡ªo m¨¢s, si la vacuna no llega¡ª. Ese plazo puede cambiar la manera de relacionarnos y de usar la ciudad. Tambi¨¦n las prioridades econ¨®micas, porque la falta de ejercicio, aire y exposici¨®n al sol podr¨ªa derivar en otra crisis sanitaria y, por tanto, tambi¨¦n econ¨®mica. ?C¨®mo vamos a vivir juntos? Desde Copenhague, el estudio Jan Gehl, responsable de la transformaci¨®n de Broadway en una calle peatonal, esgrime que un tercio de la poblaci¨®n mundial no usa el espacio p¨²blico, ya sea por miedo, por falta de tiempo o porque no hay aceras.
¡°Cada vez m¨¢s alejados del bien com¨²n y m¨¢s cercanos al capital, los Gobiernos han generado lugares que responden m¨¢s a razones econ¨®micas que a respuestas sociales, y el espacio que hoy se necesita es social¡±, insisten Alday y Jover. Hablan de los metros cuadrados que, convirtiendo calzadas en zonas de ejercicio o peatonalizando temporalmente las calles, demuestran la flexibilidad r¨¢pida y econ¨®mica necesaria en el manejo de las ciudades. En Madrid, el alcalde Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, que inaugur¨® su mandato asegurando que los coches volver¨ªan al centro de la ciudad, finalmente ha corregido y aumentado la iniciativa de su predecesora, Manuela Carmena, sumando 28 calles al Paseo del Prado para fomentar el paseo ciudadano. Lo mismo ha ocurrido en Barcelona ¡ªcon la Via Laietana¡ª y en calles de Pontevedra o Vitoria, que lideran la peatonalizaci¨®n en Espa?a.
Son muchas las urbes del mundo que han aplicado esta pr¨¢ctica de uso temporal que algunos Ayuntamientos, como el de Valencia o el de Roma, est¨¢n estudiando hacer permanente. En Mil¨¢n y Londres se ha multiplicado el espacio para caminar. En Seattle y en Bilbao se ha forzado el descenso de la velocidad a 20 kil¨®metros por hora. Tambi¨¦n en Berl¨ªn, Par¨ªs, Dubl¨ªn o Burdeos se han ampliado dr¨¢sticamente los carriles bici. Desde ICLEI, la organizaci¨®n de Gobiernos Locales por la Sostenibilidad, que re¨²ne 160 alcald¨ªas ¡ªdesde Oslo, Rotterdam, Florencia o Z¨²rich hasta Barcelona¡ª, consideran que una clave para el transporte (y la sanidad) del futuro es pasar de esa movilidad temporal a una permanente, consciente de los peligros de la poluci¨®n. Sus coordinadores, la rumana Ana Dragutescu y el brit¨¢nico Reggie Tricker, advierten: ¡°El fin del confinamiento no ser¨¢ el fin del miedo¡±. Para ellos, la aprensi¨®n est¨¢ detr¨¢s del regreso de los coches por el temor al contagio, un caso flagrante de remedio peor que la enfermedad que supondr¨ªa un retroceso en la sostenibilidad del planeta. ¡°No sabemos si la pr¨®xima crisis ser¨¢ una inundaci¨®n, una sequ¨ªa, olas de calor, un hackeo inform¨¢tico sin precedentes o un apag¨®n energ¨¦tico. Hay que prepararse para lo inesperado¡±, argumenta el ingeniero alem¨¢n Stefan Kuhn, uno de los directores de ICLEI, que est¨¢ convencido de que la covid-19 es la primera de las nuevas emergencias globales. Sostiene que, en el futuro, las urgencias seguir¨¢n teniendo una escala planetaria. Desde Berl¨ªn, explica que la recuperaci¨®n econ¨®mica marcar¨¢ las prioridades del futuro y advierte: ¡°Si se recupera lo existente ¡ªcontaminaci¨®n, ritmo de producci¨®n y movilidad contaminante¡ª, nada cambiar¨¢¡±. El responsable de sostenibilidad de la organizaci¨®n, el griego Vasileios Latinos, lanza un mensaje parecido: ¡°El virus discrimina, se ha propagado m¨¢s donde m¨¢s contaminaci¨®n hay.¡± Por eso esta es, para ICLEI, una ocasi¨®n para el cambio.
Todos los entrevistados coinciden en la necesidad de no regresar a modelos anteriores. ¡°Considerar m¨¢s seguros los trayectos en coche o las casas suburbanas con jard¨ªn equivaldr¨ªa a considerar peligroso que los ni?os tengan trato con sus abuelos: una aberraci¨®n contra lo mejor de nosotros como sociedad¡±, opinan Alday y Jover. Para ellos, el coche y la casa con jard¨ªn ¡°no son la soluci¨®n, sino el suicidio de la especie. Basta viajar por el pa¨ªs paradigma de este modelo y ver la acumulaci¨®n de pobreza, aislamiento y desesperaci¨®n ¡ªeso s¨ª, con un coche por persona¡ª que hay en la expansi¨®n del fallido sue?o americano¡±.
