Padres neur¨®ticos, hijos indagadores
Tanto Ronan Farrow como su padre, el director de cine Woody Allen, acusado de abusar sexualmente de su hija, juegan en sus respectivos libros a modelar sus m¨¢scaras
Woody Allen y Ronan Farrow mantienen un escabroso enfrentamiento desde las tinieblas de un oscuro y estridente pasado. Allen fue acusado de abusar sexualmente de su hija, hermana del propio Ronan. Algunos hechos, como bien sab¨ªan Esquilo, S¨®focles o Faulkner, marcan para siempre las vidas de las personas y de sus descendientes. La oportunidad de acceder a representaciones del alma de Allen y Farrow (la autobiograf¨ªa del director Apropos of Nothing y el libro sobre investigaci¨®n de abusos sexuales Catch and Kill) constituye una invitaci¨®n irresistible. ?Para cotillear en los abismos personales de un suceso catastr¨®fico? Pues s¨ª, tambi¨¦n. Pero sobre todo para observar c¨®mo uno y otro juegan a modelar sus m¨¢scaras.
A prop¨®sito de nada empieza como una confesi¨®n inicial confusa, valga la aliteraci¨®n. Woody se declara sin ambages neur¨®tico e impermeable a la cultura. Lleg¨® a un mundo ¡°en el que jam¨¢s me sentir¨¦ c¨®modo, al que jam¨¢s entender¨¦, jam¨¢s aprobar¨¦ ni perdonar¨¦¡±. Demasiado Schopenhauer para un nativo al¨¦rgico a la lectura. ¡°Era un holgaz¨¢n que no encontraba nada divertido abrir un libro¡±. Incluso para su desarrollo adulto descarta afanes intelectuales. Las tintas vienen muy cargadas. ¡°Era sano, querido, muy atl¨¦tico, siempre me escog¨ªan en primer lugar para formar los equipos, jugaba a la pelota, corr¨ªa y, sin embargo, me las arregl¨¦ para terminar siendo inquieto, temeroso, siempre con los nervios destrozados, con la compostura pendiendo de un hilo, mis¨¢ntropo, claustrof¨®bico, aislado, amargado¡±. Un neur¨®tico sin causa. ¡°Mi madre aseguraba que yo fui un ni?o amable, dulce y alegre hasta los cinco a?os, y que luego me convert¨ª en un chaval avinagrado, desagradable, rencoroso y malo¡±.
No hay para tanto. Woody, un freudiano macarr¨®nico, probablemente marra en el autoan¨¢lisis. La supuesta misantrop¨ªa choca abruptamente con el despliegue imperial de colaboradores, amigos y conocidos. El texto parece a veces una sucesi¨®n de agradecimientos en la ceremonia de los Oscar. Todo el mundo es bueno: Mickey Rose, Marshall Brickman, los actores y actrices con los que trabaja, el matrimonio Doumanian, Louise Lasser, Tony Roberts, Diane Keaton¡ Todos salvo dos villanos, Mia Farrow y el juez Wilk. E incluso en el caso de Farrow, por herencia psiqui¨¢trica.
Pero los lectores no corren el riesgo de aburrirse. La autobiograf¨ªa discurre por territorio Groucho Marx. El mejunje, ligero, jovial, con fogonazos de sosa c¨¢ustica, incluye s¨¢tira moderada de familiares y meteduras de pata espectaculares. Allen domina el recurso a la comparaci¨®n grotesca y las frases que van en una direcci¨®n y cambian bruscamente al final. ?Carencias? Alguna. Se echa en falta un an¨¢lisis de sus pel¨ªculas o una explicaci¨®n razonada de sus intereses est¨¦ticos. Allen se desembaraza apresuradamente del problema. ¡°Mis h¨¢bitos de filmaci¨®n son perezosos e indisciplinados; tengo la t¨¦cnica de un estudiante de cine fracasado al que han expulsado (¡). Escribir me gusta m¨¢s que rodar, porque rodar es un trabajo duro y f¨ªsico¡±. Nada en el texto nos aclara por qu¨¦ se da el salto cu¨¢ntico desde La ¨²ltima noche de Boris Grushenko a Annie Hall y, despu¨¦s, a las historias de gris bergmaniano. Allen solo se reconoce como un escritor compulsivo que cree en la superioridad del guion.
