¡®Unorthodox¡¯, mi verdadera historia
La escritora que inspir¨® la serie de TV publica esta semana sus memorias. Adelantamos el ep¨ªlogo en el que recuerda que las escribi¨® para huir de su comunidad. Tambi¨¦n comenta su experiencia como espectadora de su propia historia en Netflix
Esta noche, hace justo 10 a?os que estaba sentada en el sof¨¢ de mi apartamento en una buhardilla neoyorquina, con mi hijo de tres a?os dormido en la cama doble que apenas cab¨ªa en nuestro diminuto dormitorio, y abr¨ª el destartalado port¨¢til para dar comienzo a un manuscrito que al cabo de pocos meses se convertir¨ªa en Unorthodox.
En aquel entonces escrib¨ªa llevada por arrebatos y sobresaltos, casi siempre de noche, cuando mis compa?eros de la universidad sal¨ªan a bares y restaurantes mientras yo, que no ten¨ªa con qui¨¦n dejar a mi hijo, me quedaba en casa. Recuerdo que el futuro me parec¨ªa extra?amente comprimido, como un acorde¨®n cuando ha expulsado todo el aire. Solo me sent¨ªa capaz de pensar en la semana siguiente o, como mucho, en un mes m¨¢s all¨¢. Estaba sola y asustada. Durante el d¨ªa, el cuidado de mi hijo me manten¨ªa distra¨ªda y no pensaba en lo peor, pero durante las largas noches vac¨ªas no ten¨ªa nada m¨¢s que mi manuscrito, que resultaba un regalo y una maldici¨®n por igual.
En noviembre de 2009 llevaba escritas unas 20.000 palabras; todav¨ªa me quedaba por delante la mayor parte de mi labor. Ten¨ªa 23 a?os y nunca hab¨ªa escrito nada serio, ni siquiera un art¨ªculo de peri¨®dico o un relato. Sent¨ªa que me hab¨ªa fijado un objetivo inalcanzable.
Escribir un libro era algo necesario si quer¨ªa ser libre para empezar una nueva vida fuera de nuestra comunidad. La publicidad que me ofrecer¨ªa ser¨ªa una forma de presionar a esas personas que siempre me hab¨ªan arrebatado la voz
Escribir un libro formaba parte de un plan m¨¢s ambicioso, era algo necesario si de verdad quer¨ªa ser libre para empezar una nueva vida con mi hijo fuera de nuestra comunidad. La publicidad que me ofrecer¨ªa me servir¨ªa de herramienta, seg¨²n me explic¨® mi abogada, ser¨ªa una forma de presionar a esas personas que siempre me hab¨ªan arrebatado la voz y, con ello, la fuerza. Se trataba de convencerlas de que me dejaran marchar, de que no merec¨ªa la pena luchar por m¨ª.
Desde luego, sab¨ªa que pod¨ªa considerarme muy afortunada por haber firmado un contrato para escribir un libro a mi edad, sobre todo dada mi falta de experiencia. Sin embargo, recuerdo haber pensado que de haber disfrutado del lujo de poder elegir, habr¨ªa preferido no convertirme en escritora hasta estar debidamente preparada para ello. Desde entonces, he aprendido que la preparaci¨®n id¨®nea para escribir no existe, solo existe el acto mismo de la escritura. Aun as¨ª, en aquella ¨¦poca, las motivaciones pr¨¢cticas para sacar adelante el libro me pesaban tanto que no lo viv¨ª exactamente como un acto de expresi¨®n creativa; m¨¢s bien, me sent¨ªa como si estuviera anudando una escalerilla de cuerda con la que escapar¨ªa a un lugar seguro. Pensaba que aquello no era "escribir de verdad". Escribir de verdad no era algo que se hac¨ªa para asegurarse la propia supervivencia... y sin duda mis lectores se dar¨ªan cuenta de ello.
No obstante, aquella ventosa noche de oto?o, a falta de algo mejor que hacer, abr¨ª el port¨¢til y me puse a teclear, dici¨¦ndome que yo deb¨ªa cumplir con mi parte y dejar que el destino se ocupara del resto. No escrib¨ª lo que en un principio hab¨ªa previsto, no me ce?¨ª a mi croquis, que me indicaba seguir un estricto orden cronol¨®gico. Simplemente me sumerg¨ª en un recuerdo de la infancia y lo describ¨ª como si lo estuviera reviviendo en ese momento. Despu¨¦s me sumerg¨ª m¨¢s a¨²n en otro recuerdo, y en otro m¨¢s, y el proceso empez¨® a resultarme intuitivo, como si pudiera cerrarle la puerta a esa parte de m¨ª obsesionada con croquis, cap¨ªtulos, personajes y todas esas cosas que hab¨ªa aprendido en los talleres de escritura de la universidad, y me limitara a confiar en una voz interior que hac¨ªa mucho que no encontraba. Y no s¨¦ c¨®mo, cuando, cuatro horas despu¨¦s, alc¨¦ la vista, ya era medianoche y ten¨ªa acabada la mitad del manuscrito.
