En las fronteras del bien y del mal

Gabriel Arias-Salgado, ministro de Informaci¨®n de la dictadura franquista, pronunci¨® en su d¨ªa una frase que explica mejor que nada la ideolog¨ªa del nacionalcatolicismo: ¡°Libertad, s¨ª, pero libertad para el bien¡±. No sab¨ªa que la existencia del mal es precisamente el precio de la libertad. Esta sencilla afirmaci¨®n resume la tesis que R¨¹diger Safranski defiende en su ensayo ahora reeditado sobre El mal o el drama de la libertad. Despu¨¦s de veinte a?os no solo mantiene una perenne actualidad sino que parece escrito para los tiempos que ahora corren.

Safranski no es solo un pensador sino un divulgador del pensamiento ajeno. Disc¨ªpulo de Adorno, bi¨®grafo de Nietzsche, Goethe y Heidegger, entre otros, se hizo famoso gracias a sus apariciones en un programa de televisi¨®n dirigido por Peter Sloterdijk, otro intelectual formado inicialmente en la Escuela de Fr¨¢ncfort. Es adem¨¢s autor de una abundante producci¨®n literaria, traducida a m¨¢s de veinte idiomas, escrita tanto para especialistas como para el com¨²n de los lectores. Posee un estilo ¨¢gil, casi novelesco, un punto apasionado, al que suma una enorme erudici¨®n no exenta de cierto sarcasmo interpretativo. En cualquier profesor alem¨¢n de filosof¨ªa parece dif¨ªcil percibir el sentido del humor, pero ¨¦l lo bordea con desparpajo. Una vez le¨ª declaraciones suyas en las que afirmaba que la especulaci¨®n filos¨®fica es m¨¢s divertida que los programas de entretenimiento. Tras leer este libro no cabe la menor duda al respecto.

Su reflexi¨®n no versa tanto sobre el mal como sobre la libertad, entendida como libertad de escoger. Puesto que somos libres, somos capaces de hacer tanto cosas buenas para nosotros como otras que nos perjudican. ¡°El mal no es ning¨²n concepto: es el nombre del una amenaza¡±, la misma que comporta el riesgo de la libertad, que desde los or¨ªgenes del mundo se ejerce en nombre de la desobediencia a un mandato divino. Las relaciones entre la libertad pol¨ªtica y la encarnaci¨®n de esa amenaza ense?orean la historia de la cultura, de la que el autor lleva a cabo un original relato que incide de lleno en un debate sobre el que no hay fil¨®sofo que no haya participado. Si para ¨¦l el mal es una opci¨®n, para Hannah Arendt era en cambio la esencia del totalitarismo, la destrucci¨®n de la persona como sujeto de derechos, aunque matizar¨ªa m¨¢s tarde dicha acepci¨®n al hablar de la banalidad del mal en su libro Eichmann en Jerusal¨¦n. Habiendo sido fugitiva del terror de los nazis, consideraba que este activo colaborador del Holocausto no era ning¨²n monstruo como el fiscal que lo llev¨® al cadalso pretend¨ªa, sino un obediente bur¨®crata que cumpl¨ªa ¨®rdenes. En ning¨²n caso pretend¨ªa exculparle moral ni jur¨ªdicamente, sino poner de relieve que personas ¡°normales¡± son capaces de cometer los m¨¢s execrables cr¨ªmenes en seg¨²n qu¨¦ circunstancias. Lo que suscita la inquietud de qui¨¦n puede proteger al hombre del riesgo de la libertad. San Agust¨ªn, dice Safranski, confiaba en la Iglesia, la instituci¨®n sagrada. Pero decretada la muerte de Dios, el pensamiento liberal se acoge a la racionalidad de las instituciones. Estas y el derecho ¡°confieren duraci¨®n, firmeza y l¨ªmites a los asuntos humanos¡±.

La libertad es tambi¨¦n el origen de la diversidad, la b¨²squeda de la diferencia, que es preciso compaginar con el anhelo de unidad y su vocaci¨®n comunitaria. Isaiah Berlin, en su memorable ensayo La traici¨®n de la libertad, se?ala que el conflicto que los fil¨®sofos tratan de resolver es c¨®mo combinar la libertad individual con la autoridad que garantice la uni¨®n y el orden en una comunidad. El dilema radica en discernir las fronteras entre la voluntad de cada cual y lo que ya Rousseau defini¨® como voluntad general, en clara alusi¨®n al Estado. En respuesta a la interrogante, otro cl¨¢sico todav¨ªa en vida, el canadiense Charles Taylor, insiste en su libro La libertad de los modernos en la necesidad de construir alg¨²n tipo de sociedad pol¨ªtica para no dejarlo todo al ensue?o anarquista de ¡°una cultura y una sociedad propicias a la libertad que surjan espont¨¢neamente de las comunas¡±. Ecl¨¦ctico hasta el fin, Taylor reconoce que esto ¨²ltimo se trata de algo te¨®ricamente posible pero irrealizable en la pr¨¢ctica, y ¡°si las condiciones de supervivencia de nuestra propia identidad solo pueden realizarse en alguna forma de gobierno representativo al que todos debamos obediencia, esa ser¨¢ la sociedad que deberemos tratar de crear y sostener¡±. De modo que si Taylor tiene raz¨®n, es improbable que el asalto a los cielos que ilumin¨® los sue?os del movimiento 15-M pueda acabar con el actual sistema. En qu¨¦ medida albergue este un impulso liberalizador y reformista o acabe jugueteando con la represi¨®n en nombre de la voluntad general es el gran debate de nuestro tiempo, ahora que la deliberaci¨®n se ha vuelto global gracias a las redes sociales y a los avances tecnol¨®gicos.

Safranski clausura su meditaci¨®n planteando una cuesti¨®n mayor a este respecto: la civilizaci¨®n t¨¦cnica nos pone en contacto con ¡°fuerzas que est¨¢n m¨¢s all¨¢ de nuestro poder de disposici¨®n¡±. ¡°Si las estructuras y la l¨®gica del sistema nos determinan, se convertir¨¢n en una especie de lo sagrado, en un ¨¢mbito racional y misterioso a la vez. Act¨²an a trav¨¦s de nosotros, pero no somos ya due?os de ellas¡±. Me pregunto entonces si tras decretar la muerte de Dios decretaremos tambi¨¦n la de nuestro libre albedr¨ªo entreg¨¢ndolo a los algoritmos.

El mal o el drama de la libertad. R¨¹diger Safranski. Traducci¨®n de Ra¨²l Gab¨¢s. Tusquets, 2020. 288 p¨¢ginas. 19 euros.

La libertad de los modernos. Charles Taylor. Traducci¨®n de Horacio Pons. Amorrortu Editores, 2005. 305 p¨¢ginas. 22 euros.

La traici¨®n de la libertad. Isaiah Berlin. Traducci¨®n de Mar¨ªa Antonia Neira Fondo de Cultura Econ¨®mica, 2004. 235 p¨¢ginas. 19 euros.

Eichmann en Jerusal¨¦n. Hanna Arendt. Traducci¨®n de Carlos Ribalta. Lumen, 2019. 448 p¨¢ginas. 19,90 euros.