Sassen considera que las nuevas generaciones romper¨¢n el modelo urbano que da protagonismo al autom¨®vil. ¡°Los j¨®venes quieren una vida sin coches, sin pretensiones para sus casas, sin todo aquello que en el pasado ha funcionado como una especie de galard¨®n¡±. Ese ser¨¢, para la soci¨®loga que acu?¨® el t¨¦rmino ciudad global, el cambio radical. Tatiana Bilbao plantea: ¡°?C¨®mo podemos hacer que el coche se vuelva un beneficio para nuestra sociedad y no un problema? ?Puede el transporte p¨²blico proporcionar movilidad y al mismo tiempo convertirse en un s¨ªmbolo de prosperidad?¡±. Para la arquitecta mexicana, el transporte debe producir accesibilidad f¨ªsica y tambi¨¦n social, y no ser meramente un generador de capital.
Aravena est¨¢ convencido de que ¡°nuestra naturaleza es volver a encontrarnos¡±. Por eso, el espacio p¨²blico en una proporci¨®n 1:1 con lo construido ¡ªuna recomendaci¨®n anterior a la pandemia del tercer congreso de ONU-Habitat, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, como est¨¢ndar de vida y bien com¨²n¡ª cobra un nuevo sentido, para el arquitecto chileno, como medida que permite acercamiento social y distanciamiento f¨ªsico al mismo tiempo. Como Alday y Jover, Aravena opina que la geograf¨ªa urbana ¡ªlos parques fluviales, las costaneras de mar o los senderos de monta?a¡ª deber¨ªa servir para alcanzar el esponjamiento que se necesita. ¡°A pesar de lo terrible de la pandemia, hemos visto c¨®mo la contenci¨®n de la movilidad ha reducido dr¨¢sticamente la contaminaci¨®n en el aire y en el agua y una fauna desorientada ha reaparecido en muchas ciudades¡±, a?ade Alday. Por eso, Sassen insta a plantar ¨¢rboles y arbustos donde se pueda para reconquistar la ciudad. ¡°Para maximizar esas opciones necesitamos arquitectos, paisajistas y artistas capaces de inventar espacios que hoy ni imaginamos¡±, se?ala.
"Creo que vamos a ser una sociedad m¨¢s moral. Veo esta crisis como una preparaci¨®n de la crisis ecol¨®gica. Esto no es nada comparado con la crisis ecol¨®gica¡±. Lo declar¨® a EL PA?S el fil¨®sofo alem¨¢n Markus Gabriel. Por su parte, Jover y Alday recuerdan que esta pandemia es moderada en comparaci¨®n con los miles de muertos anuales que provoca la malaria o la tuberculosis. ¡°Solo que ahora nos sentimos vulnerables. Hemos tomado conciencia de que las epidemias, los tifones o las sequ¨ªas no se circunscriben a los pa¨ªses pobres y lejanos¡±, indican. Por eso proponen, despu¨¦s de siglos de descuidar conocimientos ancestrales, recuperar ¡°de forma y escala contempor¨¢nea los modos en que los humanos hemos pactado hist¨®ricamente con la naturaleza: irrigando con las inundaciones o recolectando agua de lluvia¡±. ¡°No se trata de monetizar los servicios ecol¨®gicos de la naturaleza, sino de valorar hasta qu¨¦ punto la naturaleza nos hace seres humanos¡±, terminan.
Todos los entrevistados conf¨ªan en que la pandemia nos haga reaccionar, en lugar de lamentarnos. Bilbao espera en que ¡°a largo plazo, la crisis afecte m¨¢s a la reorganizaci¨®n de la sociedad que a su salud¡±. Para Aravena, la lecci¨®n de la covid-19 es que cuando existe un acuerdo social colectivo se pueden implementar medidas de una radicalidad hasta hace poco impensable. ¡°Esta vez fue una pandemia. La pr¨®xima podr¨ªa ser la contaminaci¨®n del aire, algo tan grave como este virus¡±, advierte. El coronavirus nos ha recordado que sin agua duramos un par de d¨ªas, pero sin aire, apenas un par de minutos. Por eso la lecci¨®n del confinamiento ha sido comprobar que hemos aceptado como leg¨ªtimo que recorten nuestra libertad. ¡°De ahora en adelante ya sabemos que la emergencia clim¨¢tica o la inequidad ¡ªpor nombrar solo dos urgencias¡ª podr¨ªan hacernos aceptar medidas radicales y globales¡±, advierte el arquitecto. ¡°Nos resta ponernos de acuerdo en su urgencia para alcanzar un nivel de legitimidad en la toma de decisiones equivalente al de esta pandemia¡±.
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