La autobiograf¨ªa tiene un fondo expiatorio que se explica por el intenso inter¨¦s en explicar el desdichado episodio de la acusaci¨®n de abuso sexual perpetrado sobre Dylan, la hija de Allen y Farrow. El autor construye su defensa sobre tres carriles. El primero es una declaraci¨®n insistente de adoraci¨®n hacia la ni?a. Es, por decirlo as¨ª, el argumento de la ternura cuyo objetivo ser¨ªa descartar de entrada la disposici¨®n a la violencia sexual. El segundo vector es la descripci¨®n de la personalidad de Mia Farrow como una bruja vengativa, despreocupada realmente del bienestar de sus hijos (biol¨®gicos o adoptivos), diestra en manipular la conducta de sus reto?os, incluso hasta entrenarlos para mentir, rodeada adem¨¢s de ominosos signos familiares de desquiciamiento. La tercera es la negativa muy argumentada. Si hay que creer en la versi¨®n de Allen no es porque ¨¦l se esmere en negar las acusaciones, sino porque los servicios sociales y la polic¨ªa descartaron rastros de violencia en la ni?a despu¨¦s de examinarla cuidadosamente.
Depredadores (Catch and Kill), el libro que narra la investigaci¨®n de Ronan Farrow sobre los abusos sexuales en Hollywood y en los medios de comunicaci¨®n, es un ejercicio moral de primer orden que merece el agradecimiento p¨²blico de todos aquellos que crean en la igualdad y en los valores democr¨¢ticos. Farrow (alineado con su madre frente a Woody Allen en las acusaciones de violaci¨®n) denunci¨® en The New Yorker las pr¨¢cticas sostenidas de abuso sexual practicadas por Harvey Weinstein; una costra terror¨ªfica de prepotencia feudal enquistada en una sociedad democr¨¢tica trabada por demasiados nudos de poder. ?Weinstein aparece como un ogro vociferante, un troll convencido de que tiene derecho a intimidar a sus subordinadas, imponerles actos sexuales repugnantes y considerarse con derecho a exigirles silencio. No se sabe si es m¨¢s escalofriante la deformidad moral de Weinstein o el entorno de infecciosa tolerancia creado alrededor del jefe de Miramax (o de otros violadores, como Matt Lauer de la NBC).
M¨¢s perplejidad incluso produce el consentimiento, culpable e igualmente delictivo, de los responsables corporativos, que no dudaron en ahogar las denuncias judiciales mediante el pago de cuantiosas compensaciones e indemnizaciones a las v¨ªctimas. ?Esta es la rentabilidad que defienden los mecanismos capitalistas de las grandes corporaciones?
Pero por debajo de su valor como denuncia, Depredadores produce una sensaci¨®n inc¨®moda. La denuncia es escalofriante, pero el envoltorio formal no convence. Estamos en territorio King, por la incontinencia expositiva y la recargada prosa de Farrow. Como suele suceder en el maestro del terror de Maine, el libro est¨¢ sobrecargado con un exceso de peso muerto. Hay p¨¢ginas prescindibles y exposiciones repetidas. La presencia obsesiva de Ronan en cada frase, en cada p¨¢rrafo, acaba por exhibir el narcisismo del autor.
Al final del libro, Ronan dialoga con su hermana Dylan. ¡°T¨² no tuviste tu reportaje¡±, le dice. Y as¨ª, Satchel Ronan Farrow revela el doloroso motor oculto que le ha empujado contra Weinstein y nos ha permitido asistir al f¨¦tido espect¨¢culo organizado de la agresi¨®n sexual. Las culpas atribuidas a los padres pesan como una losa mortuoria sobre los hijos.
BUSCA ONLINE ¡®A PROP?SITO DE NADA¡¯
Autor: Woody Allen.
Traducci¨®n: Eduardo Hojman.
Editorial. Alianza, 2020.
Formato: tapa blanda (440 p¨¢ginas, 19,50 euros), audiolibro (23,99) y e-book (11,49).
BUSCA ONLINE ¡®DEPREDADORES¡¯
Autor: Ronan Farrow.
Traducci¨®n: Mar¨ªa Enguix Tercero.
Editorial: Roca, 2020.
Formato: tapa dura (484 p¨¢ginas, 22,90 euros) y e-book (9,99 euros).
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