Ahora, pasados varios a?os, estoy trabajando en mi primera novela en alem¨¢n y todav¨ªa llevo semanas, si no meses, esperando a que vuelva a poseerme esa inspiraci¨®n; son lapsos de tiempo en los que sentarse a escribir significa sentirme atrapada dentro de mi cerebro racional, atrapada construyendo historias como escalerillas de cuerda, hasta que por fin la musa regresa y mis dedos se deslizan febriles sobre el teclado mientras el resto de mi persona se queda paralizada, como si estuviera en trance. El tiempo parece detenerse, y me siento como flotando fuera de mi cuerpo. Esa inspiraci¨®n ha regresado a lo largo de los a?os, aunque no tan a menudo como me habr¨ªa gustado, pero con el tiempo he llegado a entender que siempre ha estado ah¨ª, dispuesta y a punto, y que soy yo la que no siempre he tolerado su presencia. Porque viene del pasado, y el resto de m¨ª intenta estar completamente en el presente para no sentir tanto la carga de todo lo que viv¨ª entonces. Somos dos mujeres, una perdida y una que se ha encontrado, intentando hallar a¨²n la forma de colaborar para contar una historia.
Hacia el final de Unorthodox, escribo que me siento como si hubiera aniquilado a mi antiguo yo para hacer sitio a mi nueva identidad; mis memorias habr¨ªan de ser sus ¨²ltimas palabras. Sin embargo, hace 10 a?os no estaba ni en mi pasado ni en mi presente. Me encontraba en una especie de limbo, y por eso Unorthodox es el libro que es, porque fue escrito en un estado de ingravidez intermedia, terror¨ªfico a la vez que m¨¢gico. Si me hubiera tomado un tiempo para prepararme, si hubiera esperado a escribirlo con m¨¢s madurez ¡ªahora, por ejemplo¡ª, sin duda lo habr¨ªa terminado, pero no habr¨ªa sido el libro que deb¨ªa ser y no habr¨ªa provocado el impacto crudo y desgarrador que los lectores me han descrito. El motivo por el que Unorthodox resulta tan crudo es porque fue as¨ª, porque yo estaba rodeada de crudeza mientras lo escrib¨ªa, y eso no es algo f¨¢cil de recrear en retrospectiva.
Tras deshacerme de la piel de mi antiguo yo, no descubr¨ª de repente una versi¨®n m¨¢s aut¨¦ntica debajo. Cuando tienes que dejar atr¨¢s toda tu vida a golpes de hacha, no te queda mucho para seguir adelante. Tardas una d¨¦cada en construir tu nueva identidad y tu nueva vida, y si alguien me hubiera dicho lo duro que ser¨ªa, tal vez no me habr¨ªa atrevido a aceptar el desaf¨ªo.
Aun as¨ª, tampoco esperaba que fuera f¨¢cil. No imaginaba un final de cuento de hadas, y creo que eso me ayud¨®. La felicidad tiene la costumbre de jugar al escondite cuando la buscas a conciencia, pero a menudo te sorprende cuando menos te lo esperas. Yo encontr¨¦ mi versi¨®n de la felicidad en Berl¨ªn. Si alguien lo hubiera predicho diez a?os atr¨¢s, la idea me habr¨ªa parecido hilarante, casi dir¨ªa que una locura.
Salir de la comunidad ultraortodoxa ha pasado de ser una anomal¨ªa a constituir un movimiento. Antes se pod¨ªan contar con los dedos de las manos las personas que hab¨ªan salido ahora se cuentan por miles
Hace ya cinco a?os que vivo en Berl¨ªn. No soy la ¨²nica de los m¨ªos que ha encontrado un hogar aqu¨ª. Berl¨ªn est¨¢ lleno de refugiados y fugitivos de toda clase, entre ellos una comunidad de exjasid¨ªes y jud¨ªos ortodoxos. En parte es porque Berl¨ªn es eso: una ciudad que, como bromean sus habitantes, se construy¨® sobre arena y pantanos, sin ra¨ªces, y es perfecta para aquellos que han dejado atr¨¢s las suyas, pero tambi¨¦n para aquellos a quienes se las han arrebatado en contra de su voluntad. Sin embargo, tambi¨¦n hay que tener en cuenta que el pasado se hace mucho m¨¢s llevadero cuando te alejas f¨ªsicamente de ¨¦l. La ciudad de Nueva York sigue siendo el sue?o de muchos j¨®venes, pero para m¨ª es un patio trasero lleno de cad¨¢veres, un laberinto de rostros familiares que solo me trae malos recuerdos. Lo que otros buscan en Nueva York yo lo he encontrado en Berl¨ªn.
