Juzgar un libro por su portada: las mejores (y peores) cubiertas de junio
?Qu¨¦ informaci¨®n aporta el envoltorio de un libro acerca de su contenido? Proponemos un acercamiento desde el dise?o gr¨¢fico a las ¨²ltimas novedades editoriales
Dice Chip Kidd ¨Cdise?ador de cientos de portadas de libros, y del que usted conocer¨¢ seguramente el tiranosaurio en los huesos que abandera los libros (y las pel¨ªculas) de Parque Jur¨¢sico¨C que el dise?o necesita de la participaci¨®n mental del p¨²blico. ¡°Es una experiencia cerebral, no f¨ªsica. Un viaje dentro la cabeza, de los ojos al cerebro¡±, afirm¨® una vez. Viene al caso porque se lanzan en Espa?a decenas de miles de t¨ªtulos al a?o, cada uno con su portada, claro. Y cada una de esas portadas necesita que los posibles lectores realicen ese viaje mental que, en el caso de la mayor parte de las cubiertas que se editan, no tiene demasiados kil¨®metros: las editoriales no se arriesgan con im¨¢genes equ¨ªvocas o complejas, y triunfa lo inmediato, lo literal.
Por razones obvias, la literatura pand¨¦mica ha experimentado un boom, lo que crea un enorme problema a dise?adores e ilustradores: ?c¨®mo convertir en concepto gr¨¢fico inteligible e inmediato un asunto como la covid-19 sin caer en el clich¨¦? Complicado, cuando no imposible. Intente relacionar la plaga con una imagen: seguramente en su cabeza aparezcan los dos recursos m¨¢s frecuentes: el virus coronado y las mascarillas. Estas protagonizan Un d¨ªa en la vida de un virus (Perif¨¦rica), de Miguel Pita, unidas a una imagen de pintura antigua y costumbrista. El efecto es llamativo y, en su iron¨ªa, la portada nos est¨¢ diciendo que este es un libro de ciencia, pero no aburrido (sobre la pintura hablaremos luego).
Por su parte, Un planeta de virus (Capit¨¢n Swing), de Carl Zimmer recurre a una imagen 3D que fusiona virus y planeta. La met¨¢fora visual es b¨¢sica, pero efectiva, y el tratamiento de fondo negro, degradados de color y letras tiene algo de cartel cinematogr¨¢fico. ?Consigue aportar ¨¦pica a un libro sobre la historia de los virus? Pues un poco, s¨ª. ?Ya es Ma?ana? (Debate), de Ivan Krastev, es un libro de an¨¢lisis de pol¨ªtica internacional. Apresurado, probablemente, porque explica las consecuencias de fen¨®menos que no han terminado. La tipograf¨ªa es rotunda, casi period¨ªstica, y la ilustraci¨®n es una mancha que podr¨ªa parecer tomate en una camisa. Su forma coronada es la que nos remite al virus, y es el concepto ¡°mancha¡± lo que nos advierte de que el texto, al final, habla de destrozos.
El recurso a im¨¢genes tomadas del arte cl¨¢sico es, en s¨ª mismo, un cl¨¢sico en nuestras portadas. Hay una raz¨®n econ¨®mica evidente: el coste de usar esas im¨¢genes, generalmente libres de derechos, es bajo o directamente nulo. Pero hay otra raz¨®n: aunque remitan a un universo anclado en el pasado, las pinturas suficientemente antiguas son aptas para ilustrar conceptos actuales con limpieza y neutralidad porque, en muchos casos, el tiempo ha borrado su propio significado. La vida lenta (Cabaret Voltaire), de Abdel¨¢ Taia, lleva a portada uno de los retratos de El Fayum, pintura romana de principios de nuestra era. La mirada directa y la figura desnuda, ef¨¦bica, ya nos ponen en situaci¨®n, porque el arte grecorromano es un recurso fijo en lo que a literatura homosexual se refiere. Cubrir parte de la imagen con una veladura de papel crea una nueva textura gr¨¢fica y, literalmente, una nueva capa de significado: la historia nos va a hablar de lo oculto, lo marginal, lo que no se termina de ver.
