El periplo de Miguel Artola
Con casi 90 a?os, empez¨® a investigar para escribir una historia de la Revoluci¨®n Francesa. Ha muerto con 96
Cumplidos de sobra los 50, Miguel Artola descubri¨® el placer de la navegaci¨®n solitaria, no recorriendo grandes distancias, sino los puertos cercanos al de su amarre en San Sebasti¨¢n. Fue la sorpresa una tarde que nos visit¨® a Marta y a m¨ª en Hondarribia, ya que el trayecto en su velero, pasando por Ul¨ªa y por Jaizkibel, entra?aba sus riesgos. De esa afici¨®n marinera desconozco el desenlace, pero en cualquier caso revela el esp¨ªritu de aventura del historiador vasco, fallecido el martes pasado en Madrid a los 96 a?os. Amaba la vida y amaba el trabajo, y para ¨¦l la primera no pod¨ªa existir sin el segundo. ¡°El trabajo ha formado siempre parte de mi vida¡±, me contaba cerca ya de los 90, ¡°tener una actividad, contar con algo que te ilusione¡±.
Hab¨ªa emprendido ya entonces la investigaci¨®n, nada menos que para escribir la historia de la Revoluci¨®n Francesa, lo cual hubiera supuesto el reencuentro con la introducci¨®n a su ¨®pera prima, Los afrancesados. No pudo terminarla, pero pocos a?os antes s¨ª concluy¨® las tareas de coordinaci¨®n de una historia de la ciencia con S¨¢nchez Ron, en 2012, y de la Historia militar de Espa?a (siglo XIX), en 2015, donde introdujo una ¨²ltima anotaci¨®n sobre la Guerra de Independencia.
El episodio de la navegaci¨®n es una ¨²til met¨¢fora para entender la trayectoria de Artola historiador como un periplo. Su puerto de partida fue la investigaci¨®n original sobre la pol¨ªtica en la citada Guerra de Independencia, esto es, el complejo tr¨¢nsito del sistema absolutista a un r¨¦gimen liberal. Recordemos que eran tiempos dif¨ªciles para hablar de libertad: su libro sobre el afrancesamiento tuvo problemas de censura porque el prologuista, Gregorio Mara?¨®n, se declar¨® liberal. El nacional-catolicismo impon¨ªa su ley sobre la historiograf¨ªa y el joven Artola depend¨ªa en el plano acad¨¦mico de Ciriaco P¨¦rez Bustamante, tradicionalista, pero que no interfiri¨® en su investigaci¨®n. Muy pronto esta tuvo por objeto el conjunto de transformaciones que desde la monarqu¨ªa absoluta llevaron a la Constituci¨®n de 1812.
La cautelosa opci¨®n del investigador por ese pasado de libertad pol¨ªtica queda reflejada en an¨¦cdotas, como la que contaba su colega Jover, con Artola esgrimiendo la Constituci¨®n de 1812 durante una conferencia en la Men¨¦ndez Pelayo. Lo reflejar¨¢ asimismo el tema para el ingreso en la Academia de la Historia tras la conmoci¨®n del 23-F: Los derechos del hombre. Y antes, con vistas a la Transici¨®n, el esfuerzo documental de Partidos y programas pol¨ªticos (1808-1936).
En Los afrancesados, de 1953, Artola situaba a estos supuestos ¡°traidores¡± prolongando el reformismo de Carlos III, entre el absolutismo y el liberalismo. La de independencia no es, para ¨¦l, una guerra civil: ¡°La naci¨®n abandonada ha tenido tiempo de decidir por s¨ª propia acerca de su futuro, y su respuesta es la guerra¡±. Es lo que Artola va a analizar, tanto en el plano pol¨ªtico como en el militar, en su primera gran aportaci¨®n, Los or¨ªgenes de la Espa?a contempor¨¢nea, de 1959, fruto de una investigaci¨®n iniciada en el Fondo G¨®mez de Arteche y en el Archivo de las Cortes. Del segundo extrae las respuestas a la Consulta al Pa¨ªs, un estado de la cuesti¨®n sobre el cambio pol¨ªtico, que integraron el segundo tomo de la obra, no reproducidas en ediciones posteriores. Ah¨ª se inicia el viaje de profundizaci¨®n en la nueva era, con escalas en La Espa?a de Fernando VII y, ya vuelto hacia el siglo XIX, La burgues¨ªa revolucionaria (1808-1874).
Se trata de ver c¨®mo y por qu¨¦ fracasa la ¡°monarqu¨ªa parlamentaria¡± de C¨¢diz, convertida desde 1837 en una ¡°monarqu¨ªa constitucional¡±, sobre un fondo de represiones y guerras. Y en contra de la creencia habitual, con un solo patr¨®n, el de 1837, y una alta estabilidad del poder, ya que el Gobierno nunca pierde unas elecciones hasta 1923. Palalelamente, la insolvencia del sistema, antes y despu¨¦s de 1808, lleva a Artola a ahondar en sus or¨ªgenes financieros, en dos libros sobre la Hacienda en el XVIII y en el XIX, integrado aquel en Antiguo R¨¦gimen y revoluci¨®n liberal (1978). Avance en la explicaci¨®n, preguntas, nueva indagaci¨®n, s¨ªntesis. El periplo prosigue, en una larga navegaci¨®n individual donde Artola trabaja sobre sus propias hip¨®tesis, cita poco, busca referencias: as¨ª Mao para las guerrillas.
La historia de los acontecimientos cede paso a una articulaci¨®n de los distintos procesos, seg¨²n apunta la introducci¨®n a los Textos fundamentales para la historia, de 1968, elaborados para sus estudiantes de Salamanca. All¨ª tuvo Artola dos grandes amigos ¡ªTom¨¢s y Valiente, Koldo Mitxelena¡ª y m¨¢s que notables disc¨ªpulos.
La mirada se volvi¨® finalmente hacia la g¨¦nesis del Estado espa?ol en un libro m¨¢s abierto al debate y de abrumadora documentaci¨®n: La monarqu¨ªa de Espa?a (1999). Luego, ya octogenario, publicar¨¢ una reflexi¨®n de madurez, El constitucionalismo en la historia (2005), muestra de c¨®mo un excepcional conocimiento hist¨®rico puede servir de fundamento a la ciencia pol¨ªtica.
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