El pasado verano termin¨® la producci¨®n de una miniserie de cuatro episodios inspirada en el libro que escrib¨ª hace 10 a?os. La serie se rod¨® en mi idioma materno, el yiddish, en plat¨®s de Berl¨ªn y con un equipo incre¨ªble de mujeres judeogermanas, judeoamericanas y alemanas. (Participaron tambi¨¦n algunos hombres.) Llevar la historia de Unorthodox a la pantalla fue un sue?o que arraig¨® en Berl¨ªn, y que, de eso estoy convencida, solo era posible aqu¨ª. Encontrar a mujeres capaces de aportar tant¨ªsima sabidur¨ªa y pasi¨®n al proyecto ¡ªy tan buena disposici¨®n a explorar un territorio nuevo¡ª es algo que jam¨¢s habr¨ªa imaginado antes de llegar a esta ciudad, un lugar donde la expresi¨®n creativa apenas conoce ninguno de los l¨ªmites convencionales.
Una de las mayores sorpresas al crear Unorthodox, la serie de Netflix, fue que atrajera como por arte de magia a hombres y mujeres con pasados similares al m¨ªo. Vinieron a trabajar de actores y extras, de asesores y traductores, y en cierto momento estar en el plat¨® fue casi como asistir a una reuni¨®n especialmente emotiva. Al final, la historia que se narra en la serie, aunque est¨¢ inspirada en los acontecimientos de mi propia vida, tambi¨¦n es mucho m¨¢s. Es la historia de numerosas personas comprimida en una, una historia que podr¨ªa ser la m¨ªa o la de cualquier otro; incluida la tuya, lector. Aunque se han cambiado peque?os detalles, los temas del dolor, el conflicto, la soledad y la humillaci¨®n siguen siendo los mismos. Por eso, ser testigo de c¨®mo el libro de Unorthodox se convert¨ªa en la serie de Unorthodox fue como contemplar la historia de mi propia vida convirti¨¦ndose en parte de una narrativa cultural m¨¢s extensa, un fen¨®meno que me ha resultado profundamente gratificante. Cuando era m¨¢s joven, le¨ªa libros sobre musulmanes y cristianos rebeldes, y m¨¢s adelante vi tambi¨¦n pel¨ªculas sobre ellos, pero siempre me resultaba complicado identificarme con esos relatos. El mayor logro de esta serie es su capacidad de servir como ejemplo de un viaje que muchos han realizado y para el que, sin embargo, sigue sin haber mapas detallados.
Durante la ¨²ltima d¨¦cada, salir de la comunidad ultraortodoxa ha pasado de ser una anomal¨ªa a constituir un movimiento. Antes se pod¨ªan contar con los dedos de las manos las personas que hab¨ªan salido de all¨ª. Ahora, se cuentan por miles, desaparecen en el anonimato de grandes ciudades de todo el mundo, se reinventan como mejor pueden. Algunos incluso se presentaron a trabajar de extras en Berl¨ªn, en un plat¨® donde se hablaba su lengua materna, donde pod¨ªan sentirse reconocidos al instante y donde la historia que contribu¨ªan a contar era muy parecida a la suya. Para el antiguo rabino y la fugitiva adolescente, para la estudiante con beca Fulbright y el hombre que hab¨ªa cambiado el rumbo de su vida al llegar a la crisis de los cuarenta, las escenas que rodamos conten¨ªan una verdad que nos hablaba a cada uno de nosotros en una lengua primigenia.
Hace unas semanas, cuando pude ver todos los episodios tras la primera fase de montaje, por fin cobr¨¦ conciencia de la magnitud de lo que hab¨ªamos creado juntos y comprend¨ª que Unorthodox ya no era m¨ªo. Lo hab¨ªa liberado y, al hacerlo, Unorthodox me hab¨ªa liberado a m¨ª.
Berl¨ªn, noviembre de 2019.
Unorthodox. Mi verdadera historia. Deborah Feldman. Traducci¨®n de Laura Mart¨ªn de Dios y Laura Manero Jim¨¦nez.Lumen, 2020. 392 p¨¢ginas. Papel: 20,90 euros. Digital: 9,99 euros.
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