Mucho m¨¢s perezosa resulta la portada de Encu¨¦ntrame (Alfaguara), de Andr¨¦ Aciman, la continuaci¨®n de Ll¨¢mame por tu nombre. El David de Miguel ?ngel aparecer¨ªa en cualquier listado de t¨®picos gr¨¢ficos frecuentes (y, si nos preguntan, a evitar). Aunque el resultado gr¨¢fico es limpio y t¨¦cnicamente impecable, encarna una decisi¨®n editorial que ha sacrificado cualquier atisbo de originalidad en el altar de lo rutinario y lo reconocible. El viaje mental del que habl¨¢bamos antes, en este caso, no llega ni a despegar. En el caso de Y el asno vio al ¨¢ngel, reedici¨®n a cargo de Pre-Textos de un volumen firmado por Nick Cave en 1991, la complejidad de la ilustraci¨®n est¨¢ en el corte aplicado a la pintura. Cortar bien una fotograf¨ªa es un arte complejo y, en este caso, funciona desequilibrar la imagen (toda la informaci¨®n est¨¢ a la derecha, solo hay vac¨ªo en el lado izquierdo). Por otro lado, el personaje est¨¢ mirando a alguien, y se?alando algo. Y en ese enigma (qui¨¦n ese alguien, qu¨¦ es lo que se?ala) reside el misterio de esta portada.
El color de las portadas de la editorial Anagrama es un b¨¢sico en el dise?o editorial espa?ol: cualquier lector las puede identificar a distancia. Pero las de Am¨¦lie Nothomb, publicada desde siempre por la editorial barcelonesa, son un g¨¦nero en s¨ª mismas, ya que casi siempre han ido ilustradas con un retrato de la propia autora. Nothomb despliega en sus retratos una personalidad inquietante, llamativa, como se ve en su nuevo libro, Los nombres ep¨ªcenos. Cada vez que una revista o un diario fotograf¨ªa a la escritora ese trabajo es susceptible de acabar en la portada de un pr¨®ximo libro (sucedi¨®, por ejemplo, con un retrato aparecido en S Moda, que escogi¨® para la cubierta de su novela Barba azul). Esa coherencia de ¡°foto de la autora¡± permite que sus libros constituyan una especie de colecci¨®n dentro de la colecci¨®n, lo que es un punto a favor en el caso de una escritora con tanto seguidor ac¨¦rrimo.
El caso de Cristina Morales es curioso: sus dos ¨²ltimas portadas est¨¢n ilustradas con sendos textos de enormes letras al estilo de un grafiti. La intenci¨®n es clara: Morales es una escritora a la contra, con inter¨¦s en la pol¨¦mica. Asociar grafiti y pol¨¦mica es un recurso algo manido, pero siempre muy efectivo. Tiene un solo ¡°pero¡±: en el caso de Introducci¨®n a Teresa de Jesus (Anagrama) puede haber quien a distancia crea que el t¨ªtulo del libro es Basura.
Un hipster en la Espa?a vac¨ªa (Literatura Random House), de Daniel Gasc¨®n, recurre a la ilustraci¨®n humor¨ªstica a?adiendo a un selfi todos los t¨®picos rurales: el tractor, el trigo, las gallinas, el pueblo. ?Funciona? S¨ª. La imagen nos sit¨²a ya en el terreno de la iron¨ªa, y eso rema a favor de la novela. Solo se echa de menos un tratamiento del texto menos encorsetado. Justo lo contrario que la portada de La prima mayor (Temas de Hoy), de la mallorquina Laura Gost. La ilustraci¨®n es evocadora, refrescante y, aunque parezca que letra y dibujo han sido elegidos cada uno por su lado, al menos hay cierta voluntad de que vayan de la mano. Un libro de portada refrescante, lectura de salto a la madurez, literatura veraniega por definici¨®n.
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